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sábado, 29 de abril de 2023

Necesitamos aprender a confiar, despojándonos de soberbias y autosuficiencias, despertando la verdadera fe nuestra vida porque nos sentimos envueltos por el amor

 


Necesitamos aprender a confiar, despojándonos de soberbias y autosuficiencias, despertando la verdadera fe nuestra vida porque nos sentimos envueltos por el amor

1Juan 1, 5 — 2, 2; Sal 102; Mateo 11, 25-30

Necesitamos en la vida aprender a confiar. Pero ¿en qué confiamos? ¿Qué nos merece esa confianza? Ahí está la sabiduría. El poderoso confía en su poder, el rico confía en sus riquezas, el que se cree sabio su autosuficiencia lo hace sentirse el ombligo del mundo, pero se nos acaba el poder, se nos gastan las riquezas, se diluye esa autosuficiencia de creer sabedores de todos porque pronto nos daremos cuenta de lagunas de nuestra vida, ¿en qué nos quedamos? Vacíos, indefensos, hasta nos sentimos inútiles. Por eso tenemos que saber tener esa sabiduría para encontrar lo que verdaderamente merezca nuestra confianza.

Son los pequeños, los sencillos, los que nada tienen los que entienden mejor lo que es la confianza; aprenden a fiarse y eso les dará más fortaleza espiritual para superar carencias y limitaciones, los hace humildes porque se han despojado de su autosuficiencia; en ese camino nos damos cuenta de la importancia de confiar porque aprenderemos apoyarnos en cosas que tengan verdadera hondura. Nuestro espíritu se eleva por encima de las materialidades dándonos cuenta de que somos más que un trozo de materia. Y aquí entramos en el ámbito de la fe que es dar nuestro voto de confianza, porque experimentamos como nadie lo que es sentirnos amados, aunque nos parezca que de tan pequeños que somos no tenemos ningún merecimiento.

Hoy vemos uno de esos momentos del evangelio en que Jesús llega a expresar incluso el gozo interior que le embarga, que le llena hasta rebosar. Podríamos decir que las palabras que escuchamos hoy a Jesús en el evangelio son como una canción. Da gracias al Padre porque los pequeños y los sencillos lo han escuchado y Dios a ellos se ha revelado. Eran de verdad los más dispuestos a la confianza, entonces, a creer. No estaba la autosuficiencia de los que se creen sabios o poderosos, por eso se fían, por eso confían. Y Jesús da gracias al Padre porque a ellos se revela de manera especial.

Pero nos continua diciendo Jesús que sigamos confiando a pesar de lo duro que nos pueda parecer el camino, a pesar de que notemos nuestros cansancios y nuestras debilidades. El se nos ofrece como nuestro descanso, El nos manifiesta también la mansedumbre y la dulzura de su corazón para que así confiemos totalmente en El. ‘Venid a mí los que estáis cansados y agobiados… aprended de mi que soy manso y humilde de corazón… encontraréis vuestro descanso…el yugo no es tan duro’, es liviano porque está forrado del amor.

¿Cómo no vamos a creer? ¿Cómo no vamos a confiar? En El encontraremos la verdadera sabiduría, El será en verdad nuestra paz. El nos da confianza para que sigamos caminando a pesar de nuestras flaquezas y debilidades, porque es Dios el que confía en nosotros, a nuestro lado está, nos hace sentir su amor, nos regala su perdón y nos envuelve con la fuerza del Espíritu. Quien se siente así amado confía, quien se siente así amado mantendrá firme su fe.

Un camino nuevo emprendemos donde vamos a hacer gala de nuestra confianza. Aprenderemos a confiar en los demás, aprenderemos a caminar juntos, aprenderemos a creer en las personas y darle nuestro voto de confianza aunque tantas veces nos cueste, no defraudaremos a los demás porque hemos aprendido a caminar de manera distinta; el amor que nos ha envuelto ha transformado nuestra vida y nuestra vida estará ya siempre hecha para el amor.

viernes, 28 de abril de 2023

Nos sentimos tan unidos a Jesús que ya nuestro deseo es tener su misma vida, vivirle a El, y con El no puede haber muerte porque hay plenitud de amor

 


Nos sentimos tan unidos a Jesús que ya nuestro deseo es tener su misma vida, vivirle a El, y con El no puede haber muerte porque hay plenitud de amor

Hechos 9, 1-20; Sal 116; Juan 6, 52-59

Decimos que el don más preciado en la vida; de nada podríamos disfrutar si no tenemos vida, está claro; no queremos morir, daríamos lo que fuese por conseguir el no morir; incluso cuando algunas veces parece la vida nos castiga, se nos hace dura, queremos vivir, tenemos ansias de salir adelante, no nos resignamos ante la muerte, aunque nos parezca irremediable. ¿Cómo conseguir que la vida no se nos acabe? ¿Cómo hacer para que la muerte no tenga la ultima palabra? Todos queremos vivir.

Abrían puertas de esperanza las palabras de Jesús, porque tocaban la fibra más hondo que todos llevamos dentro en ese amor a la vida, pero al mismo tiempo les costaba a los judíos terminar de entender las palabras de Jesús. Hablaba Jesús un lenguaje humano, un lenguaje que trataba de conectar con nuestros deseos más profundos, nos estaba hablando de lo que todos deseamos, pero no llegaban a comprender del todo el significado de las imágenes que Jesús nos proponía para hacerse entender. Como siempre nos sucede nos quedamos en la ‘palabrita’, en su interpretación literal, no terminamos de alcanzar el significado que nos llevaba más allá de lo que incluso escuchamos. Nos sigue sucediendo.

Todo el mensaje del evangelio es una invitación a la vida, pero a darle un sentido nuevo a la vida, a darle profundidad a la vida. Y eso cuesta a veces, nos podemos quedar en lo superficial. Pero Jesús dice tajantemente y no se desdice que hay que comerle a El para tener vida para siempre.

Se me ocurre pensar, cuando amamos profundamente parece que nos queremos comer aquello que amamos, o a aquel a quien amamos. Pensemos en las expresiones de los enamorados cuando se manifiestan su amor, pensemos en la ternura de una madre con su niño pequeño que parece que se lo quiere comer, y el beso es como una expresión sensible de ese deseo.

Cuando Jesús nos dice que tenemos que comerle para tener vida para siempre, ¿no nos estará diciendo que así tenemos que amarle, así tenemos que sentirle, así tenemos que asimilar sus palabras y su vida? A Jesús nos sentimos tan unidos que ya nuestro deseo es tener su misma vida, vivirle a El, y con El no puede haber muerte porque hay amor. Cuando le amamos y entonces le vivimos a El entonces ya seremos distintos, ya lo que hacemos tendrá otra amplitud, otro sentido, otro valor, otra plenitud.

Qué importante que nos sintamos unidos a Jesús. Es lo que de verdad nos hace cristianos, porque ya no es nuestra vida sino la vida de Jesús que está en nosotros. Nos sentimos plenamente unidos a Jesús y de nosotros tienen que desaparecer todos los signos de muerte, estamos venciendo a la muerte, estamos aprendiendo a vivir para siempre. Quien vive a Jesús no permitirá jamás que el odio se apodere de su vida; quien vive a Jesús no podrá vestirse de falsedad, de mentira, de hipocresía; quien vive a Jesús jamás se encerrará en si mismo sino todo en él será donación de su mismo, será generosidad, será compartir, será hacer que reine la paz y la armonía. Pero tenemos que vivir unidos a Jesús.

Eso es comer a Jesús, vivir en la plenitud de su amor. Lo expresaremos con signos, y tenemos la Eucaristía que entonces decimos que es Cristo mismo que con su Cuerpo y con su Sangre nos alimenta; la Eucaristía es entonces para nosotros presencia viva de Jesús, presencia real de Jesús en nosotros, en nuestra vida, para nuestro mundo. Por eso quien ama de verdad a Jesús y quiere permanecer unido a Jesús no podrá vivir sin Eucaristía. Qué importante es para nosotros.

jueves, 27 de abril de 2023

Jesús es el pan de la vida, el pan de mi vida, que da valor y sentido a mi vida, verdadera plenitud a mi existencia, de El tenemos que alimentarnos para tener vida para siempre

 


Jesús es el pan de la vida, el pan de mi vida, que da valor y sentido a mi vida, verdadera plenitud a mi existencia, de El tenemos que alimentarnos para tener vida para siempre

Hechos 8, 26-40; Sal 65; Juan 6, 44-51

En la lógica de nuestros razonamientos humanos hay cosas que nos parecen imposibles y aunque en nuestros sueños y deseos aspiremos a otra cosa, lo desechamos como irrealizable y no queremos pensar en ello. Aparte de lo que disfrutemos con la comida, sin embargo quien alguna vez no habrá pensado ojalá comiéramos algo que ya no nos diera hambre nunca más, porque es una lata eso de tener que estar buscando o preparando comida cada día. Pero nos razonamos y nos decimos es imposible ese sueño, porque cada día el organismo necesita alimentarse para poder recuperar sus fuerzas vitales y tener vida y no nos queda más remedio que repetir ese acto de ingerir alimento cada día y a cada determinado tiempo del día.

Pero mira por donde hoy nos habla Jesús de un alimento que El nos ofrece y que nos dará vida para siempre. Les ha hablado del pan bajado del cielo, y los judíos han recordado el maná, pan bajado del cielo también lo llamaban, que les dio Moisés mientras caminaban por el desierto rumbo a la tierra prometida. Pero ya Jesús les dice que comieron el maná, aquel pan bajado del cielo, y sin embargo murieron. ‘Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron…’

Jesús ahora quiere hablarles del verdadero pan bajado del cielo. ‘Yo soy el pan de la vida… este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera’. Y nos está diciendo que ese pan de la vida es El mismo. A los judíos les costaba entender por la literalidad con la que interpretaban las palabras de Jesús. Pero hemos de reconocer que a nosotros, a pesar de ser algo que hemos escuchado muchas veces y en principio parece que aceptamos con facilidad, en la realidad realmente también nos cuesta entender. Y lo digo desde la experiencia de la importancia que luego le damos a esto en la vida de cada día.

Es un alimento que va más allá de un pan material, pero igual que representamos en esa imagen del pan todo lo que es alimento que nutre nuestro cuerpo, también tenemos que pensar no solo en lo que nutre nuestro cuerpo sino lo que nos alimenta como personas, lo que nos hace encontrar un profundo sentido para nuestro vivir.

Sí, queremos tener un sentido de vida, nos preguntamos por qué y para qué, nos preguntamos por el sentido de nuestra vida, nos preguntamos por el valor de lo que hacemos y también de lo que vivimos, no queremos una vida vacía, una vida sin sentido, queremos una profundidad, una razón profunda para nuestro vivir. Esa es la buena nueva de Jesús, ese es su evangelio, eso es lo que nos ofrece Jesús.

Cuando decimos que creemos en Jesús es mucho más que decir que conocemos sus milagros, conocemos su vida, sus andanzas, lo que fue su pasión y su muerte, que sabemos porque lo hemos escuchado muchas veces lo que nos enseña, y digo mucho más porque no son solo conocimientos que iríamos acumulando en nuestra memoria como quien acumula libros en una biblioteca. De nada nos valdrían todos esos libros acumulados en una biblioteca si no nos han enseñado a vivir. Y eso es lo que viene a significar Jesús en nosotros, en nuestra vida; nos enseña a vivir, nos abre un camino, una senda, nos da un sentido y un valor, nos engrandece dándonos la mayor dignidad a nuestra persona, encontramos nuestro verdadero valor.

Ese es el alimento que Jesús nos da. Por eso nos dice que El es el pan de la vida, el pan de mi vida, que da valor y sentido a mi vida, que da verdadera plenitud a mi existencia. ‘Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre’. Tenemos que alimentarnos de ese pan, tenemos que alimentarnos de Jesús, tenemos que comer a Jesús y tendremos vida para siempre. Podría salirse de todas nuestras lógicas humanas, como decíamos al principio, pero nos lleva a la más honda sabiduría que solo podemos beber en Jesús.

 

miércoles, 26 de abril de 2023

La luz del evangelio no se puede ocultar, hay que ponerla allí donde más se necesita y mejor pueda iluminar nuestro mundo, es nuestra tarea como seguidores de Jesús

 


La luz del evangelio no se puede ocultar, hay que ponerla allí donde más se necesita y mejor pueda iluminar nuestro mundo, es nuestra tarea como seguidores de Jesús

1Corintios 2, 1-10; Sal 118; Mateo 5, 13-16

Al organismo o a la persona que le corresponde suministrar la luz para una población, si no cumple debidamente su cometido, porque hay cortes de energía muy frecuentes y además sobre todo en que la población, ya sea por sus trabajos, o también porque llegan las horas de la noche y la necesita para hacer su vida familiar o incluso su vida de ocio más necesita de esa energía le falla, probablemente se verá asediado de quejas, de recriminaciones, de exigencias de responsabilidad. Tiene que cumplir su función, tiene que suministrarnos esa energía para que podamos tener luz en los momentos que la necesitamos o se puedan desarrollar todas las actividades que conforman la vida de un pueblo o una sociedad.

Pues bien, habiendo escuchado el evangelio que en esta fiesta se nos propone, me pregunta si no tendrán que reclamarnos a los cristianos, no tendrá incluso que reclamársele a la Iglesia que no se está siendo esa luz que el mundo el mundo necesita y que tenemos la obligación de proporcionarle.

Está claro lo que nos dice Jesús, que la luz no se puede ocultar, que la luz hay que ponerla allí donde más se necesita y mejor pueda iluminar; y nos está diciendo Jesús a los que creemos en El y queremos seguirle que somos luz del mundo y sal de la tierra. ¿Estaremos de verdad iluminando a nuestro mundo? ¿Estaremos por el testimonio de nuestra vida siendo esa luz para los  hombres de hoy? ¿Por qué sigue habiendo tanta oscuridad si decimos que somos tantos los cristianos que creemos en Jesús?

Todos con mucha facilidad nos quejamos de que el mundo anda mal; nos sentimos sobrecogidos ante tanto mal que reina en nuestro mundo, injusticias, pobreza, falta de paz, corrupción a todos los niveles, hipocresía y falta de autenticidad, y así podríamos seguir haciendo una lista interminable. Es el mal que le duele a nuestro mundo, es el mal que nos llena de tanto sufrimiento, es el mal que nos hace un mundo enfermo y un mundo de muerte. Pero Jesús nos envió a curar a ese mundo, a iluminar a ese mundo, a hacer un anuncio de evangelio que transforme ese mundo.

Y como hemos escuchado recientemente nos dio poder para curar, para sanar, para resucitar y llenar de nueva vida, para expulsar demonios, para expulsar ese mal de nuestro mundo. ¿Qué hemos hecho? ¿Dónde por nuestro testimonio y nuestra palabra se están haciendo reverdecer de nuevo los signos del Reino de Dios? ¿No habremos ocultado la luz en lugar de ponerla en lugar bien visible para que alumbre a todos los de la casa?

Yo me miro a mí mismo caminando en medio de la gente que me rodea, familias, amigos, vecinos y me pregunto en qué medida yo soy luz para esas personas, qué anuncio estoy haciendo del evangelio de Jesús, cómo atraer a esas personas que hoy vemos tan indiferentes por ejemplo al hecho religioso, a una vida cristiana, a una cercanía de la Iglesia para que descubran que hay una luz que nos ilumina y nos da un nuevo sentido, y eso lo puedan palpar en mi vida. Algunas veces siento que soy uno de tantos que de igual manera va caminando sin luz que reflejar en medio de ese mundo a oscuras. Me inquieta eso en el corazón.

Y sí, tenemos que preguntarnos seriamente, si la Iglesia hoy está dando verdadero testimonio de esa luz con lo que hace que algunas veces da la impresión que solo sabemos mantener unos fuegos sagrados, pero que no terminan de ser esa luz que ilumine y que atraiga desde una tarea de verdadera evangelización. Nos conservamos muchas veces con unas celebraciones muy pías para dentro, para los de siempre, pero no se es capaz de despertar a algo nuevo como tiene que ser siempre el evangelio de Jesús.

martes, 25 de abril de 2023

Marcos supo transmitir la buena noticia de Jesús, el Hijo de Dios, sepamos transmitirla nosotros con nuestras palabras y sobre todo con el testimonio de nuestra vida

 


Marcos supo transmitir la buena noticia de Jesús, el Hijo de Dios, sepamos transmitirla nosotros con nuestras palabras y sobre todo con el testimonio de nuestra vida

1Pedro 5, 5b-14; Sal 88; Marcos 16, 15-20

Quien guarda en su interior la experiencia de algo maravilloso que le ha sucedido en la vida, no podrá aguantarse hasta que se lo comunique a los demás. Todos en alguna ocasión hemos visto a alguien que ha llegado a nuestro lado y anda como inquieto y al mismo tiempo se nota en su rostro como un aura con su sonrisa de que algo le ha pasado y seguramente le habremos dicho, anda, suéltalo ya, cuéntame eso que me quieres decir. Notábamos que llevaba algo dentro que como que le quemaba si no lo decía y andaba buscando palabras u ocasión para soltar como una explosión desbordante lo que le quemaba en su interior.

Me pregunto si en verdad nosotros los cristianos llevamos ese fuego interior que se quiere desbordar porque sentimos que tenemos que comunicar lo que nosotros estamos viviendo por dentro. Triste es que muchas veces parece que ese fuego se ha apagado o no ha terminado de arder con fundamento dentro de nosotros. 

¿Le daremos en verdad importancia al evangelio en que creemos, a la fe que decimos que tenemos, a lo que significa la presencia de Jesús en nuestra vida? Triste que se nos apague ese fuego y cuando vamos al encuentro con los demás no tengamos de qué hablar, no seamos capaces de hablar, de trasmitir esa fe que tendría que animar nuestra vida.

Hoy hemos escuchado lo que es el final del evangelio de san Marcos, precisamente cuando estamos celebrando la fiesta de este evangelista. Nos transmite el evangelista la buena nueva de la resurrección del Señor, e inmediatamente vienen las palabras de Jesús enviándonos por todo el mundo para anunciar ese evangelio, para anunciar esa buena nueva. ‘Se apareció Jesús a los once y les dijo: ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará…’ No podía ser menos, se ha encontrado con Jesús resucitado y tendrán que salir a comunicarlo.

‘Ellos se fueron a predicar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban’. ¿No tendrán que ser también esas las señales que tienen que acompañar la vida de los cristianos en el cumplimiento del mandato de Jesús de anunciar el evangelio?

Es la palabra de la salvación que a todos ha de abarcar. Pero ha sido una palabra que nos transforma. Por eso ya nuestra presencia en medio del mundo va a ser distinta. Transformados nosotros nos convertimos en signos de renovación en medio de nuestro mundo. Inundados por ese amor del Señor que nos salva, toda nuestra vida será amor, en obras de amor nos vamos a ir manifestando, el mal se va venciendo, la vida va comenzando a brillar de una forma nueva. 

Nos habla de que los enfermos se curan y los muertos resucitan, porque ya nuestra presencia para siempre tiene que ser signo de vida. La muerte y el mal han sido derrotados y las penas y las angustias se transformarán en paz y en alegría porque va a comenzar a tener un brillo especial el amor.

Son los milagros que tenemos que ir realizando día a día. No serán cosas portentosas y extraordinarias, sino que extraordinaria será la intensidad que le vamos dando a la vida desde las cosas más pequeñas. Comenzarán a brillar con un brillo nuevo los pequeños detalles de ternura y de solidaridad, de cercanía a los demás sea cual sea la situación que vivan, de ilusión y de esperanza que vamos despertando desde ese amor que vamos compartiendo, desde esa responsabilidad con que nos vamos tomando la vida, desde esa nueva sintonía que queremos mantener con todos los que nos rodean.

Esa presencia nuestra transformada por la fe y el amor hará que contagiemos nuestro mundo de un perfume nuevo donde todos sintamos más agradable la vida y donde aprenderemos a hacernos felices los unos a los otros. 

Es el anuncio de evangelio que vamos haciendo con nuestra vida, es como vamos haciendo más presente a Dios en ese mundo que vivimos y en las personas que nos rodean, es como desde ese evangelizar vamos haciendo despertar los corazones para que busquen a quien descubren que es la causa de nuestra alegría y lleguen a encontrarse con Jesús y con el evangelio.

Creo que es el compromiso que tiene que nacer en nuestros corazones cuando hoy estamos celebrando la fiesta de san Marcos evangelista. Supo transmitir la buena noticia de Jesús, el Hijo de Dios, sepamos transmitirla nosotros con nuestras palabras y sobre todo con el testimonio de nuestra vida.


lunes, 24 de abril de 2023

Un alimento que perdura para la vida eterna, algo que va a implicar mi vida de forma total, vamos a encontrar quien dé auténtica plenitud a nuestra vida

 


Un alimento que perdura para la vida eterna, algo que va a implicar mi vida de forma total, vamos a encontrar quien dé auténtica plenitud a nuestra vida

Hechos de los apóstoles 6, 8-15; Sal 118; Juan 6, 22-29

¿Qué es lo que nos llama la atención? ¿Qué es lo que nos atrae y nos entusiasma? Y podemos pensar en un espectáculo o podemos pensar en las cosas que suceden en nuestro entorno, podemos pensar en los personajes públicos o nuestros dirigentes, o podemos pensar, si queremos, ya sean nuestros profesores, nuestra propia familia o nuestros amigos. Hay gente que se entusiasma fácilmente, hay gente que sabe entusiasmar a los que le rodean; hay personas que arrastran con su personalidad, hay personas que las miramos en lo que hacen como una diversión. También depende de lo que nosotros busquemos, las miras que tenemos en la vida, lo que son nuestros sueños, el sentido que le damos a las cosas y a la vida misma. Para algunos solo es una diversión, como dicen algunos cuando pretenden hacer algo, asistir a algo, o simplemente estar con sus personas más cercanas, vamos a reírnos un rato.

En el entorno de Jesús también suceden cosas de este tipo. Hoy contemplamos a un grupo de gente que busca a Jesús. En la tarde anterior estaban en el descampado cuando Jesús había llegado en la barca con sus discípulos, y al final Jesús había multiplicado el pan milagrosamente para que todos comieran. Se habían entusiasmado tanto que hasta querían hacerle rey.

Pero Jesús se les ha escabullido. Habían visto que en una barca que había en la orilla se habían embarcado los discípulos solos, pero Jesús no aparecía por ningún lado, por eso a la mañana siguiente como no encuentran a Jesús en unas barcas también se embarcaron rumbo a Cafarnaún. Ahora allí se encuentran a Jesús. ‘¿Por dónde has venido? ¿Cuándo has venido aquí?’ Es la pregunta que surge pronta. Pero ahora Jesús es el que tiene una pregunta que hacerlos, ¿y por qué le buscan ellos con tantas ganas? Jesús mismo les da la respuesta. ‘En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios’.

Es necesario buscar a Jesús de otra manera. No puede ser solo por el interés, porque habían visto milagros, porque les había dado pan hasta saciarse. ‘Tengo a mi hijo enfermo’ decían algunos; quiero que pongas tu mano solo ella para que viva; y le trajeron paralítico y como podía entrar por la aglomeración de la gente, abrieron un boquete en el techo para hacerlo descender hasta los pies de Jesús; si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; Si quieres, puedes curarme, dice el leproso; Señor, que yo vea, le pide el ciego… y así podríamos recodar muchos momentos.

‘Trabajad por el alimento que perdura para la vida eterna’. No son solo unas curaciones de las que luego podemos volver a enfermar; no es un volver a la vida, quien sabemos que un día morirá definitivamente; no solo es la recuperación de la vista de unos ojos que un día podrán quedar ciegos de nuevo. Es buscar el alimento que perdura para la vida eterna. Es algo mucho más profundo que tiene que pasar por una fe auténtica en Jesús. Como dirá luego, ‘es el trabajo que Dios quiere, que creáis en el que El ha enviado’.

Pero creer no es un entusiasmo momentáneo; creer no es simplemente verme atraído por la simpatía de quien me está presentando un mensaje; creer no es querer que todo salga bien y que nunca nos pase nada malo; creer no es simplemente decir si algo que nos puede resultar novedoso y vamos a ver en qué queda esto; creer es mucho más que decir y ahora vamos a reírnos un rato porque todo va a salir bien y lo vamos a pasar del diez.

Un alimento que perdura para la vida eterna; algo que va a implicar mi vida de forma total de manera que el sentido de mi vida va a ser otro, va a ser distinto, me implicará en tomar otras opciones de la vida aunque las cosas parezca que se nos complican. Es atrevernos a comenzar un camino nuevo porque se nos abren otros horizontes, porque vamos a encontrar algo que nos llene de verdad, que dé auténtica plenitud a nuestra vida. Es atrevernos a creer en Jesús poniendo en El toda nuestra confianza, poniendo en sus manos toda nuestra vida.

domingo, 23 de abril de 2023

Es el Señor que camina a nuestro lado en nuestras oscuridades y nos alumbra el corazón de nueva vida, despierta nuevos sentimientos de amor y de nuevo nos pone en camino

 


Es el Señor que camina a nuestro lado en nuestras oscuridades y nos alumbra el corazón de nueva vida, despierta nuevos sentimientos de amor y de nuevo nos pone en camino

Hechos 2, 14. 22-33; Sal 15; 1Pedro 1, 17-21; Lucas 24, 13-35

Son duros y difíciles los caminos que hacemos en huida cuando se nos derrumban lo que creíamos que eran fundamentos de la vida. en nuestra carrera con todo tropezamos, nada vemos ni tenemos claro y parece que las oscuridades se aumentan sobre nosotros; si en ese camino nos desgajamos también de los que antes con nosotros intentaban hacer camino, parece que el dolor se aumenta en el corazón porque se sienten soledades que aun nos cierran más los horizontes.

Así caminaban aquellos dos discípulos en aquel primer día de la semana; se marchaban de Jerusalén, querían volver a sus cosas y a sus casas, allá habían dejado a los compañeros que también habían seguido a Jesús como ellos y en quien habían puesto sus esperanzas; lo sucedido aquellos días les había hecho dar un vuelco a sus vidas y al no cumplirse, tal como ellos pensaban, las promesas de resurrección de Jesús, ahora más apesadumbrados marchaban hacia Emaús.

La conversación no podía ser otra sino dar vueltas y vueltas sobre lo mismo una y otra vez, con lo que aumentaba su dolor y su desesperanza y como autómatas hacían el camino de vuelta a casa. Habrían sentido los pasos de quien detrás se les acercaba y que hacía el mismo camino; pronto el caminante va a su paso y aprecia la tristeza de sus ánimos y surge la pregunta que para ellos no tiene comprensión. ‘¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino y que os tiene con esos pocos ánimo?’ ¿Era el único forastero de Jerusalén, de allí venía también, que no sabía lo que había sucedido en aquellos días?

Y comienzas sus corazones a desparramarse, a hacer salir a flote sus penas y sus angustias, sus esperanzas frustradas y todo el dolor que llevaban en el corazón. Todavía son ellos los que hablan pero están desahogando toda la tristeza que llevan dentro. Y es entonces cuando aquel ‘forastero’ comienza a hablarles y hacerles comprender, les recuerda lo anunciado en las Escrituras y el significado de todo lo que había de suceder como ya había acaecido. La conversación se alarga y ahora son solo las palabras de aquel desconocido caminante las que van poniendo luz que abra caminos.

La conversación se ha prolongado y se acercan a Emaús y cuando aquel desconocido hace ademán de seguir adelante, ellos ya no quieren que siga solo por aquellos caminos; entienden ellos de los peligros de las soledades, porque lo venían viviendo hasta que encontraron este nuevo compañero, al que le habían abierto sus corazón con sus penas, pero ahora le abren las puertas de su casa en generosa hospitalidad.

Será allí, sentados a la mesa, a la hora de bendecir y compartir el pan, cuando sus ojos se les abren y le reconocen. Ahora ya se dan cuenta cómo ardían sus corazones de una forma nueva y distinta cuando les hablaba por el camino. Los que a nadie habían creído sobre que la tumba estaba vacía, lo que contaban las mujeres que les habían dicho los ángeles, ahora se les han abierto sus ojos y han reconocido a Jesús que ha estado con ellos.

Y serán ellos los que ahora se pongan en camino porque hay que ir a anunciar lo que han visto, lo que han sentido, lo que han experimentado con la presencia de Cristo resucitado con ellos. Vuelven a Jerusalén y cuentan a los demás lo que les había sucedido en el camino y como lo habían reconocido al partir el pan.

Todo un recorrido, todo un proceso lo acaecido en el camino de Emaús. Un camino que habían comenzado lleno de sombras y abrumados por las desesperanzas; un camino que en principio parecía una ruptura porque daba la sensación de una derrota; un camino lleno de dolor y de vacíos interiores como nos quedamos cuando perdemos las esperanzas. Un camino que de una forma o de otra nos puede aparecer en la vida, que puede ser que hayamos recorrido o que sigamos recorriendo en la vida.  Hay muchas cosas que nos desalientan, vivimos muchas situaciones difíciles de entender y en el que por muchos motivos nos sentimos en ocasiones frustrados y derrotados.

Pero hay pasos que caminan tras nosotros y que nos andan buscando, aunque muchas veces en nuestras negruras ni sepamos escuchar ni sepamos ver a quien se acerca a nuestro lado y puede ser un rayo de luz.  Detengámonos un poquito y comencemos a prestar atención, a ese gesto, a esa palabra, a esa presencia, o también a ese oído abierto que quiere escucharnos aunque nosotros no queramos hablar nada ni con nadie. De alguna manera Dios se está acercando a nuestra vida, quiere caminar a nuestro lado, hace suyo nuestro pesar, nuestra inquietud, nuestra angustia, nuestro dolor.

¿Qué es lo que ha hecho cuando ha recorrido el camino del calvario? Caía con los caídos, se ensangrentaba su rostro con los dolores y los sufrimientos de los iban en el camino, se paraba ante las mujeres que lloraban allí en la calle, se sentía acompañado por unos malhechores que también eran llevados al mismo suplicio, pero se dejó ayudar por aquel cireneo que no sé si con mucha voluntad pero obligaron a ayudarle, comprendía también que algunos de los que participaban en la crucifixión por sí mismos no lo hubieran hecho pero tenían que cumplir órdenes, por eso pide perdón para los que no saben lo que hacen, en muchas mas cosas podríamos irnos fijando, iba envuelto en nuestros mismos sufrimientos hasta llegar a la muerte en la cruz.

Hizo el camino del Calvario y ahora ha caminado con los que iban con sus esperanzas frustradas y llenos de dolor como así quiere caminar a nuestro lado. A nosotros también nos escucha y para nosotros va a partir el pan por poco que le dejemos entrar en lo hondo de nosotros mismos. Seamos capaces de reconocerle. Es el Señor que está a nuestro lado y nos inunda de nueva vida, para nosotros también tiene el perdón, a nosotros también nos promete llevarnos al paraíso, en nosotros despierta nuevos sentimientos de amor, de hospitalidad y de solidaridad. Es el Señor que ahora nos pone también a nosotros en camino.