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lunes, 24 de abril de 2023

Un alimento que perdura para la vida eterna, algo que va a implicar mi vida de forma total, vamos a encontrar quien dé auténtica plenitud a nuestra vida

 


Un alimento que perdura para la vida eterna, algo que va a implicar mi vida de forma total, vamos a encontrar quien dé auténtica plenitud a nuestra vida

Hechos de los apóstoles 6, 8-15; Sal 118; Juan 6, 22-29

¿Qué es lo que nos llama la atención? ¿Qué es lo que nos atrae y nos entusiasma? Y podemos pensar en un espectáculo o podemos pensar en las cosas que suceden en nuestro entorno, podemos pensar en los personajes públicos o nuestros dirigentes, o podemos pensar, si queremos, ya sean nuestros profesores, nuestra propia familia o nuestros amigos. Hay gente que se entusiasma fácilmente, hay gente que sabe entusiasmar a los que le rodean; hay personas que arrastran con su personalidad, hay personas que las miramos en lo que hacen como una diversión. También depende de lo que nosotros busquemos, las miras que tenemos en la vida, lo que son nuestros sueños, el sentido que le damos a las cosas y a la vida misma. Para algunos solo es una diversión, como dicen algunos cuando pretenden hacer algo, asistir a algo, o simplemente estar con sus personas más cercanas, vamos a reírnos un rato.

En el entorno de Jesús también suceden cosas de este tipo. Hoy contemplamos a un grupo de gente que busca a Jesús. En la tarde anterior estaban en el descampado cuando Jesús había llegado en la barca con sus discípulos, y al final Jesús había multiplicado el pan milagrosamente para que todos comieran. Se habían entusiasmado tanto que hasta querían hacerle rey.

Pero Jesús se les ha escabullido. Habían visto que en una barca que había en la orilla se habían embarcado los discípulos solos, pero Jesús no aparecía por ningún lado, por eso a la mañana siguiente como no encuentran a Jesús en unas barcas también se embarcaron rumbo a Cafarnaún. Ahora allí se encuentran a Jesús. ‘¿Por dónde has venido? ¿Cuándo has venido aquí?’ Es la pregunta que surge pronta. Pero ahora Jesús es el que tiene una pregunta que hacerlos, ¿y por qué le buscan ellos con tantas ganas? Jesús mismo les da la respuesta. ‘En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios’.

Es necesario buscar a Jesús de otra manera. No puede ser solo por el interés, porque habían visto milagros, porque les había dado pan hasta saciarse. ‘Tengo a mi hijo enfermo’ decían algunos; quiero que pongas tu mano solo ella para que viva; y le trajeron paralítico y como podía entrar por la aglomeración de la gente, abrieron un boquete en el techo para hacerlo descender hasta los pies de Jesús; si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; Si quieres, puedes curarme, dice el leproso; Señor, que yo vea, le pide el ciego… y así podríamos recodar muchos momentos.

‘Trabajad por el alimento que perdura para la vida eterna’. No son solo unas curaciones de las que luego podemos volver a enfermar; no es un volver a la vida, quien sabemos que un día morirá definitivamente; no solo es la recuperación de la vista de unos ojos que un día podrán quedar ciegos de nuevo. Es buscar el alimento que perdura para la vida eterna. Es algo mucho más profundo que tiene que pasar por una fe auténtica en Jesús. Como dirá luego, ‘es el trabajo que Dios quiere, que creáis en el que El ha enviado’.

Pero creer no es un entusiasmo momentáneo; creer no es simplemente verme atraído por la simpatía de quien me está presentando un mensaje; creer no es querer que todo salga bien y que nunca nos pase nada malo; creer no es simplemente decir si algo que nos puede resultar novedoso y vamos a ver en qué queda esto; creer es mucho más que decir y ahora vamos a reírnos un rato porque todo va a salir bien y lo vamos a pasar del diez.

Un alimento que perdura para la vida eterna; algo que va a implicar mi vida de forma total de manera que el sentido de mi vida va a ser otro, va a ser distinto, me implicará en tomar otras opciones de la vida aunque las cosas parezca que se nos complican. Es atrevernos a comenzar un camino nuevo porque se nos abren otros horizontes, porque vamos a encontrar algo que nos llene de verdad, que dé auténtica plenitud a nuestra vida. Es atrevernos a creer en Jesús poniendo en El toda nuestra confianza, poniendo en sus manos toda nuestra vida.

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