Nos
falta a los cristianos hoy verdadero espíritu profético para ser testigos
auténticos, para despojarnos de ropajes de vanidad y revestirnos de los signos
del Reino
Jeremías 26, 11-16. 24; Sal 68; Mateo 14,
1-12
Queremos ir
de valientes por la vida, pero aunque algunas parece que queremos ir por
delante de todo y que nadie ni nada se nos sobreponga, sin embargo hemos de
reconocer que algunas veces nos pasamos de cobardes; nos cuesta dar la cara a
la hora de la verdad, que la gente sepa lo que pensamos o lo que son nuestros
valores, parece como que queremos contentar a todos, aquello de lo de nadar y
guardar la ropa, y ahora se usa algo como aquello de lo políticamente correcto;
según donde estemos, o con quien estemos nos manifestamos o no, tratamos de disimular
y es como si quisiéramos contentar a todos.
Hoy la
palabra de Dios nos habla de profetas y de personas que actúan proféticamente
con toda valentía, sin temor a lo que pudiera pasar. Es la postura del profeta
Jeremías de quien se nos habla en la primera lectura, que quieren incluso
quitarlo de en medio y les cuesta aceptar su mensaje y su palabra como venida
de Dios. Alguien reconoce ese actuar de Dios en su vida y tratará por todos los
medios de salvarlo, pero ya sabemos que la vida de Jeremías no fue nada fácil
en los momentos en que vivía.
Pero es lo
que se nos manifiesta en el evangelio con Juan Bautista. Porque es valiente y
proclama la verdad denunciando también allí donde está el mal, está en la cárcel
porque le ha dicho la verdad a Herodes sobre su forma de vivir. Herodías la
mujer con la que convivía Herodes y causa de la denuncia que realiza el
Bautista, porque es la mujer del hermano de Herodes, estará buscando la
oportunidad de quitarlo de en medio. Momento que llegará en aquella fiesta de Herodes
con muchos invitados y mucha orgía en que tras el baile de Salomé le promete
que le dará lo que le pida aunque sea la mitad de su reino; fue la oportunidad
de Herodías para que su hija pidiera la cabeza de Juan, aprovechándose de la
debilidad de Herodes.
Es el momento
en que frente a la valentía profética del Bautista, aparece la cobardía y la
maldad del corazón de Herodes, aparece toda la debilidad que era su vida en si
aunque la hubiera envuelto en las pompas del poder. Los respetos humanos, el prestigio
de su palabra real en el cumplimiento de sus promesas aunque estuviera el
camino del mal por medio, la falta de unos valores interiores y de rectitud
moral, llevarán a que se entregue la cabeza de Juan tal como había pedido la
muchacha.
Muchos también
se aprovechan de nuestras debilidades y somos manipulados de la misma manera
porque no somos valientes testigos. Nos falta a los cristianos hoy verdadero espíritu
profético, para proclamar la verdad, para ser verdaderos testigos, para dar
testimonio valiente de esa fe que decimos que tenemos, para manifestarnos ante
el mundo en fidelidad a unos valores, para arrojar lejos de nosotros tantas
cobardías y disimulos, para no dejarnos arrastrar por tantos juegos
diplomáticos para quedarnos solamente en bonitas palabras, en solemnes
declaraciones, pero con poco compromiso a pie de calle, para despojarnos de
tantos ropajes con que nos revestimos pero que se quedan solamente en vanidad o
en fuegos fatuos.
Tenemos que
manifestarnos ante el mundo con mayor valentía, con gestos valientes y
comprometedores, que nuestra forma de vivir sea en verdad un signo esclarecedor
en medio del mundo. Tenemos que ser en verdad signos del Reino y las señales
tienen que ser palpables en nuestra vida. No olvidemos que hemos sido ungidos
para ser con Cristo Sacerdotes, profetas y reyes.