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sábado, 6 de mayo de 2017

Que la Palabra de Jesús llegue a lo más hondo de nosotros y nos transforme con la fuerza del Espíritu para vencer resistencias, fortalecernos en las debilidades y vivir la intensidad de la fe y del amor

Que la Palabra de Jesús llegue a lo más hondo de nosotros y nos transforme con la fuerza del Espíritu para vencer resistencias, fortalecernos en las debilidades y vivir  la intensidad de la fe y del amor

Hechos de los apóstoles 9, 31-42; Sal 115; Juan 6, 60-69
Cuantas veces lo habremos visto en nuestro entorno o nos habrá sucedido de alguna manera a nosotros mismos; personas que se alejan unas de otras, que merman la intensidad de la relación y de la amistad por estar en desacuerdo en algunas cosas, porque nos parecen complicados los planteamientos quizás radicales que toman en la vida en diferentes aspectos sociales, o porque quizás se muestran exigentes con nosotros queriendo que tomemos determinadas posturas que no nos terminan de convencer.
Nos distanciamos, como decíamos, y hasta llegan a romperse amistades que parecían indestructibles; nos sucede en la vida social, nos sucede en cuestiones políticas, nos sucede quizás por planteamientos religiosos y vitales para nuestra existencia. No queremos ir por ese camino, no nos convencen sus planteamientos, nos distanciamos en nuestras relaciones. ¿Será necesario llegar a eso? ¿Por qué nos cuesta aceptar y respetar que los otros son distintos?
Sucede ahora, pero ha sucedido siempre. Hoy vemos que sucedía con Jesús como lo vemos muchas veces a lo largo del evangelio. Será por otra parte la reacción de los fariseos y los distintos grupos ante el planteamiento nuevo que Jesús hacia para la vida del hombre; serán así las reacciones de las autoridades judías que finalmente le llevaran a la muerte.
Hoy la reacción la vemos ante las palabras de Jesús que no acaban de entender. ‘Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?’, se dirán algunos y el evangelista nos dirá que a partir de entonces muchos dejaron de seguirle. Les había hablado del Pan de vida, de comer su carne y de beber su sangre. Les decía que El era el verdadero Pan bajado del cielo para la vida del mundo y que quien lo comiera no sabría lo que es morir para siempre.
Eran unos planteamientos vitales lo que Jesús les hacia. Ese comer ese Pan de vida no se quedaba solo en lo material – que ellos no terminaban de quitarse de la cabeza lo del mana del desierto – sino era entender el sentido de Jesús, aceptar su vida que era aceptar su  camino. Esa radicalidad que les planteaba Jesús les costaba mucho entenderla y aceptarla.
Ahora Jesús se dirigirá a los mas cercanos a El, los discípulos que siempre le han seguido entre los que ha escogido los doce apóstoles y a ellos les planteara si también quieren marcharse. ‘las palabras que os he dicho son espíritu y son vida’, les dice, aunque no terminan de entenderle. Pero será Pedro el que se adelantara para proclamar que no se separara nunca de Jesús. ‘Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios’. Son las hermosas confesiones de fe y de amor que le escucharemos también en otras ocasiones porfiar por Jesús.
Nosotros también dudamos muchas veces en nuestra fe; hay cosas que nos cuestan, nos parecen también muy exigentes y radicales, preferiríamos un camino mas suave, con menos dificultades, donde fuéramos contentándonos con las cositas de cada día. Pero ya sabemos que seguir a Jesús no es un juego, es algo serio, o estamos con el o estamos contra el, y no podemos nada a dos aguas.
Queremos que esa Palabra de Jesús llegue a lo más hondo de nosotros y nos transforme con la fuerza del Espíritu para vencer tantas resistencias, para fortalecernos en tantas debilidades, para vivir toda la intensidad de la fe y del amor. Que no se enfríe nunca nuestra relación con Jesús ni le demos la espalda porque nos cueste seguirle. Ayúdanos, Señor, a creer en ti y seguirte con toda radicalidad.

viernes, 5 de mayo de 2017

Comiendo del Pan de vida saboreemos de verdad lo que es el amor para vivir esa unión con Dios y con los hermanos que solo desde el amor podemos alcanzar

Comiendo del Pan de vida saboreemos  de verdad lo que es el amor para vivir esa unión con Dios y con los hermanos que solo desde el amor podemos alcanzar

Hechos de los apóstoles 9, 1-20; Sal 116; Juan 6, 52-59
El amor une de la forma mas profunda. Quienes se aman se sienten unidos, que no solo es cercanía, que no solo es estar el uno al lado del otro, es algo mucho mas profundo. Es comenzar a sentir con los mismos sentimientos, es comenzar a sentir que su vida es mi vida de manera que hacemos un mismo camino, seguimos unos mismos pasos de manera que parece que las huellas de uno y otro se confunden, se hacen las mismas.
Son los hermosos sentimientos de una amistad verdadera, es la unión íntima y profunda que se vive en un amor matrimonial, es lo que queremos vivir cuando vivimos el verdadero amor de Dios. No es un amor que nos anule ni mucho menos, sino que nos hace vivir con mayor plenitud nuestro propio ser.
Eso tan humano como es el amor, el amor autentico y verdadero que no hemos de confundir con otras cosas, quiere Jesús que lo vivamos en plenitud, y en plenitud con El. Porque en la medida en que seamos capaces de vivirlo con El podremos vivirlo mas fácilmente con los demás, y la experiencia de vivirlo con los demás nos hace sentir la necesidad de unirnos mas y mas con Dios.
Por eso Jesús se nos ofrece como  alimento, como pan de vida. Quiere que le comamos a El, que nos unamos intima y profundamente con El, de la manera que el alimento que comemos se hace vida nuestra. Por eso  nos llega a decir hoy en el evangelio. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él’. Le comemos para vivir en El, le comemos para hacer su vida nuestra vida.
Es todo un proceso, un camino que hemos de ir haciendo. Aceptamos a Jesús y creemos en El. Aceptamos a Jesús y queremos vivir su vida. ¿Y que hacemos? Hacer su voluntad, seguir su camino, hacer vida nuestra su Palabra plantándola en nuestro corazón, haciéndola practica en nuestra vida. Ya nos dirá mas adelante que si lo amamos el Padre nos amara, cumpliremos sus mandamientos y el Padre y El vendrán a habitar en nosotros. Son palabras que escucharemos en la última cena, en su despedida.
Ahora nos lo esta anunciando cuando nos habla del Pan de vida, del Pan bajado del cielo, de que hemos de comer su carne y beber su sangre. Palabras que no siempre llegamos a entender bien. Como les costaba a los judíos que no entendían y que motivo incluso que muchos ya no quisieran seguir con El. Es que aceptar las palabras de Jesús no es un mero asentimiento formal, sino es aceptar a Jesús y el planteamiento que nos esta haciendo de la vida. Es pan de vida para nosotros porque se convierte para nosotros en sentido de nuestra vida, en el camino que hemos de recorrer, en la vida en que hemos de vivir.
Cuando nos acercamos, pues, a la Eucaristía vayamos a saborear su amor. Deseemos de verdad dejarnos inundar de su amor para poder llegar a vivir esa unión tan profunda con El que solo desde el amor podemos conseguir. Nuestra vida será distinta, nuestra vida se llenara de sentido y de plenitud, nuestro caminar con los hermanos será entonces cada día mas hermoso.

jueves, 4 de mayo de 2017

Comulgar a Cristo en la Eucaristía es comulgarle en nuestra vida porque llenos de El encontramos el sentido y la fuerza para nuestro existir

Comulgar a Cristo en la Eucaristía es comulgarle en nuestra vida porque llenos de El encontramos el sentido y la fuerza para nuestro existir

Hechos, 8, 26_40; Sal. 65; Jn. 6, 44-51
El pan es el mejor signo y la mejor expresión para significar el alimento que necesitamos. Cuando hablamos del pan de cada día estamos refiriéndonos a todo el alimento que necesitamos para subsistir. Nos referimos a esa comida con que nos alimentamos, es cierto, pero seguramente que estaremos queriendo decir mucho mas.
Alimento de la vida son los pensamientos y las ideas que marcan la razón y el sentido de nuestro existir; incluimos en ello nuestra cultura que nos recrea y nos alimenta espiritualmente y en ello va el sentido de la vida, el por que de las cosas o de nuestro vivir, las motivaciones mas profundas que podamos tener en nosotros o que en la apertura de nuestro espíritu seremos capaces de recibir de los demás.
Creo que algo de todo esto, aunque quizás lo haya expresado un poco espontáneamente y de una forma un tanto El es el pan de vida. Ya nos descarta que el quiera darnos solamente un pan material que alimente nuestros cuerpos, aun con lo importante que es. Compara el pan del cielo, el mana que les dio Moisés a sus padres en el desierto, con el pan que El quiere darnos. Quienes comieron aquel pan, murieron; El nos ofrece un pan que nos dacha vida para siempre.
Y es que en Jesús, en su palabra vamos a encontrar esa luz que de sentido a nuestra vida; es su evangelio, es su buena nueva, su buena noticia que alegra nuestro corazón porque nos da un sentido para nuestro vivir. Es la palabra que va iluminando lo que hacemos y loo que vivimos. Ahí encontramos ese alimento, esas razones y esa fuerza para esa nueva existencia, para ese nuevo vivir. Por eso nos dirá que alimentándonos de El tendremos vida eterna, tendremos vida en plenitud, porque encontraremos la realización mas honda de nuestra existencia.
Es pan de vida porque además nos dirá que comiendo ese pan, le estamos comiendo a El, comiendo su vida, su sentir, su ser, su espíritu que nos llenara de plenitud.  Por eso El se hace Eucaristía y nos dirá que comamos su carne, que comamos su cuerpo, que es comerle a El, que es llenarnos de su vida para siempre.
Tenemos mucho que reflexionar sobre el sentido de la Eucaristía, sobre el comer a Cristo para tener vida para siempre. Lo hemos convertido demasiado en un rito que al final si no lo vivimos con hondura hará que le perdamos su sentido y su fuerza.
No es comer por comer, comulgar porque ahora toca o porque todos los hacen; si queremos comulgar a Cristo en la Eucaristía es porque antes le hemos comulgado en nuestra vida; y eso significara que nos hemos llenado tanto del sentido de Cristo que ya para nosotros no hay otro existir; llenarnos del sentido de Cristo que es ver las cosas como las ve Cristo, amar con el amor de Cristo, vivir una entrega a la manera de Cristo, llegar a trasparentar de verdad en nuestra vida a Cristo mismo de manera que quien nos vea, llegue a descubrir a Cristo en nosotros.
Hoy nos dice Jesús: ‘Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les daré es mi carne para la vida del mundo’. Que así comamos a Cristo, su pan, su vida. Que así encontremos ese sentido y esa fuerza para nuestro existir.

miércoles, 3 de mayo de 2017

Todos celebramos hoy la Cruz sin olvidar que la cruz es el camino del triunfo de una nueva humanidad que Cristo vino a redimir y recrear con su muerte en la cruz

Todos celebramos hoy la Cruz sin olvidar que la cruz es el camino del triunfo de una nueva humanidad que Cristo vino a redimir y recrear con su muerte en la cruz

En cualquier recodo del camino hoy nos encontraremos con una cruz bellamente adornada con flores. Los caminos, los patios de nuestras casas, el borde de una carretera, un abismo sobre un barranco, lo alto de las montañas, los riscos que miran al mar, cualquier sitio es un lugar propicio para encontrar una cruz.
Muchos pueden ser los motivos en la historia de cada pueblo del por que de esa cruz en ese lugar; una muerte accidental, un recuerdo de algo sucedido en aquel lugar y que tuvo trascendencia en aquel momento aunque ahora nadie lo recuerde, la devoción y religiosidad de una buena persona, un lugar de parada y descanso en el largo trayecto hasta los cementerios portando el peso de un difunto, el recuerdo del nacimiento de una población en el lugar y la fundación de una ciudad – de ahí el nombre de algunas de nuestras ciudades o poblaciones -, muchas pueden ser las razones que podrían motivar investigaciones para personas interesadas. Pero siempre esta presente una cruz cargada de hondo significado y que es un signo bien importante en la vida de los cristianos.
En este día 3 de mayo todos celebran la cruz aunque litúrgicamente la Exaltación de la Santa Cruz sea el 14 de setiembre que se ha convertido mas en la fiesta de Cristo Crucificado; este día tuvo su origen en lo que la historia o la tradición nos cuenta del momento en que fueron encontrados en Jerusalén restos de la cruz de Cristo. Por eso en su origen esta fiesta se llamaba de la Invención (encuentro) de la Santa Cruz.
Hoy los vecinos de cada lugar porfían o como adornar mejor su cruz de manera que algunos de nuestros pueblos se ha convertido en tradición el peregrinaje por las distintas cruz del lugar debidamente adornadas, mientras otros trabajan por hacer que las fiestas de la cruz de su pueblo o ciudad sea mejor – y nos quedamos en esa palabra – que la de los pueblos vecinos.
Creo, sin embargo, que la fiesta de la cruz tiene que ser para un cristiano algo más que una bonita tradición que hemos de conservar o el recuerdo de acontecimientos de la vida social de un pueblo que cada año rememoremos. No puede quedarse tampoco en un amuleto que veneremos o utilicemos llenando de magia quizás nuestras fiestas y nuestras costumbres. Para alguien extraño a nuestras tradiciones o a nuestras vivencias religiosas podría resultar incomprensible que hagamos tanta fiesta en torno a lo que en su origen ha sido un instrumento de tormento.
Ya lo decía san Pablo que la cruz podía aparecer ante los ojos de los ajenos a nuestra fe como una necedad o una locura, y nos decía que, sin embargo, para los creyentes es nuestra sabiduría. Si un cristiano venera la Santa Cruz, recordemos con cuanta veneración la contemplamos en el viernes santo, es porque para nosotros se nos ha convertido en el signo del mayor amor, el amor del Hijo de Dios que por nosotros se entrego hasta una muerte de Cruz.
Ahí tendríamos que centrarnos, en el hondo significado de la cruz. Es el signo del amor, de la victoria sobre la muerte y el pecado; es el triunfo de la vida; es el signo que nos tiene que llevar a la entrega y al compromiso. Miramos la cruz y en el sufrimiento de Cristo que en ella contemplamos vemos como en transparencia todo el sufrimiento de toda la humanidad.
Pero ante ese sufrimiento no nos podemos quedar insensibles como si nada pasase; ante ese sufrimiento sentimos en nuestro interior la urgencia del amor; en esa contemplación nos sentimos impulsados a luchar por una vida mejor, por un mundo nuevo, por la justicia y por la libertad, por la paz y por el amor, para que todos seamos mas felices, para que todos nos sintamos mas hermanos, para que todos nos sintamos miembros de una misma humanidad, pero eso, llenos de humanidad.
No es una fiesta cualquiera la que tenemos que celebrar. No son unas simples tradiciones o unas costumbres que no queremos olvidar. Es algo mucho más hondo lo que tenemos que sentir y lo que tenemos que celebrar. Tiene que ser el camino del triunfo de una nueva humanidad, la que Jesús vino a redimir y a recrear, ese Reino nuevo de Dios que en Cristo se comienza a realizar. Y esa es la tarea de los cristianos.

martes, 2 de mayo de 2017

Quienes comemos el pan de vida que Cristo nos ofrece estamos llamados a quitar interferencias que nos alejen y poner sintonías que creen lazos de verdadera fraternidad

Quienes comemos el pan de vida que Cristo nos ofrece estamos llamados a quitar interferencias que nos alejen y poner sintonías que creen lazos de verdadera fraternidad

Hechos de los apóstoles 7, 51-59; Sal 30; Juan 6, 30-35
¿Por qué tengo que creerte? Alguna vez nos encontramos con una reacciona así, ya que alguien nos interpele por lo que le digamos, o ya nosotros mismos reacciones de esa manera ante alguien que nos quiere hacer creer una cosa que nosotros no vemos clara ni nos convencen sus argumentos. Queremos pruebas y pruebas que nos convenzan, no solamente palabras; hay cosas que nos pueden parecer inverosímiles y no las aceptamos así porque así. Y para creer en una persona y aceptarla tenemos que ver clara su vida, aunque muchas veces también sabemos dar un margen de confianza. En fin de cuentas creer en alguien es poner nuestra confianza en esa persona.
‘¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra?’ Es la reacción de los judíos, y en este caso los de Cafarnaún, ante las palabras de Jesús, a pesar de la experiencia que con El habían tenido en la tarde anterior. Ahora Jesús les ha hablado tras sus interpelaciones diciéndoles que ‘la obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado’, que pongan toda su fe en El.  
Una vez mas piden señales, ponen como comparación lo que Moisés había hecho por ellos en el desierto cuando les dio el mana para que comieran. Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo’.
Jesús quiere hacerles comprender cual es el verdadero pan que viene del cielo y que les dará vida para siempre. ‘No fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo’.
Habrán entendido o no habrán entendido las palabras de Jesús pero ellos ahora quieren comer de ese pan. ¿Será como la mujer samaritana que cuando Jesús le ofrecía un agua viva que calmaría su sed le pedía esa agua para no tener que venir todos los días al pozo a buscarla? ¿Querrán ese pan porque así se evitaran el tener todos los que amasar el pan?
Jesús afirmara rotundamente: ‘Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed’. Es importante creer en las palabras de Jesús; es importante creer en Jesús. Sin esa fe lo del pan de vida no se entenderá. Sin esa fe en Jesús nos estaremos quedando siempre solamente en el pan material, pero Jesús quiere darnos algo más. El significado de las palabras de Jesús va mas allá de pan material con el que alimentamos cada día nuestro cuerpo. Comiendo a Jesús, creyendo en Jesús se saciara plenamente nuestra vida, porque alcanzaremos la vida que no se acaba, que nos llena de plenitud.
¿Buscamos razones para creer en Jesús? Su vida y su amor es la razón más profunda. Su vida es la manifestación más maravillosa de lo que es el amor que Dios nos tiene. Abramos de verdad los ojos de la fe que es algo más que ver cosas u obras materiales. Pongamos toda nuestra confianza en El, que nos dio su vida, que nos regalo su amor, que verdaderamente nos llena de plenitud.
Igual que en la vida tenemos que ir aprendiendo a confiar en los demás, vayamos poniendo nuestra confianza en Dios. Pero aprendamos, si, a confiar en los otros, a abrir nuestro espíritu a todo lo bueno que podamos recibir de los demás, a quitar desconfianzas e interferencias, a poner buena sintonía en nuestro espíritu para captar todos los mensajes de vida que de los otros podamos recibir. Los que creemos en Jesús estamos llamados a crear redes de sintonía entre unos y otros para que al final lleguemos a esos lazos de hermandad que a todos nos harán más felices. 

lunes, 1 de mayo de 2017

Buscamos a Jesús no solo queriendo encontrar el hombre bueno que hace cosas maravillosas, sino el que realiza la maravilla de nuestra salvación y en quien hemos de creer

Buscamos a Jesús no solo queriendo encontrar el hombre bueno que hace cosas maravillosas, sino el que realiza la maravilla de nuestra salvación y en quien hemos de creer

Hechos de los apóstoles 6, 8-15; Sal 118; Juan 6,22-29
‘Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús…’ Buscaban a Jesús, buscamos a Jesús. ¿Qué buscaban? ¿Qué buscamos?
En la tarde anterior Jesús había realizado el milagro de la multiplicación de los panes y los peces y había comido una multitud. Tanto fue el entusiasmo de la gente que quisieron hacerlo rey. Jesús se había escondido en la montaña. No es que Jesús tuviera miedo, es cierto que no quería que lo proclamaran rey de esa manera, pero ya sabemos como a Jesús le gustaba retirarse solo a la montaña a orar. Había enviado a los discípulos cercanos en una barca hacia el otro lado del lago, que habían tenido sus dificultades para atravesarlo por el viento en contra y Jesús les había acompañado caminando sobre el agua. Ahora ya estaba en Cafarnaún.
La gente que había quedado en el descampado a la mañana siguiente al ver que Jesús no estaba allí en unas barcas que habían aparecido por la orilla se habían ido también a Cafarnaún en búsqueda de Jesús. ‘Maestro, ¿Cuándo has venido aquí?’, fue la pregunta al encontrarlo. ‘Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura, el que os dacha el Hijo del Hombre’.
El milagro era un signo, pero ellos no habían visto el signo, sino que se habían quedado en el hecho maravilloso. Un hecho maravilloso que venia a satisfacer unas necesidades materiales. Jesús también había querido satisfacer esas necesidades, tenían hambre, estaban en descampado, no había donde conseguir panes, y Jesús les había alimentado. Pero no se podían quedar ahí. Fue la primera tentación del diablo a Jesús después de líos cuarenta días de ayuno, pero Jesús entonces había respondido que ‘no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’.
En el mismo sentido va lo que ahora Jesús quiere decirles. No podemos quedarnos en ese alimento material, no podemos quedarnos en las piedras convertidas en panes. Tenemos que buscar un alimento que da vida para siempre, y es yo que Jesús quiere ofrecernos. Pero nos cuesta entenderlo. Nos sigue costando hoy, porque ¿que es lo buscamos muchas veces en Dios cuando acudimos a El? muchas veces parece que solo nos preocupan las necesidades materiales, nuestra pobreza y nuestras carencias o el dolor de una enfermedad, un problema que nos resulta insoluble y para lo que buscamos el milagro fácil que nos lo soluciones pronto.
Por supuesto son necesidades con las que también hemos de acudir al Señor, para pedir su luz, para pedir su fuerza, para pedir la inspiración que nos ayude a encontrar caminos, pero tenemos que saber acudir para algo mas hondo; tenemos que saber acudir para sentirle presente en nuestra vida, para escuchar su palabra que nos pone en camino de una nueva vida.
‘¿Cómo podemos ocuparnos en los trabajos que Dios quiere?’, le preguntan. ‘Este es el trabajo que Dios quiere, les dice Jesús, que creáis en el que El ha enviado’. Creer en Jesús; creer que Jesús es el enviado de Dios, será algo que escucharemos repetir muchas veces en el evangelio. Porque eso es reconocer de verdad quien es Jesús. No solo es el hombre bueno que hace cosas hermosas y realiza milagros para nosotros. Es el enviado de Dios,  el que viene lleno del Espíritu de Dios, porque es el Hijo de Dios, para traernos vida y salvación. 

domingo, 30 de abril de 2017

Camina Jesús con nosotros y no lo reconoceremos hasta que en verdad nos dispongamos a partir y compartir el pan

Camina Jesús con nosotros y no lo reconoceremos hasta que en verdad nos dispongamos a partir y compartir el pan

Hechos, 2,14.22-33; Sal 15; 1Pedro 1,17-21; Lucas 24,13-35
Es que no te enteras, le decimos al amigo o al interlocutor con quien estamos hablado tratando de comentar algo que sabe todo el mundo, que es motivo de todas las comidillas en las esquinas y los bares, pero el nos dice que no sabe nada. Parece que hay gente que va por la vida sin querer enterarse, o eso al menos pensamos. Porque lo que nos pudiera suceder es que las tornas se volvieran en contra nuestra y al final fuéramos nosotros los que, como suele decirse, de la misa no sabemos ni la mitad. Viene a suceder que aquel que parecía que no sabia nada nos da las claves para que entendamos las cosas, la razón o el sentido de aquello que había sucedido y que esta en boca de todos pero nadie acierta a saber la verdad de lo que sucede.
¿Seria algo así lo que les sucedía a aquellos dos que se iban camino de Emaús? Un forastero que va de camino se les acerca y comienzan a hablar. Nota la tristeza que llevan en el alma y se interesa por lo que les pasa. Y es cuando surge la pregunta ‘pero ¿eres tu el único que no se ha enterado de lo que ha sucedido en Jerusalén en estos días?’ podrían haber sucedido muchas cosas y aquel forastero estuviera ahora llegando a la ciudad y aun no se ha enterado lo que sucede. Ellos explican, a su manera, desde la experiencia que han vivido, desde la negatividad de su experiencia y desde la tristeza que llevan en el alma. Están desilusionados, han perdido todas las esperanzas, todo parece terminar en un fracaso.
Pero ahora será aquel caminante el que les dice ‘ustedes es que no se enteran ni quieren enterarse’. Todo eso que ha sucedido estaba previsto que había de suceder así. Así estaba anunciado en las Escrituras. Aquí no se trata ahora de la maldad o malicia de las autoridades judías o de la cobardía de las romanas. Hay algo que es mucho mas hondo. Detrás de todo esto esta el designio divino de salvación. ‘Conforme al designio previsto y sancionado por Dios…’ dirá mas tarde Pedro en su discurso ante el pueblo cuando ya el Espíritu les había hecho comprender todas las cosas.
‘¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria? Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura…’
Ahora si parecía que comenzaban a entender algo. Por así decirlo, sentían gusto en escuchar a aquel que les hablaba por eso ahora ya saliéndose de si mismos y de sus preocupaciones le invitan a que se quede con ellos. La noche se echa encima, los caminos son peligrosos, le ofrecen hospitalidad. Es algo mas que la preocupación por el peligro de los caminos lo que ellos están sintiendo dentro de si, porque mas tarde comentaran como les ardía el corazón mientras les explicaba las escrituras por el camino.
‘Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída. Y entró para quedarse con ellos’. Será la suplica aceptada por aquel que hacia camino con ellos. Si, hacia camino con ellos; a ellos se había acercado, había sintonizado con sus preocupaciones, les había escuchado, y había tenido para ellos palabras de vida. Aquella presencia les hacia sentirse mejores y ellos querían mostrar lo mejor de su corazón con la hospitalidad.
Se sentaron a la mesa y comenzaron a compartir el pan. Y aquí había surgido el gesto que termino de abrirles los ojos. Allí lo reconocieron. Era El, el Señor resucitado que había caminado con ellos aquel camino que había comenzado en la tristeza y terminado en la esperanza. ‘Se les abrieron los ojos y lo reconocieron’. Y se pusieron de nuevo en camino. Ahora el camino era distinto, no importaba la noche porque ellos estaban ya llenos de luz. Había que comunicar la noticia a los hermanos. Y corrieron de nuevo a Jerusalén.
Muchos detalles, muchas cosas se nos van sugiriendo a la medida en que hemos ido comentando el acontecimiento. Muchas cosas que nos retratan, pero muchas cosas que nos abren caminos delante de nosotros.
Desencantos y desilusiones no nos faltan en la vida. Esperanzas de cosas buenas tenemos en el corazón pero cuando nos vamos enfrentando a la vida nos viene la desilusión porque nos aparecen muchos nubarrones de dudas, de cosas que no suceden como nosotros hubiéramos querido, de aparentes fracasos porque no vemos la respuesta tan pronto como deseamos, porque nosotros mismos cojeamos en muchas flojeras y debilidades.
Nos hace falta una clave para entender bien lo que sucede, lo que debemos hacer, la esperanza que no podemos perder. En la misma tarea de querer vivir el evangelio y de ser evangelio para los demás muchas veces parece que nos sentimos fracasados con nuestras caídas y debilidades y con el muro en contra de los que no quieren escucharnos o no quieren aceptar el mensaje del evangelio. Nos parece sentirnos solos y sin fuerzas y el camino se nos hace duro y triste en ocasiones.
¿No necesitaremos descubrir que a pesar de todo el Señor va con nosotros? ¿No tendríamos que aprender a escucharlo en el corazón? ¿No tendríamos que abrirnos más y mejor al sentido de las Escrituras para comprender, para que se nos abran los ojos, para sentir la fuerza del Espíritu del Señor en nuestro corazón?
También tenemos que aprender a escuchar, a interesarnos por la tristeza que podamos encontrar en los demás; también tendríamos que aprender a saber caminar junto al hermano para escucharle, para hacer su camino, pero para comenzar a iluminar ese camino con esa luz que nosotros en Cristo podemos llevar. Esto nos daría para más amplias reflexiones en ese camino de evangelización en el que tendríamos que estar comprometidos, como nos pide hoy la Iglesia.
Y finalmente tenemos que aprender a ofrecer hospitalidad al que encontramos en los caminos de la vida. Llámese hospitalidad a la acogida que tenemos que hacer a los extraños – emigrantes, por ejemplo – que nos van apareciendo a nuestro lado, pero llámese hospitalidad a la acogida a tantos con los que hemos de aprender a compartir nuestra mesa y lo que nosotros somos. Muchas consecuencias también podríamos sacar de este pensamiento.
‘Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída’. Las tinieblas y oscuridades nos pueden envolver, pero si esta El con nosotros nada hemos de temer. Vamos de caída, no el día, sino nosotros tantas veces porque fácilmente nos desinflamos, dejamos que nos entren las dudas o las rutinas; necesitamos que se nos encienda de nuevo el corazón porque nos llenemos de su luz y de su amor.