Siempre
dispuestos a actitudes positivas que tiendan una mano para levantar y para
hacer camino junto a los que lo tienen difícil en la vida
1Corintios 15, 1-11; Salmo 117; Lucas 7,
36-50
Quieras que no también tenemos la tentación
de mirar por encima del hombro; escogemos nuestras amistades como la cosa más
natural del mundo, pero muchas veces ya no es solo eso; miramos y desde la
distancia calibramos a las personas, por su apariencia, todavía nos queda algo
de aquello del color de la piel o de su lugar de origen, y catalogamos con
facilidad metiendo a todos en el mismo montón, pero sin un criterio claro.
En nuestra tierra estamos ahora con el
gran problema de los que llamamos los inmigrantes ilegales, porque utilizan
cualquier medio para llegar a nuestras costas en esas frágiles pateras que han
hecho perder muchas vidas humanas en su travesía; hoy es muy normal en nuestra
isla cruzarnos en nuestras calles o en nuestros medios de transporte muchos de
esos jóvenes que han venido buscando una vida mejor que la que tienen en sus países
y andan de un lugar para otro esperando conseguir algún día alguna salida para
sus vidas.
Pero tristemente al mismo tiempo se
está dando un fenómeno de desconfianza y de rechazo en mucha gente simplemente
por eso; algunos episodios de desorden habrán sucedido en alguna ocasión, pero
ya la gente los ve a todos con el mismo cristal y es fácil encontrarse en las
redes videos que de una forma o de otra manifiestan esa culpabilización tan a
la ligera con que queremos cargarlos a todos simplemente por ser emigrantes y
que señalan esa discriminación que de alguna manera se nos está metiendo en
nuestras mentes. No tenemos muy clara cual es nuestra reacción interior y también
con gestos externos cuando nos cruzamos con ellos o se sientan a nuestro lado
en el transporte público.
Me hago esta reflexión que comparto en
esta semilla queriendo encontrar luz en el evangelio que hoy se nos ofrece.
Porque seriamente tenemos que plantearnos si esas desconfianzas y
culpabilizaciones caben en el corazón de quien se siente discípulo de Jesús. Y
lo mejor que podemos hacer es acudir al evangelio y contemplar el actuar de
Jesús.
El episodio de hoy nos habla de que
Jesús había sido invitado a comer a casa de un fariseo. Mientras están
recostados en la mesa – tengamos en cuenta la manera de situarse en torno a la
mesa en las costumbres de la época – una mujer se ha acercado por detrás a los
pies de Jesús a los que cubre de besos y con sus lagrimas mientras derrama en
ellos un frasco de perfume. Pero a los ojos de los comensales no es una mujer
cualquiera y allí andan con su prevención como lo estaba quien había invitado a
Jesús, era una mujer pecadora. Allá en su interior andaban los pensamientos
mientras quizás andaban inquietos en sus asientos.
Si Jesús supiera quien es esa mujer,
anda pensando el que había invitado a Jesús. Y Jesús bien sabía quien era la
que estaba lavando los pies con sus lágrimas y ungiéndoselos con aquel perfume.
Sin que mediaran palabras de desconfianza aunque quizás sus movimientos inquietos
delataran sus pensamientos es Jesús el que se adelanta con esa pequeña parábola
de los dos deudores. ¿A quien se le perdonó más? A aquel aunque fueran grandes
las deudas sin embargo había mostrado mayor amor de arrepentimiento.
Jesús le hace ver a Simón que aunque él
no había cumplido con las leyes de la hospitalidad y Jesús no se lo había
echado en cara, sin embargo aquella mujer sí lo había hecho. Y con ello estaba
mostrando el mucho amor que había en su corazón aunque también hubiera pecado
mucho. Jesús no discrimina, Jesús acoge. Jesús no aparta al pecador porque se
pueda contagiar de su pecado, Jesús ofrece siempre el amor generoso del perdón.
Jesús no tiene en cuenta historias pasadas por muy negativas que hayan podido
hacer, sino que Jesús siempre nos pone en camino hacia delante dándonos la
oportunidad de una vida nueva. Jesús no se deja arrastrar por las prevenciones
que puedan tener los demás, sino que Jesús estará siempre con los brazos
abiertos para acoger y para llenar de vida.
¿Qué nos estará diciendo Jesús para
esas prevenciones y desconfianzas con que tantas veces andamos en la vida? Unas
actitudes nuevas y unos valores nuevos nos está pidiendo.
¿Qué nos estará diciendo Jesús a
quienes quizás nos sentimos bajo el peso y la sombra de una vida negativa que
hayamos vivido? Una confianza de que en El siempre vamos a encontrar
misericordia y nos pondrá en camino de algo nuevo para la vida, lo que en
verdad nos llena de esperanza, aunque no lo encontremos en los demás.
¿Qué nos estará diciendo Jesús a los
que nos dejamos arrastrar por las prevenciones y los prejuicios de los otros o
de la misma sociedad hacia quienes pueden parecernos distintos? La actitud del
cristiano siempre tiene que ser positiva para tender una mano para levantar, para
ponernos a hacer camino junto a esos que tan difícil lo tienen, y para sembrar
semillas de algo mejor para nuestro mundo.
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