Llevemos con orgullo el nombre de cristianos porque ser cristiano, ser ‘cristo’, es ser signo con nuestra vida de la vida de Cristo
Hechos 11, 21-26; 13 1-3; Sal 97; Mateo 10,7-13
Hoy estamos celebrando la fiesta de san Bernabé asociado en el nombre
en la tradición de la Iglesia a los llamados apóstoles. Natural de Chipre lo
vemos en Jerusalén desde el inicio de las primeras comunidades cristianas,
además con gestos bastante hermosos de lo que significaba para él el
seguimiento de Jesús pues se desprendió de todos sus bienes para entregarlo a
la comunidad.
Lo vemos enviado a la comunidad de Antioquia desde la comunidad madre
de Jerusalén, y allí se convierte en un gran animador de aquella comunidad.
Pronto veremos su relación con Pablo – aún es llamado Saulo - al que va a
buscar a su retiro de Tarso para incorporarlo a las tareas de la
evangelización. En el texto que hoy se nos ofrece vemos como el Espíritu que
anima la comunidad cristiana los escoge para enviarlos a una nueva misión
evangelizadora; es lo que llamamos el primer viaje de san Pablo que con tanto
detalle nos relata el libro de los Hechos de los Apóstoles.
Hemos escuchado en el texto de los Hechos de hoy algo que casi nos
podría pasar desapercibido. Fue en aquella comunidad donde a los seguidores de Jesús,
a los discípulos se les comenzó a llamar cristianos. ‘Allí, en
Antioquía, fue donde por primera vez se dio a los discípulos el nombre de
cristianos’. Es bien significativo. Son los discípulos, los que creen
en Jesús, pero los que viven la vida de Jesús de manera que son otros cristos,
por eso son llamados cristianos.
Hemos de tomarnos muy en serio el nombre de cristiano. Simplemente
decimos que somos cristianos porque estamos bautizados. Es verdad que esa tiene
que ser la raíz, porque bautizarnos significa incorporarnos a Cristo para vivir
su vida. La fuerza del Espíritu nos regala la vida de Dios, es cierto, para
hacernos hijos de Dios. Pero siendo sinceros tendríamos que preguntarnos si esa
es en verdad nuestra vida. Vivir la vida de Cristo para ser otro con Cristo,
para configurarnos con El de manera que nosotros seamos también ‘cristo’
no es cualquier cosa ni se hace o vive de cualquier manera.
Tendríamos que sentirnos en verdad transformados para ya no vivir
nuestra vida, a nuestra manera, según nuestros criterios, sino para vivir en
otro sentido, en otro vivir que es vivir a Cristo y como Cristo. Por eso
decíamos que hemos de tomarnos en serio el nombre de cristiano. No es un adorno
que pongamos a nuestra vida, es un nuevo sentido, un nuevo vivir. De aquellos
primeros cristianos se decía por parte de los paganos ‘mirad cómo se aman’,
¿se podrá decir eso mismo de nosotros?
Hoy estamos celebrando a quien vivió un desprendimiento total, como ya
recordábamos; en ese desprendimiento y generosidad vivió su vida para dejarse
conducir por el Espíritu allá donde quería llevarle o en la misión que se le
confiaba. Una disponibilidad total es lo que vemos en el apóstol san Bernabé en
las misiones que la Iglesia le confiaba.
Llevemos con orgullo el nombre de cristianos, porque en verdad
reflejemos en nuestra vida y en nuestras obras la vida y las obras de Cristo.
Ser cristiano, ser ‘cristo’, es ser signo con nuestra vida de la vida de
Cristo.