Necesitamos
unas nuevas actitudes con los demás sabiendo contar con ellos sean como sean,
como Jesús contó con Mateo que era un publicano
Efesios 4, 1-7. 11-13; Salmo 18; Mateo 9,
9-13
Invitamos a un amigo a una fiesta y
seguramente no se hará de rogar mucho para aceptarnos esa invitación, lo mismo
que si es a una comida o a una salida; claro que se trata entre amigos y se da
por sentada la confianza y los deseos de estar con el amigo. Que venga una
persona que nosotros desconocemos o que no sea de los habituales con quienes
solemos estar y ya nos lo tendríamos que pensar un poco, porque siempre andamos
con las desconfianzas y muchas veces nos falta sinceridad.
Pero si vienen para pedirnos una
colaboración o una ayuda para algo que tenemos que hacer, ya estaremos pensando
si tenemos tiempo, si podemos o no podemos comprometernos, si eso nos va a
traer algunas consecuencias o algunos gastos extra, y así no vamos poniendo
pegas y retrasando la respuesta. Menos aun sería seguramente si no vemos claro
aquello a que nos invitan, porque de alguna manera sea una aventura, entonces
nos costará mucho más el decidirnos.
Cuando hoy escuchamos en el evangelio
que Jesús pasando por delante de la garita o el mostrador de los impuestos, le
dice a Mateo que lo siga y éste se levante dejándolo todo nos sorprende; no
sería lo habitual que nosotros hiciéramos. ¿Habría oído Mateo hablar de Jesús o
él mismo lo habría escuchado? Por muy enfrascado que estuviera en sus negocios
alguna noticia tendría, o quizás alguna vez también se había acercado a
escucharle en el anonimato en medio de la gente. Conocemos al otro publicano
que quería conocer a Jesús y se le ocurrió la idea de subirse a la higuera para
ver pasar a Jesús sin mayores consecuencias.
Un hecho, pues, que nos sorprende es la
decisión inmediata de Mateo de ponerse a seguir a Jesús. Era un publicano,
despreciado habitualmente entre los judíos por su colaboración con Roma en el
cobro de los impuestos; de alguna manera pertenecía a la organización del
pueblo que los dominaba.
¿Habría en si mismo, en su interior, un
conflicto entre aquello que hasta ahora estaba ejerciendo y lo que Jesús le
proponía? también podía retraerse por esa misma condición de publicano, de no
considerar que fuese la persona apropiada para aquello que Jesús le pedía. Ya
veremos luego la reacción contra Jesús por comer rodeado de publicanos y
pecadores. Esto también podría ser algo que ronroneara en su interior antes de
tomar una decisión. Pero el evangelio dice que se levantó y lo siguió.
¡Cuántas vueltas le damos nosotros a
las cosas en nuestra cabeza cuando tenemos que tomar una decisión, de dar un
paso adelante en la vida! Estamos ocupados, ya tenemos nuestras cosas, que se
comprometan otros que hay por ahí tanta gente que no hace nada, no valemos,
cómo vamos a comprometernos si no sabemos a qué nos va a llevar todo esto, y así
una letanía interminable de disculpas, de pasos atrás, de miedos y cobardías.
¿Despertará en nosotros este evangelio unos nuevos sentimientos y actitudes?
Y ya lo hemos mencionado. La reacción
que los escribas y fariseos tuvieron ante el hecho de que Jesús participara con
su grupo con aquellos nuevos amigos que en cierto modo acompañaban a Mateo en
un banquete que se le había preparado. ‘¿Cómo es que vuestro maestro come
con publicanos y pecadores?’ es lo que murmuran comentándoselo a los discípulos
porque no se atreven a la cara a decírselo a Jesús.
Ay esos ronroneos y comidillas a los
que somos tan fáciles en la vida. Siempre tenemos un juicio que hacer sobre lo
que hacen los demás, siempre estamos preparados para una condena y una
descalificación con tal de quitarnos de en medio a quien por la rectitud de su
vida es alguien que nos resulta incómodo.
‘No tienen necesidad de médico los
sanos sino los enfermos’, es la
respuesta de Jesús. El ha venido a sanar y a salvar, El ha venido a buscar la
oveja perdida, y a esperar con los brazos abiertos al hijo pródigo, El es quien
nos busca cuando en nuestra cabezonería no queremos entrar, no queremos acoger,
no queremos nosotros tampoco comprender a los demás y perdonar. ¿Aprenderemos a
tener nuevas actitudes para con los demás ofreciendo siempre la generosidad de
nuestro perdón para ser capaces de contar también con ellos sean como sean?
Jesús contaba con Mateo a pesar de que era un publicano.
‘Misericordia quiero y no
sacrificios’, que ya había dicho el
profeta. Así nos busca y nos llama, así se sienta a la mesa con nosotros, pero
para ofrecernos otra comida mejor, porque se nos dará El mismo haciéndose
comida y vida para nosotros. Quien le come vivirá para siempre, El nos
resucitará el último día.