Aprendamos de la espiritualidad de María a rumiar las cosas en el corazón para descubrir y aceptar los designios de Dios
Génesis
27, 1-5. 15-29; Sal
134; Lucas
2,41-51
‘María, su madre,
conservaba todo esto en su corazón’.
Nos lo repite el evangelio. Cómo tenemos que aprender de María a guardar en el
corazón, a mirar con el corazón, a pasarlo todo por el filtro del amor, a tener
la mirada de Dios.
Es lo que hacía María. Es lo que haciéndose pequeña la
hacía grande. Cuando el ángel se le manifiesta en Nazaret ante su saludo se
quedó María rumiando en su corazón aquellas palabras del ángel. Y el ángel le
decía que estaba llena de Dios, que la gracia de Dios la inundaba. Es que María
rumiaba en su interior cuanto le sucedía para descubrir la acción de Dios en su
vida. Llegará a reconocer que el Señor ha hecho obras grandes en ella y por eso
bendice y alaba al Señor con toda su alma, con todo su ser.
¿Por qué María podía llegar a decir que era la esclava
del Señor y que estaba dispuesta, su corazón y su vida estaban abiertos para
que Dios realizara en ella lo que era su voluntad? Porque María era una mujer
abierta a Dios. En silencio, rumiando en su interior, meditando, reflexionando,
orando, queriendo escuchar a Dios, buscando siempre su voluntad, alabando y bendiciendo
a Dios María crecía en su interior; era la mujer llena del Espíritu divino de
tal manera que de ella había de nacer el Hijo del Altísimo, el Hijo de Dios. Es
la espiritualidad en que nos enseña a crecer María.
Miramos y celebramos hoy ese Corazón de María -
celebramos hoy la fiesta del Corazón de María -, aprendiendo de él, queriendo
parecernos a María, queriendo copiar en nosotros esa actitud de su corazón,
aprendiendo como María a guardar en nuestro corazón para así aprender a
descubrir siempre y en todo lo que es la voluntad del Señor.
Algunas veces los caminos pudiera parecernos que se nos
vuelven turbios y nos cuesta entender lo que nos sucede y por qué nos sucede.
Rumiemos como María en nuestro interior cuanto nos sucede abriéndonos a Dios para
descubrir sus designios y aunque nos cueste decirlo que también nos pongamos en
las manos de Dios, que también nos sintamos esos humildes siervos del Señor
dispuestos a aceptar y hacer lo que el Señor nos pide; que lleguemos a
descubrir lo que es la voluntad del Señor y así lo asumamos en nuestra vida,
que se cumpla en nosotros lo que es la voluntad de Dios, aunque nos llegue a
sangrar el corazón.
Y finalmente un deseo, quisiera estar en el corazón de
María; como ella guardaba todo en su corazón, que nos guarde a nosotros, que
nos deje introducirnos en su corazón porque así siempre nos sentiremos
protegidos en su corazón de madre, así siempre podremos sentir mejor lo que ese
corazón de madre querrá decirnos, y es que siempre busquemos a Jesús y hagamos
cuánto El nos diga.