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sábado, 10 de abril de 2021

Dejémonos impresionar por la acción de Dios en nosotros manifestada en Cristo Jesús, muerto y resucitado, que nos transforma y hace entrar en una nueva dimensión

 


Dejémonos impresionar por la acción de Dios en nosotros manifestada en Cristo Jesús, muerto y resucitado, que nos transforma y hace entrar en una nueva dimensión

Hechos de los apóstoles 4, 13-21; Sal 117; Marcos 16, 9-15

Como solemos decir hay cosas que nos suceden que nos dejan descolocados. Cosas que nos sorprenden, cosas que no esperábamos, cosas que nos suceden en un momento en que estamos viviendo fuertes emociones y el horno no está para muchos bollos, un suceso, algo extraordinario que nos aparece en la vida y que nos hace hacernos nuevos planteamientos, algo que nos hace emprender una nueva forma de ver la vida y lo que hacemos.

Yo creo que algo así les sucedió a los discípulos más cercanos a Jesús y no digamos nada de los que estaban en contra. Quizá nosotros estemos muy habituados a la palabra resurrección que al final ni nos detenemos a ver el significado real de lo que es la resurrección de entre los muertos y las repercusiones que puede tener o que de hecho tiene el hecho de la resurrección en la vida de los que nos decimos creyentes en Jesús.

El lo había anunciado, como había anunciado todo lo que iba a suceder en su pasión y su muerte en la cruz. Pero ya sabemos los reticentes que eran los discípulos cercanos a Jesús para creer lo que Jesús anunciaba; ya sabemos como incluso trataban de quitárselo de la cabeza. Por eso cuando van acaeciendo todos esos sucesos de su pasión y se su muerte en la cruz ya se sentían fuera de órbita y con muchos miedos; muchos no dieron la cara, sino más bien se escondieron o incluso de quien menos se pensaba hasta negó conocerlo.

Pero el hecho de la muerte estaba ahí con todo lo duro que era puesto que de alguna manera podía aparecer como un fracaso de un proyecto de vida, pero es que Jesús había dicho que tras la muerte vendría la resurrección. Había tenido experiencias de resurrección con Lázaro o con la hija de Jairo, pero podrían darle incluso muchos significados. Pero había hablado de su propia resurrección y era por lo que les decían lo que había sucedido en aquella mañana. Las mujeres habían vuelto del sepulcro contando que estaba vacío, así lo constataron algunos que fueron también corriendo al sepulcro a ver lo que había pasado, pero todo andaba como envuelto de misterio.

Poco a poco algunos fueron teniendo la experiencia de encontrarse con El que estaba vivo y resucitado, María Magdalena que se había quedado llorando a la puerta del sepulcro, aquellos dos que se habían marchado a Emaús y ahora contaban como les había acompañado en el camino y lo reconocieron al partir el pan, y el grupo de los discípulos se encontraba con El de repente cuando están reunidos en el cenáculo recibiendo todas estas noticias en las que no querían creer. Pero ahora estaba allí en medio. Era El. Y les recriminaba que no hubieran creído.

Justa la recriminación de Jesús, porque no creyeran los sumos sacerdotes y todos los estaban en su contra podría parecer de lo más normal; pero que no creyeran ellos que con El habían convivido, le habían escuchado, les había enseñado de manera especial, parece que era incomprensible. Pero así andaba la fe de aquellos que tenían que ser sus testigos hasta los confines del mundo.

Porque esa es la misión que les está confiando. ‘Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación’. Mucho quería Jesús confiar en ellos cuando les confía esta misión, pero es la misión de los testigos y ellos tienen que ser testigos. Es la misión que a nosotros también nos confía, porque nosotros también tenemos que ser testigos ante toda la creación.

El evangelio de Marcos de quien está tomado este texto del sábado de pascua en la mañana sabemos que es el más breve de todos los evangelios y el más escueto en el tema de la resurrección de Jesús. Parece como si solamente hiciera un breve resumen frente a lo más prolijos que son los otros evangelistas. Pero nos vale para que nos reafirmemos en nuestra fe, para que nos sintamos fuertes y seguros.

Dejémonos conducir por el Espíritu del Señor que El nos guía y nos fortalece. Asumamos la misión que nos confía. Desde este encuentro con Cristo resucitado algo nuevo ha de comenzar en nosotros, una transformación tiene que producirse en nuestra vida, un impacto profundo que nos hace tomar nuevos rumbos para el sentido de nuestra existencia. Dejémonos impresionar por la acción de Dios en nosotros que se nos manifiesta en Cristo Jesús, muerto y resucitado.

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