Entremos
en la sintonía de Dios que nos llega por los demás, porque la fe ha nacido en
nosotros por algo que alguien nos ha transmitido y en quien hemos puesto nuestra
confianza
Apocalipsis 21, 9b-14; Salmo 144; Juan 1,
45-51
¿Lo experimentamos para poder saberlo,
para poder estar convencidos? No es mala manera de llegar al conocimiento de
las cosas. El conocimiento científico de alguna manera parte de aquello que
podemos experimentar. Ya decimos muchas veces si no lo veo no lo creo, y también
cuando tratamos de contar algo que hemos visto nosotros y no nos creen le decimos que vengan y que lo
vean por sus propios ojos. Claro que por medio está también por una parte la
credibilidad que pueden dar nuestras palabras, o la credibilidad con que hemos
de vivir en nuestras mutuas relaciones, si no nos ofrecen nada ejemplo de lo
contrario, y que facilita nuestro trato y nuestra mutua confianza. Algo que nos
estará hablando por otra parte de la madurez con que nos expresamos en la vida
y es base importante de nuestra mutua intercomunicación.
La página del evangelio que hoy se nos
ofrece, en esta fiesta del apóstol san Bartolomé podemos decir que va por este
sentido, Es base también de lo que ha de ser el anuncio del evangelio, que ya
nos decía san Juan en el principio de sus cartas que El nos habla de lo que ha
visto y de lo que ha vivido, es
precisamente la base del anuncio del evangelio que nos hace.
Pero en nuestro camino humano de la
vida, como en el camino de nuestra fe podríamos decir que son procesos que de
alguna manera tenemos que realizar en la vida. Precisamente en estas primeras
páginas del evangelio de san Juan la comunicación de la Buena Noticia de Jesús
arranca precisamente de lo que van recibiendo unos de otros y en lo que van creyendo para llegar a ese
seguimiento de Jesús.
Juan Bautista que ha visto bajar al Espíritu
Santo desde el cielo sobre Jesús, será el que anuncie a sus discípulos que
aquel pasa entre ellos es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo;
tras ese anuncio Juan y Andrés se van tras Jesús queriendo ya saber de su vida,
‘¿donde vives?, le preguntan a lo que Jesús les dirá ‘Venid y lo
veréis’.
Será lo suficiente para que Andrés a la
mañana siguiente vaya a convencer a su hermano Simón que han encontrado el
Mesías, y así lo llevará hasta Jesús; después de la invitación de Jesús a
Felipe para que le siga, éste irá al encuentro de su amigo Natanael para convencerlo
de que han encontrado aquel de quien hablaban Moisés y los profetas; ante la
resistencia de Natanael, solamente le dirá ‘ven y lo verás’. Será
suficiente ese encuentro para que comience a creer comenzando a hacer ya una confesión
de fe, pero Jesús les dirá que mayores cosas verán.
Todo un camino y un proceso que también
se ha ido realizando en nuestra vida, porque la fe ha nacido en nosotros por
algo que alguien nos ha trasmitido y en quien hemos puesto nuestra confianza.
No nos habrán faltado momentos de ponerlo todo en duda, pero experiencias hemos
tenido en el corazón que nos han mantenido en esa fe y que tenemos que reavivar
continuamente para que no se nos debilite.
Ese ‘ven y lo verás’ será algo
que de una forma o de otra escuchamos muchas veces en el corazón sobre todo
cuando nos vienen momentos oscuros y momentos de ponerlo todo en crisis. Siempre
habrá una llamada interior que de forma misteriosa quizás nos haga despertar en
el corazón, pero hemos de estar atentos a esa voz y a esa llamada; no podemos
hacernos oídos sordos, tenemos que aprender a sintonizar con ese susurro del
Espíritu que de alguna manera llega a nosotros, pero que si estamos distraídos
podemos perder.
No nos dejemos aturdir por tantos
ruidos de la vida que quieren distraernos. Dejemos que suene en nuestros
corazones esa melodía de la fe que nos llenará de la verdadera paz, que nos
abrirá a nuevos rumbos, que abre nuestro corazón a Dios, que nos hace
sintonizar con la vida de los que nos rodean en los que podemos admirar también
las maravillas de Dios.