Vamos
mañana a subir a Jerusalén con Jesús poniendo toda la sinceridad de nuestra
vida y todo lo que es toda nuestra vida y la vida de nuestro mundo hoy con
esperanza
Ezequiel 37, 21-28; Sal.: Jer 31, 10.
11-12ab. 13; Juan 11, 45-57
¿Qué hacemos?
Es quizás la disyuntiva en la que nos encontramos muchas veces en la vida. Se
abren distintos caminos ante nosotros, hay diversas cosas que podemos hacer,
nos llegan diferentes ofertas y tenemos que decidirnos. Aunque estemos en la
duda muchas veces. Todo nos parece igual de bueno o al menos es aceptable y eso
mismo quizás aumenta nuestra duda.
Pero también
lo podemos pensar en referencia a otras personas. ¿Qué va a hacer él? ¿Qué
decisión tomará? Pero, claro, nosotros andamos en suposiciones, por lo que en
otras ocasiones le hemos visto hacer, por lo que puedan ser sus gustos, pero lo
esperamos o no lo esperamos, vendrá o no vendrá, qué es lo que va a hacer,
sigue siendo para nosotros la incertidumbre.
En el
evangelio estamos escuchando el relato de lo que van a ser momentos decisivos
para Jesús. Se acerca la Pascua por El tantas veces anunciada. Y aquello que no
entendían los discípulos que Jesús les decía que iba a pasar está a punto de
realizarse. Ahora ha sido un momento decisivo después de la resurrección de Lázaro
en Betania y la gente está muy entusiasmada por Jesús. Y los dirigentes judíos
temen lo peor, que la gente los abandone y se vaya con Jesús, o que se pueda
armar una revuelta en la que intervengan los romanos y pudiera haber incluso una masacre. Por eso se ha reunido el consejo
de los Sumos Sacerdotes que tienen que tomar una decisión. Les cuesta, porque
saben cómo anda la gente detrás de Jesús. Será el Sumo Sacerdote el que fuerce
la decisión, porque ‘no tiene que morir por todo el pueblo’. No sabe él que con
sus palabras está dando cumplimiento a las Escrituras.
Pero Jesús se
ha retirado más allá de Betania, más allá del Jordán y cuando la gente sube a
Jerusalén porque ya se acerca la fiesta de la Pascua, se preguntan si Jesús
vendrá o no vendrá a la fiesta. Es la disyuntiva con la que comenzábamos de
alguna manera nuestra reflexión. Pero creo que esto tiene que hacernos
reflexionar sobre la vivencia de nuestra pascua.
También quizá
algunos se preguntan ¿qué hacemos? Se nos ofrecen también unas posibilidades de
otras cosas en estos días que ya por tradición todo el mundo llama Semana
Santa. Pensar en Semana Santa para un cristiano es pensar en estos días en que
celebramos la pasión y la muerte del Señor, en que celebramos la Pascua con su
resurrección. Para otros, semana santa significan unas vacaciones, unos viajes,
unos días de playa, a lo más quizá para algunos ir a contemplar unas
procesiones en algunos lugares que puedan ser más famosos o tener una tradición
distinta; miremos lo que abunda estos días en las noticias y cómo es tratado el
tema de la Semana Santa.
Y ahí en
medio estamos nosotros, nos encontramos ya a las puertas del comienzo de las
celebraciones y nos preguntamos también ¿qué hacemos? Puede que muchos hayamos
tomado la decisión de quedarnos en casa, de participar en las celebraciones de
nuestra parroquia, en los actos que se realicen allí donde vivimos. Pero,
repito, la pregunta sigue estando ahí, ¿qué hacemos?
Porque
también podemos tener diversas formas de estar o de participar. Son unas
tradiciones, es algo que siempre hemos vivido en la familia, son unas
celebraciones que reconocemos son hermosas e incluso emocionantes, pero ¿hasta
donde llegamos? ¿Nos quedamos simplemente ahí? ¿Daremos un paso más para hacer
todo eso parte de mi vida? como ya nos hemos preguntado en otro momento ¿Cómo
uniremos nuestras celebraciones religiosas y litúrgicas con lo que estamos
viviendo en estos días? ¿Llegaremos a descubrir la pasión de Cristo en el
sufrimiento que estamos contemplando, en las expectativas angustiosas que todos
podamos tener por la situación que vivimos?
Vamos mañana
a subir a Jerusalén con Jesús en su entrada en la ciudad. Vamos a ir poniendo
toda la sinceridad de nuestra vida pero poniendo ahí lo que es toda nuestra
vida y la vida de nuestro mundo hoy. Y vamos a celebrar la pascua como en
verdad tiene que ser para un cristiano, algo que vivimos con esperanza, porque
la fuerza de todo está en el amor.
Vamos a orar
de verdad, vamos a poner de verdad a Cristo en nuestro corazón con esperanza de
resurrección; no nos podemos quedar en la muerte, no quiere Cristo que nos
quedemos en el dolor y en la muerte sino que lleguemos a la vida, para eso
resucitó El. Vamos a darle intensidad profunda a lo que vamos a vivir en estos
días.