Los familiares
de Jesús querían llevárselo, nos dice hoy el evangelio, porque no estaba en sus
cabales, nos recuerda muchas cosas
2Samuel 1, 1-27; Sal 79; Marcos 3, 20-21
‘Se le fue el baifo’, es una expresión canaria que los que no son de
nuestra tierra no lo entenderán, pero que me ha venido de forma espontánea a la
mente al escuchar el texto que nos ofrece hoy el evangelio. El baifo en nuestra
tierra es la cría de la cabra, un cabrito, que como todo cachorro de animal es
juguetón, le gusta saltar y correr y algunas veces hasta se pierde de la
manada. Aquí en Canarias empleamos esa expresión para referirnos a alguien que
no anda bien de su cabeza, no está en sus cabales, como se suele decir también.
Es lo que en esos pocos versículos del
Evangelio de hoy se nos dice. Querían retener a Jesús sus familiares, por el
jaleo tan tremendo que se había formado a su alrededor, que ni lo dejaban comer
– en otro momento será Jesús el que se quiera ir con sus discípulos más
cercanos a un lugar apartado para descansar porque eran tantos los que iban y
venían que no les daban tiempo ni para comer. Ahora son los familiares de Jesús
los que se lo quieren llevar.
¿Cuáles eran los comentarios que se
iban formando en torno a Jesús? Ya los evangelistas nos van diciendo como hay
gente entusiasmada por seguirle, por sus escuchar sus palabras, por
beneficiarse de sus milagros y por eso le traen toda clase de enfermos con las
más diversas dolencias, pero mientras va surgiendo una oposición, un
descontento por parte de muchos a los que escandalizan las palabras y los
gestos que Jesús va realizando. No se atreven a actuar, nos dirán en otros
momentos los evangelistas, porque son muchos los que le siguen y se crearía una
revuelta, pero andan buscando la ocasión.
Si nos ponemos con una cierta distancia
ante las palabras y los gestos de Jesús es cierto que son provocadores, que
desconciertan a muchos; algo nuevo está ofreciendo que obligaría a un cambio, a
una toma de posturas distintas; para muchos anclados en sus costumbres y sus
rutinas, que son los que nunca quieren cambiar, aquella manera de actuar de
Jesús en cierto modo es revolucionaria. Ya veremos que más tarde incluso en el
Sanedrín temen que el Procurador pueda tomar unas decisiones drásticas y será
por eso por lo que acuerdan quitar de en medio a Jesús.
Ahora, repito, son los familiares los
que no terminan de entender las palabras y la manera de actuar de Jesús. Pero
eso sucedió entonces y sigue sucediendo hoy. Quien escucha por primera vez que
hay que amar a los enemigos, que para ganar la vida hay que perderla, que no se
puede servir a Dios y al dinero porque a uno u a otro se amará o se odiará,
serán cosas que no entienda, porque
siempre han actuado de otra manera.
Quien escuche que hay que perdonar
hasta siete veces siete para entender que eso significa que hay que perdonar
siempre, cuando lo que buscamos en la revancha, la justicia por nuestra mano o
el condenar de la forma que sea a quien me haya herido o molestado, le costará
comprender las palabras de Jesús.
Quien escuche que tenemos que ser
capaces de lavarles los pies a los otros, aunque sepamos que entre ellos esté
alguien que me haya traicionado, dirá que eso es cosa de locos, que eso es
imposible.
Quien contempla la radicalidad que
plantea Jesús en lo que a su amor toca, de manera que nos diga que quien ame a
su padre o a su madre, a su hijo o a su hija, más que a Él no es digno de ser discípulo
suyo, terminará seguramente pensando igual que aquellos familiares que se lo querían
llevar porque no estaba en sus cabales.
Seamos sinceros. ¿No será acaso lo que
hemos pensado en alguna ocasión cuando escuchamos una predicación valiente de
un sacerdote, o del mismo Papa, que nos plantea las cosas de forma radical
siguiendo a fondo el espíritu del Evangelio? Muchos testimonios en este sentido
podríamos aportar. Muchas cosas siguen sucediendo así en nuestro mundo de hoy.
¿No ha habido recientemente en alguna nación
que han expulsado, desterrado a sacerdotes, a misioneros, incluso a Obispos,
por su palabra valiente va en contra de los intereses de sus gobernantes? Son
noticias de estos mismos días. Y en nuestro entorno bien sabemos las
interferencias mediáticas que hay en contra de la Iglesia para tratar de
manchar su imagen porque su presencia es denuncia de situaciones graves que
padecemos en nuestra sociedad.
Los familiares de Jesús querían
llevárselo, nos dice hoy el evangelio, porque no estaba en sus cabales. Nos
recuerda muchas cosas.