Dejémonos
impresionar por la acción de Dios en nosotros manifestada en Cristo Jesús,
muerto y resucitado, que nos transforma y hace entrar en una nueva dimensión
Hechos de los apóstoles 4, 13-21; Sal 117;
Marcos 16, 9-15
Como solemos decir hay cosas que nos
suceden que nos dejan descolocados. Cosas que nos sorprenden, cosas que no
esperábamos, cosas que nos suceden en un momento en que estamos viviendo
fuertes emociones y el horno no está para muchos bollos, un suceso, algo
extraordinario que nos aparece en la vida y que nos hace hacernos nuevos
planteamientos, algo que nos hace emprender una nueva forma de ver la vida y lo
que hacemos.
Yo creo que algo así les sucedió a los discípulos
más cercanos a Jesús y no digamos nada de los que estaban en contra. Quizá
nosotros estemos muy habituados a la palabra resurrección que al final ni nos
detenemos a ver el significado real de lo que es la resurrección de entre los
muertos y las repercusiones que puede tener o que de hecho tiene el hecho de la
resurrección en la vida de los que nos decimos creyentes en Jesús.
El lo había anunciado, como había
anunciado todo lo que iba a suceder en su pasión y su muerte en la cruz. Pero
ya sabemos los reticentes que eran los discípulos cercanos a Jesús para creer
lo que Jesús anunciaba; ya sabemos como incluso trataban de quitárselo de la
cabeza. Por eso cuando van acaeciendo todos esos sucesos de su pasión y se su
muerte en la cruz ya se sentían fuera de órbita y con muchos miedos; muchos no
dieron la cara, sino más bien se escondieron o incluso de quien menos se
pensaba hasta negó conocerlo.
Pero el hecho de la muerte estaba ahí
con todo lo duro que era puesto que de alguna manera podía aparecer como un
fracaso de un proyecto de vida, pero es que Jesús había dicho que tras la muerte
vendría la resurrección. Había tenido experiencias de resurrección con Lázaro o
con la hija de Jairo, pero podrían darle incluso muchos significados. Pero
había hablado de su propia resurrección y era por lo que les decían lo que
había sucedido en aquella mañana. Las mujeres habían vuelto del sepulcro
contando que estaba vacío, así lo constataron algunos que fueron también
corriendo al sepulcro a ver lo que había pasado, pero todo andaba como envuelto
de misterio.
Poco a poco algunos fueron teniendo la
experiencia de encontrarse con El que estaba vivo y resucitado, María Magdalena
que se había quedado llorando a la puerta del sepulcro, aquellos dos que se habían
marchado a Emaús y ahora contaban como les había acompañado en el camino y lo
reconocieron al partir el pan, y el grupo de los discípulos se encontraba con
El de repente cuando están reunidos en el cenáculo recibiendo todas estas
noticias en las que no querían creer. Pero ahora estaba allí en medio. Era El.
Y les recriminaba que no hubieran creído.
Justa la recriminación de Jesús, porque
no creyeran los sumos sacerdotes y todos los estaban en su contra podría
parecer de lo más normal; pero que no creyeran ellos que con El habían
convivido, le habían escuchado, les había enseñado de manera especial, parece
que era incomprensible. Pero así andaba la fe de aquellos que tenían que ser
sus testigos hasta los confines del mundo.
Porque esa es la misión que les está
confiando. ‘Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación’.
Mucho quería Jesús confiar en ellos cuando les confía esta misión, pero es la misión
de los testigos y ellos tienen que ser testigos. Es la misión que a nosotros
también nos confía, porque nosotros también tenemos que ser testigos ante toda
la creación.
El evangelio de Marcos de quien está
tomado este texto del sábado de pascua en la mañana sabemos que es el más breve
de todos los evangelios y el más escueto en el tema de la resurrección de
Jesús. Parece como si solamente hiciera un breve resumen frente a lo más prolijos
que son los otros evangelistas. Pero nos vale para que nos reafirmemos en
nuestra fe, para que nos sintamos fuertes y seguros.
Dejémonos conducir por el Espíritu del
Señor que El nos guía y nos fortalece. Asumamos la misión que nos confía. Desde
este encuentro con Cristo resucitado algo nuevo ha de comenzar en nosotros, una
transformación tiene que producirse en nuestra vida, un impacto profundo que
nos hace tomar nuevos rumbos para el sentido de nuestra existencia. Dejémonos
impresionar por la acción de Dios en nosotros que se nos manifiesta en Cristo
Jesús, muerto y resucitado.