No vivimos ajenos a los problemas de cada día, no vivimos como en una nube en que no nos afectaran esas cosas incluso materiales en las que tenemos que manejarnos
Filipenses 4,10-19; Sal 111; Lucas 16,9-15
‘Oyeron esto los fariseos… y se burlaban de El’. Se burlaban de
Jesús porque a ellos muy amantes del dinero no les entraban en la cabeza
las recomendaciones que Jesús estaba haciendo del uso que debemos
hacer de las cosas.
Pero eso de las burlas ya lo conocemos, quizá en carne propia. Son las
burlas y sarcasmos del mundo que nos rodea cuando nosotros queremos presentar
el mensaje evangélico, cuando quizá con nuestra vida y no solo con nuestras
palabras estamos mostrando una nueva manera de vivir que no nos entienden. Se
vive en nuestro entorno un mundo demasiado materializado, sin trascendencia,
alejado de todo sentido espiritual, un mundo sin referencia a Dios y cuando
nosotros manifestamos nuestra fe habrá quien nos diga que para qué sirve eso.
Quizás algunos respetuosamente sigan viviendo su vida y no les importe
el sentido que nosotros queramos darle a la nuestra, pero bien sabemos que hay
muchos que quieren desterrar toda referencia a lo sagrado, al sentido
religioso, a lo que suene a cristiano, y si por ellos fuera destruirían todo
vestigio o signo religioso que haya en nuestra sociedad. No es raro escuchar en
estos que se presentan como los salvadores de la humanidad y que todo lo
quieren cambiar sus complejos y sus odios con un afán muy destructivo que sería
el camino por donde ellos quieren llevar a la sociedad. Nos cuesta en ocasiones
mantenernos firmes en la proclamación de nuestra fe, porque hay muchos que lo
quieren acallar, porque parece como si les molestara.
Jesús nos pide fidelidad al evangelio, al sentido de vida que El
quiere trasmitirnos. Nos previene para que no descuidemos incluso aquellas
cosas que nos pudieran parecer más pequeñas o quizá de segundo orden. Hoy nos
habla Jesús de fidelidad en las cosas pequeñas y en consecuencia nos pide
fidelidad en la buena administración incluso de esas cosas materiales de las
que nos valemos en la vida como sea el dinero. ‘El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de
fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si
no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de
veras?’, nos dice el
Señor hoy.
Y es que así tenemos que presentarnos ante nuestro mundo. No vivimos
ajenos a los problemas de cada día, no vivimos como en una nube en que no nos
afectaran esas cosas incluso materiales en las que tenemos que manejarnos.
Demasiado ya quieren decirnos que la religión nos adormece – el opio del
pueblo, fue una frase muy socorrida – pero nosotros con nuestro compromiso
y la seriedad con que vivimos los problemas de cada día hemos de manifestar,
que precisamente desde Dios, desde esa fe que tenemos en Dios más responsables
nos sentimos de este mundo que está en nuestras manos y al que tenemos que
contribuir en hacer mejor cada día.
Habrá quien no nos entienda, pero nosotros tenemos que proclamar
claramente el mensaje. El mundo necesita luz y nosotros con nuestra vida
tenemos que trasmitir esa luz de Jesús y de su evangelio. No nos cansemos. No
temamos las burlas y los sarcasmos que podamos encontrar. Sintámonos seguros de
nuestra fe y de nuestro ideal. Jesús está a nuestro lado.