En la tarea evangelizadora que tenemos entre manos Jesús no nos deja solos, no nos faltará la fuerza y la asistencia del Espíritu.
Efesios 1,15-23; Sal 8; Lucas
12, 8-12
Ir a contracorriente en la vida no es fácil. Como se dice ahora hay
que hacer o seguir la corriente de lo que es políticamente correcto. Pero creo
que actuar así, solo por lo políticamente correcto, es mermar nuestra libertad.
¿No puedo tener mi propio pensamiento? ¿No puedo hacer lo que yo creo en ese
momento que es lo mejor y lo más justo? Creo que sería lo ideal, pero nos
sentimos condicionados muchas veces.
Cada uno piensa que su opción o su postura es lo mejor, pero eso no
nos da derecho a que queramos imponer nuestra manera de ver las cosas o nuestra
manera de actuar a los demás. Una cosa es que tratemos de convencernos, que
busquemos razones para lo que hacemos y con lo que queremos convencer al otro,
pero porque ahora haya un grupo de presión en la sociedad que nos venga como
salvador y nos quiera imponer sus ideas, es otra canción, por decirlo de una
forma suave.
Y nos estamos encontrando con eso en nuestra sociedad, y cuatro que
gritan fuerte se creen la mayoría y que entonces las cosas haya que hacerlas
como ellos dicen. Lo vemos en la política, lo vemos en las relaciones sociales,
lo vemos en los grupos de influencia o de presión que nos encontramos a la
vuelta de la esquina en cualquier institución o en cualquier grupo social. Y
como ellos nos dicen como hay que hacer las cosas ya no se respeta la
conciencia individual de las personas.
Nos es difícil nadar a contracorriente, siguiendo cada uno los dictámenes
de su propia conciencia. Nos sentimos presionados por el ambiente, por lo que
se cocina en nuestra sociedad que muchas veces puede estar muy distante de
nuestra manera de ver las cosas. Y esto nos pasa también en el ámbito de
nuestra vida religiosa, de nuestro compromiso cristiano. En una sociedad
incluso como la nuestra en la que la mayoría están bautizados vemos cómo las
cosas cambian y entre esos mismos bautizados que han abandonado la fe, nos
encontramos los más fuertes oponentes en muchas ocasiones.
Cuando hacemos números de estadísticas en el mismo ámbito de la
Iglesia quizá nos dejamos llevar por los libros de registros de nuestros
bautismos, pero luego vemos que en la realidad de la vida, no todos esos que están
bautizados han hecho una opción cristiana en su vida, e incluso entre quienes
viven alguna forma de religiosidad, incluso relacionada con la Iglesia, sin
embargo en sus posturas más profundas están muy lejos del sentir de la Iglesia
y de lo que nos enseña el evangelio. Y ahí nos encontraremos quizá en ocasiones
la más fuerte oposición cuando queremos hablar radicalmente de una opción por
el evangelio y cuando queremos purificar actitudes y posturas que tenemos que
de nuevo reenvangelizar.
Y algunas veces quienes queremos vivir un compromiso serio con nuestra
fe nos sentimos abrumados por las dificultades, nos podemos sentir cansados en
nuestros trabajos apostólicos y en nuestras luchas y nos parezca que es
imposible realmente avanzar. Pero no podemos echar en el saco del olvido las
palabras de Jesús. Hoy nos lo recuerda en el evangelio. No hemos de temer,
porque no nos faltará la fuerza del Espíritu que está con nosotros y El va a
poner fuerza en nuestro corazón, energía espiritual – su gracia - en nuestra
vida, y hasta palabras en nuestros labios para hacer valientemente ese anuncio
del Evangelio.
No es fácil nadar a contracorriente, pero Jesús no nos deja solos. En
la tarea evangelizadora que tenemos entre manos no nos faltará la fuerza y la asistencia del
Espíritu.