Lo importante en nuestra vida cristiana es que queremos sintonizar con el evangelio, ideal y sentido de nuestro ser, que nos hace verdaderos discípulos de Jesús
Hechos de los apóstoles 16, 1-10; Sal 99; Juan 15, 18-21
Las palabras de Jesús nos ayudan a ser realistas en la vida. Todos
soñamos en algún momento con un mundo ideal, y por supuesto tenemos que luchar
por alcanzarlo, bien desde esa lucha nuestra de cada día por ir haciendo mejor
ese mundo en que vivimos, bien con la trascendencia y esperanza que vivimos la
vida pensando que un día alcanzaremos la plenitud eterna en Dios.
El evangelio de Jesús nos hace mirar hacia lo alto, por un lado desde
esa trascendencia como decimos con que vivimos nuestros actos, pero también
porque tenemos que esforzarnos por ponernos metas altas que nos hagan
elevarnos, no quedarnos arrastrándonos como si no pudiéramos más por esta
tierra y este mundo que algunas veces se nos puede hacer tenebroso. Jesús nos
ha ido presentando en el evangelio ese ideal de ese cielo nuevo y esa tierra
nueva, de ese Reino de Dios que nos anuncia y que nos invita a construir y que
nos hace que siempre estemos en ese deseo de superación y de crecimiento.
Pero esto no nos quita que tengamos dificultades, que encontremos
oposición, que dentro de nosotros mismos surjan también tentaciones de desánimo
o nos quieran hacer mirar hacia otros lados para distraernos del ideal. Por eso
tenemos que ser realistas y caminar con los pies bien sobre la tierra, aunque
encontremos esas durezas del camino, esas piedras que nos hacen tropezar, esos
desniveles que nos desequilibran. Esa oposición la encontramos en nosotros
mismos con nuestras pasiones, en ese desencanto y frialdad con que vemos vivir
a la gente a nuestro lado y aun así nos parece que son felices, pero también en
aquellos que se nos ponen en contra, porque no les gustan nuestros ideales ni
el mundo nuevo que nosotros queremos construir.
Y como decíamos Jesús nos quiere hacer realistas, nos demos cuenta de
la realidad. Esa realidad con la que El se encontró y que le llevó hasta el
calvario y la muerte; lo vemos continuamente en el evangelio que no todos son
tan forofos de los que dice o enseña Jesús, que muchos van a estar en contra,
que se va larvando una oposición e incluso persecución. Distintos momentos
veremos o que quieren apedrearle, tirarle por un barranco, prenderle, o muchos
se marchan también desencantados porque no es lo que ellos buscaban o les
parecen duras e insoportables las palabras de Jesús.
De todo eso nos previene hoy Jesús con sus palabras en el evangelio. ‘Si el mundo os odia, sabed que me ha
odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como
cosa suya, pero como no sois del mundo…’ Porque a nosotros nos
sucede igual, porque el mundo que nos rodea, incluso aquellos que aparentemente
puede aparecer muy religiosos con sus tradiciones o devociones, sin embargo no
siempre sintonizan con el evangelio. Y viene a decirnos Jesús: ‘No es el siervo más que su amo. Si a mí me
han perseguido, también a vosotros os perseguirán…’
Y eso ha de ser importante en nuestra vida cristiana. Que vivamos una
vida cristiana porque queremos sintonizar con el evangelio y convertirlo en
ideal y sentido de nuestra vida; es lo que verdaderamente nos hace cristianos
que seguimos a Jesús. Es la revisión constante que tenemos que hacer de nuestra
vida, de nuestros planteamientos, de nuestra manera de actuar para que seamos
fieles a los valores que nos enseña Jesús en el Evangelio y verdaderamente Dios
sea el centro de nuestra vida con todas sus consecuencias.