Andemos conforme a nuestra vocación
para la unidad de la Iglesia
Fiesta del evangelista san Mateo
Ef. 4, 1-7.11-13; Sal. 18; Mt. 9, 9-13
‘Vio a un hombre
llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos y le dijo: Sígueme. El se
levantó y lo siguió’.
Lo que nos relata el evangelio es la vocación de Mateo: la llamada del Señor y
su pronta respuesta.
Esto es algo que nos tendría que hacer reflexionar. Es
lo que está en el fondo de lo que es nuestra vida cristiana. Un encuentro con
el Señor y una llamada a la que damos respuesta. Es el Señor el que nos sale al
encuentro y nos invita a ir con El, como a Mateo.
Es la gracia del Señor que llega a nuestra vida
regalándonos esa presencia del amor del Señor que viene a transformar nuestra
vida. Desde ese encuentro con la gracia ya no puede ser igual en nuestra vida,
en nosotros. No lo fue igual para Mateo; hasta entonces estaba dedicado a ser
recaudador de impuestos y ahora emprendía un camino nuevo para seguir a Jesús;
por eso lo vemos que lo deja todo. ‘El se
levantó y lo siguió’.
De parte nuestra esta la respuesta; una respuesta que
no son solo palabras sino un ponernos en camino, en camino de algo nuevo y
distinto que nos ofrece el Señor. Nos hemos acostumbrado a eso de ser cristiano
porque nos decimos que todos somos cristianos que al final no sabemos bien ni
lo que somos, porque nuestra vida no refleja siempre lo que tendría que
reflejar cuando nos decimos seguidores de Jesús. No todo puede ser igual entre quienes se
deciden de verdad por seguir a Jesús o se quedan en lo que estaban no dando
respuesta a esa llamada. El testimonio que nos ofrece hoy Mateo es bien
aleccionador y tendría que hacernos recapacitar mucho.
Los textos que nos ofrece la liturgia en esta fiesta
del evangelista san Mateo, sobre todo la primera lectura de la carta a los
Efesios abundan en este tema de la vocación. Nos recuerda el apóstol cómo hemos
de vivir dando respuesta a esa llamada del Señor, a esa vocación que hemos
recibido. ‘Os ruego que andéis conforme a
la vocación a la que habéis sido llamados’. Y nos señala esas
características de nuestra vida, de la vida de quien sigue a Jesús. Humildes,
amables, comprensivos, aceptándonos mutuamente con todo respeto y amor, unidos
en una nueva comunión, llenos de paz y constructores de la paz. Y nos habla de
esa unidad en el Espíritu ‘como una sola
es la meta de la esperanza en la vocación a la que habéis sido convocados’.
Todo esto que nos dice el Apóstol se hace eco de lo que
a través de su Evangelio san Mateo nos ha trasmitido del mensaje de Jesús. Ese
mensaje del Reino de los cielos del que fue empapándose en su estar al lado de
Jesús. Un día lo dejó todo para seguir a Jesús, para responder a su llamada,
pero esa respuesta la fue dando en ese estar con Jesús día a día empapándose de
su mensaje que luego nos trasmitiría en su predicación y en su evangelio.
Como sabemos a él se le atribuye el primero de los
evangelios, llamado precisamente de san Mateo. Podemos recorrer sus páginas y
ver por ejemplo como en el sermón de la montaña nos deja plasmado ese mensaje
de Jesús de lo que ha de ser nuestra vida conforme a nuestra vocación como
antes destacábamos con las palabras de la carta de san Pablo. Lo mismo
podríamos decir en las parábolas que nos recoge los diversos capítulos del
evangelio o sus discursos.
Nos sentimos hoy estimulados, en esta fiesta del
Apóstol san Mateo, a tener esa decisión pronta para seguir a Jesús, para
escucharle y empaparnos de su mensaje y hacer que con nuestra vida de amor, de
humildad, de sencillez, de espíritu de servicio, de generosidad vayamos dando
respuesta a tanto amor cómo Dios derrocha sobre nosotros. Y algo más, que este
encuentro con el Señor y su Palabra en esta fiesta nos ayude a descubrir ese
lugar concreto donde hemos de realizar nuestra vocación cristiana, como nos
señala también el apóstol, al tiempo que reconocemos las diversas vocaciones,
los diversos ministerios que a nuestro alrededor se manifiestan en la Iglesia
en tantos que viven su compromiso cristiano.
‘A cada uno de
nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo’, nos decía el apóstol. Y habla de
esos diferentes ministerios en el seno de la Iglesia. ‘Cristo ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros,
evangelistas, a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los
fieles, en función de su ministerio, y para la edificación del Cuerpo de
Cristo…’ Todos vamos edificando la Iglesia cada uno desde esa respuesta que
va dando a la llamada del Señor y en ese servicio que presta a los hermanos.
Por nuestro amor, por nuestro servicio, por nuestra
generosidad y humildad, por las obras buenos que vamos haciendo, seamos en
verdad constructores de la comunidad, constructores de la unidad de la Iglesia.
Que el Señor nos bendiga por todo eso bueno que podamos ir haciendo.