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sábado, 8 de abril de 2017

La muerte de Jesús es algo más de que uno tiene que morir por todos porque para nosotros es Pascua, paso Salvador de Dios por nuestra vida y nuestro mundo

La muerte de Jesús es algo más de que uno tiene que morir por todos porque para nosotros es Pascua, paso Salvador de Dios por nuestra vida y nuestro mundo

Ezequiel, 37, 21-28; Sal.: Jer. 31, 10-13; Juan 11, 45-56
Ya sabemos como nos las gastamos cuando en la vida actuamos movidos por intereses, por orgullos, por vanidades, donde buscamos o nuestras ganancias o nuestra superioridad y poder, cuando queremos ponernos sobre el pedestal y todo aquel o aquello que nos lo impida lo quitamos de en medio o lo destruimos.
Nos puede parecer fuerte lo que estamos diciendo pero bien sabemos que cosas así suceden en muchos aspectos y circunstancias de la vida social. No queremos que nadie nos haga sombra, nos molesta quizás quien con su rectitud esta indirectamente señalando lo injusto que nosotros realizamos, el que nos dice la verdad tratamos de acallarlo, y a quien por su vida puede ser un signo para nosotros lo ignoramos o tratamos de desprestigiarlo, de anularlo de la manera que sea.
¿Por qué tenemos que actuar así? Ya sabemos como nos ciega materialismo de la vida; ya sabemos que la perdida de valores nos hará movernos por intereses y por vanidades; ya sabemos como hemos convertido la vida en una lucha sin cuartel y vamos perdiendo en humanidad y al final el hombre termina siendo un lobo para el hombre. Hemos de saber estar alertas porque esas cosas nos pueden suceder, en esas redes podemos caer, por esa pendiente podemos resbalar y ya sabemos como podemos terminar aunque nos creamos colocados en los pedestales mas altos.
‘Uno tiene que morir para que todo el pueblo no perezca’, les viene a decir el sumo sacerdote Caifas a los principales del pueblo reunidos en el Sanedrín. Las noticias corren que vuelan, a Jerusalén ha llegado la noticia de lo que ha hecho Jesús en Betania, donde ha resucitado a Lázaro y les molesta tremendamente que  cada vez haya mas gente que crea en Jesús. Ya habían estado queriendo ponerle zancadillas de mil maneras, en dialéctica no habían podido ganar a Jesús porque su sabiduría era mayor, pero había que quitarlo de en medio. Es lo que les viene a decir Caifas y en lo que van a poner manos a la obra.
¿Intereses políticos porque podría surgir una rebelión y los romanos podrían avasallar a todos con sus legiones? Quizás se la pantalla que ponen, pero detrás puede haber otros intereses egoístas desde la situación en la que se han colocado y que las palabras de Jesús puede perturbar. ¿Una reacción ante lo nuevo que significaba Jesús y el mensaje que Jesús proclamaba? Son muchas las lecturas que podemos hacer. Como nos sucede ante tantas situaciones de la vida en la que nos vemos envueltos o la lectura tergiversada que podemos hacernos a veces hasta del actuar de la Iglesia o de lo que nos dice el Papa. Cada uno quizás desde el color del cristal a través del cual mira la vida.
El evangelista nos da una clave distinta. Nos hace una lectura creyente de la realidad y de lo que esta por suceder. Sin descartar esas motivaciones que puede haber por detrás sin embargo quiere hacer una lectura profética de las palabras de Caifas. ‘Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, hablo proféticamente anunciando que Jesús iba a morir por la nación y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos’.
Nos viene muy bien este apunte en el momento en que estamos prácticamente comenzando la semana santa. Consideremos lo que en verdad vamos a celebrar. ‘Uno tiene que morir por el pueblo…’ Jesús entrega su vida, es su pascua, como cordero inmolado para quitar el pecado del mundo.
Decíamos antes que se hacían muchas lecturas de las palabras de Caifas; en el mundo que vivimos también son diversas las lecturas que se hacen de la semana santa. Ya sabemos en que se queda para muchos. Lo de santa será una excusa para muchas cosas diversas. Para muchos puede ser unos días de devoción para asistir a unos actos religiosos, participar quizás en unas procesiones, quedarnos extasiados ante la belleza de los pasos procesionales, quizás vivir una emoción momentánea desde el realismo duro y cruel de unas imágenes que nos presentan el dolor y la muerte de Jesús, pero quizás no demos un paso mas adelante. No digamos de quienes se lo toman como unas vacaciones de primavera como las puede haber en invierno o las tendremos en verano. ¿Será solo eso para nosotros?
Contemplemos y vivamos lo que el evangelista que proféticamente se nos anunciaba. Es la Pascua, es el paso salvador del Señor por nuestra vida. No es un paso en el vacío, es un paso de vida y de salvación para el que nosotros hemos de estar predispuestos. Pensemos como vamos a celebrar, que es lo que vamos a celebrar, que nos falta que preparar para que en verdad sea la Pascua en nosotros, en nuestra vida y también para nuestro mundo.

viernes, 7 de abril de 2017

A las puertas de la semana de pasión que nos conduce a la Pascua caminamos en pos de María, Madre de los Dolores, que nos llevará por el amor y la cruz a la gloria de la vida

A las puertas de la semana de pasión que nos conduce a la Pascua caminamos en pos de María, Madre de los Dolores, que nos llevará por el amor y la cruz a la gloria de la vida

Jeremías 20,10-13; Sal 17; Juan 10,31-42
Los textos litúrgicos de este día nos hablan de aquellas diatribas que Jesús mantenía con los judíos sobre su propia identidad por lo que buscaban la manera de prenderle y de quitarle de en medio. Cuando en el evangelio de Juan se hace esa mención a los judíos no es una referencia en general  a todo el pueblo, sino mas bien a los dirigentes de la sociedad del momento, como eran los sumos sacerdotes, el sanedrín, los escribas o maestros de la ley y aquellos grupos de especial influencia como serian los fariseos y los saduceos.
Hoy veremos, incluso, que Jesús se retira a la región de más allá del Jordán donde aun sigue predicando y nos dice el evangelista que muchos creyeron en El. Será en esa estancia mas allá del Jordán donde le llegara la noticia de la enfermedad de Lázaro, que escuchábamos el pasado domingo y su posterior muerte con los acontecimientos que siguieron ya comentados.
Estamos a las puertas ya casi de la semana santa y la liturgia nos va preparando para estos días de pasión que nos lleven a celebrar la pascua. Por eso todo el ambiente que nos ofrecen las lecturas de la Palabra de Dios hacen referencia a como tramaban contra El que desembocara en su prendimiento como iremos viendo en los días sucesivos. Nos daría esto para momentos de reflexión en como nosotros aceptamos de corazón a Jesús y estamos dispuestos a entrar con El en esta semana de pasión, pero ya será tema de reflexión en los próximos días.
Este viernes de la quinta semana de cuaresma – semana que ya comúnmente llamamos también de pasión – es tradicional fijarnos en la figura de María. Llamamos a este viernes precisamente Viernes de Dolores, por esa referencia a la Madre de Jesús. Aunque la festividad litúrgica de la Virgen de los Dolores es el quince de Septiembre ya en  nuestros templos suele estar entronizada la imagen de la Virgen Dolorosa como una preparación fuerte para nuestros corazones para vivir los días que se acercan.
Miramos, si, a María en el camino de la pasión, al pie de la cruz en el Calvario. Madre de los Dolores, la llamamos, Virgen de las Angustias y así tantos nombres que con nuestro amor de hijos queremos darle junto al sufrimiento redentor de su Hijo en la Cruz. Allí Jesús quiso dárnosla como Madre, aunque ella nos llevaba ya en el corazón desde que acepto la Encarnación de Dios en sus entrañas. Conocía ella las Escrituras y lo que los profetas habían anunciado del sufrimiento del Siervo de Yahvé. Ella sabia que allí estaba la redención. También el anciano Simeón se lo había anunciado diciéndole que una espada atravesaría su alma. Jesús seria un signo de contradicción porque su ofrenda de amor le llevaba a la muerte y aquella muerte nos daría la vida.
Pero de signos contradicción íbamos a ser nosotros porque teniendo la salvación que Jesús nos ofrecía a nuestra mano sin embargo en lugar de la vida tantas veces preferimos la muerte. Contradicciones de nuestra vida pecadora. Y María sabia que había de estar a nuestro lado para recordarnos una y otra vez el camino de Jesús, el camino del amor que nosotros habíamos de escoger. En su dolor y sufrimiento están los dolores de Jesús en la cruz, pero esta también nuestro sufrimiento como están nuestras negruras y oscuridades.
Cuando ahora la vamos a contemplar caminando en pos de Jesús en la calle de la Amargura vamos a seguir sus pasos, vamos ponernos a su lado, vamos a sentir el resplandor y el calor de su amor que mueva también nuestros corazones para que nos decidamos a hacer el camino de Jesús. María es un camino certero que nos lleva a la pascua, que nos hace vivir la pascua, que nos ayudará a transformar nuestro corazón y nuestra vida para sentirnos siempre iluminados por la luz de Jesús.
Ella siempre nos dirá haced lo que El os diga, y nos señala del camino de Jesús, el camino de la cruz pero que es el camino del amor y de la vida.

jueves, 6 de abril de 2017

Jesús nos ofrece una vida sin fin y nos alimenta de su carne para resucitar en el último día

Jesús nos ofrece una vida sin fin y nos alimenta de su carne para resucitar en el último día

Génesis 17,3-9; Sal 104; Juan 8,51-59
‘Os aseguro quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre…’ Vivir para siempre, morir… ¿Quién quiere morir? ¿A quien no le gustaría que la vida no se acabara? Sabemos sin embargo cual es la realidad y un día esta vida terrena se acabara. Hay quien no piensa en nada más.
Hay quien se resiste ante el hecho de la muerte, se angustia, se desespera… piensa quizás en lo que deja atrás, son los apegos de las cosas, son los ‘quereres’ de las personas; no solo nos cuesta pensar en nuestra propia muerte y nos rebelamos ante ella, sino que dolorosamente vivimos el hecho de la muerte de los seres queridos. Ante ello sin embargo, aunque tengamos que pasar por ese duelo, tenemos luego muchos recursos que nos mitigan ese dolor y esa separación. ¿Estoicismo, quizás? ¿O acaso aquello de que el tiempo cura todas las heridas? Pero realmente ¿de eso es de lo que nos quiere hablar Jesús? En sus palabras, ¿hay algo más?
Los judíos que están escuchando a Jesús no le entienden. Se toman las palabras con excesiva literalidad. Sacan sus conclusiones, hacen comparaciones entre Jesús y Abraham, entre Jesús y los profetas. No terminan de entender las palabras de Jesús como les cuesta aceptar no solo lo que Jesús les dice sino sobre todo lo que Jesús es, como Jesús se manifiesta.
Esta imagen de la vida, del morir o del vivir para siempre es algo repetido en el evangelio de san Juan. Ya el pasado domingo escuchábamos el relato de la resurrección de Lázaro, pero sobre todo las palabras de Jesús que nos hablaban de creer en El y tener vida para siempre.
Pero ya desde el principio del Evangelio Juan nos hace una hermosa presentación del tema. La Palabra que esta junto a Dios y que era Dios, la Palabra por quien fue hecho todo, la Palabra en quien estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y a quienes la reciben, a todos aquellos que creen en su nombre les da la vida de hijos de Dios. No es una vida que provenga del hombre, no es la vida producto de la generación humana, es la vida que nace de Dios.
Creemos en Jesús, Palabra eterna de Dios, guardamos las palabras de Jesús y guardarlas es cumplirlas, es hacerlas vida en nosotros y estamos llamados a vivir para siempre. Ya nos dirá Jesús que El ha venido para que tengamos vida y vida en abundancia, vida que dure para siempre. Y para eso – una imagen mas que nos ofrece Jesús – El se hace alimento para que tengamos vida. Quien come su carne tendrá vida para siempre, nos dirá en otro momento, y El nos resucitara en el último día.
Es hermoso lo que nos esta diciendo Jesús. Cuando le escuchamos tenemos que ir recogiendo toda su Palabra porque aunque en algún momento alguna cosa nos cueste entender, escuchándola en conjunto veremos la totalidad de su mensaje y unas cosas nos ayudaran a comprender otras.
Claro que queremos vivir para siempre, llenarnos de la vida de Jesús, hacer que nunca mas en nosotros haya muerte, porque en Jesús podremos tener la vida en plenitud, porque nos llenamos de la vida de Dios. A los que creen en su nombre les da el poder ser hijos de Dios, recordábamos, estamos haciéndonos participes de la vida de Dios por la fuerza de su Espíritu, estamos llamados a resucitar en el ultimo día, porque Jesús es la resurrección y la vida y es lo que El quiere para nosotros. Es su salvación.

miércoles, 5 de abril de 2017

Jesús nos da la sabiduría mas divina porque nos descubre la verdad del hombre y la libertad más grandiosa porque nos libera del mal y del pecado

Jesús nos da la sabiduría mas divina porque nos descubre la verdad del hombre y la libertad más grandiosa porque nos libera del mal y del pecado

Daniel 3, 14-20. 91-92. 95; Salmo: Dn. 3, 52. 53. 54. 55. 56; Juan 8, 31-42
Jesús nos habla hoy de verdad y de libertad, como al mismo tiempo nos hace reconocer nuestras esclavitudes y nuestras oscuridades. Creo que nos pueden hacer pensar mucho estas palabras de Jesús.
Verdad, libertad… todos hablan de ellos, todos tienen su opinión, todos quieren expresar su verdad muchas veces de manera subjetiva; no queremos absolutos, queremos hacerlo todo muy relativo, a nuestra conveniencia, a nuestra particular visión, en búsqueda de nuestras satisfacciones. Incluso nos hacemos nuestras muy particulares interpretaciones de las palabras de Jesús; como se suele decir queremos arrimar el ascua a nuestra sardina, porque nuestra verdad es la única que queremos que prevalezca.
Y en el mismo sentido cuando hablamos de libertad; en nombre de la libertad nos queremos permitir todo, pero claro todo lo que nos favorezca personalmente; en el choque con la libertad del otro, primero esta nuestra propia libertad y ya lo de respetar la libertad del otro lo relativizamos a nuestra conveniencia. ¿Será libertad o será libertinaje? Tendríamos que analizar mucho la manera de entenderlo, la manera de respetar a los demás, porque en nombre de nuestra libertad, de nuestra opinión o de nuestras ideas no tenemos por que molestar ni ofender a nadie. Es que es la verdad, decimos, y que le duela al que le duela, y no nos importa herir, incluso dañar.
Jesús nos invita a que le escuchemos, a que atendamos a sus palabras y seremos sus discípulos y nos dice que conoceremos la verdad y la verdad nos hará libres. Es que escuchando a Jesús conoceremos la verdad plena, nos da su Espíritu para llenarnos de esa sabiduría divina que nos haga conocer la verdad. ¿Quién nos puede revelar mejor la verdad del hombre que Aquel que nos ha creado? Así como el artista es el que mejor nos puede explicar el sentido de su obra, como el artesano aquella obra que ha realizado, así nuestro Creador. Y Jesús es la revelación de Dios, la Palabra que nos descubre la verdad de Dios y la verdad del hombre que Dios ha creado. Es en Jesús donde vamos a encontrar el sentido verdadero de nuestra existencia.
Y conociendo esa verdad de Dios que nos revela la verdad del hombre alcanzaremos, si, la libertad. Conocemos así el camino que nos lleva a la plenitud de nuestro ser; sabemos entonces cuales son aquellas cosas que pueden mermar esa plenitud de vida, que nos pueden entonces esclavizar. Con Jesús, escuchando sus palabras, siguiendo su camino, alcanzaremos esa libertad verdadera. ¿No nos había dicho allá en la sinagoga de Nazaret que venia con el Espíritu del Señor para dar a los oprimidos la libertad?
Escuchemos, si, y desde lo mas hondo del corazón estas palabras que hoy nos dice Jesús: Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres’. El nos da la sabiduría más divina y la libertad más grandiosa.

martes, 4 de abril de 2017

También nosotros nos hacemos preguntas sobre Jesús pero pongamos a Cristo en los pasos de nuestra vida porque en El encontremos el verdadero sentido de nuestra vida

También nosotros nos hacemos preguntas sobre Jesús pero pongamos a Cristo en los pasos de nuestra vida porque en El encontremos el verdadero sentido de nuestra vida

Números 21,4-9; Sal 101; Juan 8,21-30
‘¿Quién eres tu?’ le preguntan los judíos a Jesús. No entendían de lo que Jesús les hablaba. No terminaban de vislumbrar el misterio de Jesús. Jesús les hablaba de vida y de muerte, de salvación y de condenación, pero Jesús les hablaba sobre todo de creer en El. Era lo que les costaba, poner su fe en Jesús.
¿Qué veían en Jesús? Si se quedaban solo en lo exterior, un hombre como los demás. Ya lo decían, de Nazaret, allí estaban sus parientes, allí se había criado junto a José, el artesano. Algunas veces descubrían en Jesús algo especial, en la forma de hablar, en lo que les planteaba, en las cosas que les enseñaba, en los signos que realizaba que no terminaban de entenderlo porque se quedaban en el taumaturgo que curaba y que hacia milagros pero no llegaban a leer las señales que eso significaba.
Las exigencias que planteaba Jesús de seguirle con radicalidad, la nueva manera de ver y entender las cosas que les hacia cambiar muchos esquemas y planteamientos, la cierta ruptura que se vislumbraba en relación a lo que enseñaban los maestros de su tiempo, la autoridad con que se manifestaba hacia que sintieran admiración, pero no eran capaces de dar un paso mas; seguirle les comprometía, la muestra estaba  en aquellos pescadores que lo habían dejado todo olvidándose de su pesca o de sus ocupaciones habituales los que no eran pescadores. Eso en cierto modo  les asustaba, les hacia quedarse atrás, un poco a la expectativa sin decidirse del todo a seguirle. ‘¿Quién eres tu?’ Preguntaban, y se preguntaban a si mismos.
¿No nos sucederá a nosotros de manera parecida en muchas ocasiones? Nos asusta darle un si total y radical a Jesús. ¿Y si nos equivocamos? Y nos entran dudas, y pensamos que lo que quizás tengamos que dejar atrás, los cambios que tenemos que realizar en nuestra vida. Y ponemos nuestras pegas, nuestras condiciones, y nos hacemos preguntan, y no terminamos de caminar libremente en pos de Jesús.
Muchos otros también se hacen la misma pregunta porque la presencia y la figura de Jesús no deja insensible a nadie, aunque sea como sucede en tantas ocasiones para combatirle. Si con sinceridad miramos nuestro interior nos damos cuenta que nos inquieta, aunque busquemos subterfugios para la huida, para tratar de desentendernos, para no querer escuchar, para que no nos comprometa.
Creo que como creyentes que ahora estamos haciendo este camino cuaresmal que nos prepara para la pascua tenemos que hacernos la pregunta y sin miedos. Busquemos a Jesús, tratemos de conocerle de verdad para ahondar en el misterio de su vida, porque nos va a revelar el misterio de nuestra propia vida. Cristo le revela al hombre la verdad del hombre; Cristo viene a nosotros para que nos conozcamos a nosotros mismos de verdad y encontremos el verdadero sentido de nuestra vida. No temamos poner nuestra fe en El, toda nuestra confianza, toda la apertura de nuestro corazón. Dejémonos transformar por Cristo en esta Pascua que vamos a vivir para que haya de verdad pascua en nosotros.
No se trata solamente de hacer cosas sino que es nuestra vida la que tiene que implicarse. No se trata de hacer actos bonitos vistosos porque ahora es semana santa y vamos a hacer bonitas procesiones. Tenemos que caminar, desde lo más hondo de nosotros mismos, el mismo camino de Jesús. Y hacer el camino de Jesús no es solamente poner flores o mantos preciosos que adornen nuestros pasos procesionales, sino poner a Cristo en los pasos de nuestra vida. 

lunes, 3 de abril de 2017

Miremos nuestros propios tropiezos para que seamos capaces de comprender y no juzgar, perdonar y no condenar a imagen del Señor que es compasivo y misericordioso

Miremos nuestros propios tropiezos para que seamos capaces de comprender y no juzgar, perdonar y no condenar a imagen del Señor que es compasivo y misericordioso

Daniel 13,1-9.15-17.19-30.33-62; Sal 22; Juan 8,1-11
Levantamos demasiadas veces en la vida el dedo acusador. Claro que no nos gusta que ese dedo se vuelva contra nosotros, porque aunque hagamos algo mal o cometamos errores siempre estaremos buscándonos justificaciones. Pero a los otros no le pasamos nada. Ahí están nuestros juicios, nuestra critica, nuestra condena. Habrán hecho o no el mal, pero sin pensárnoslo mucho levantamos el dedo acusador y condenamos.
Pero por nuestro orgullo exigente tampoco damos oportunidad al otro a que se regenere, a que corrija, a que pueda de nuevo comenzar una nueva vida; ya lo tendremos marcado para siempre; será o no será culpable, pero el sambenito no hay quien se lo quite y ya para siempre será para nosotros el que hizo aquello, el que cometió tal injusticia, el que tropezó en la vida sin darnos cuenta que nosotros tropezamos tantas veces e intentamos una y otra vez volver a levantarnos.
Pero quizás en nuestro juicio esta el hecho de que no aceptamos al otro, su actuar, su manera de ser o como enfrenta los problemas. Muchas veces nos molesta quizás su rectitud y buscamos la manera como cogerle en algo, como encontrar algo en lo que pueda fallar y todo lo que hace o lo que dice lo pasamos por nuestro tamiz, por nuestro filtro, por nuestros juicios y ya previamente lo condenamos.
Es de lo que nos habla hoy el evangelio. Estaban buscando como coger a Jesús en sus palabras o en sus actuaciones. Aquel sentido nuevo de las cosas, de la vida, de la relación con Dios no les gustaba, les parecía incluso herético porque consideraban que Jesús se hacia con atribuciones que no le correspondían. No sabían como podrían condenarle, quitarle de en medio por eso tendrían que cazarle en alguna palabra, en alguna actitud, en algo que hiciera.
Jesús que hablaba tanto de amor y de perdón, vamos a ver hasta donde ella. Por eso le presentan a una mujer pecadora, a una mujer que ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés mandaba apedrear a las adulteras, vamos a ver cual es la respuesta de Jesús. Por eso le llevan a esa mujer, que para ellos ya estaba condenada, ¿Qué hará Jesús? Ante El arrastran a aquella mujer. Todo eran dedos acusadores. Todos estaban esperando la respuesta de Jesús porque el dedo se podría volver también contra El.
Jesús calla, parece entretenido haciendo dibujos en la tierra; ellos insisten y ahí tenemos la respuesta de Jesús. ‘El que este sin pecado, que tire la primera piedra’. Ahora el silencio se hizo en ellos, el silencio quedo ahora en torno a aquella mujer que se ha quedado sola, sin sus acusadores, delante de Jesús. Se habían ido escabullendo.
‘Mujer, ¿nadie te ha condenado?... pues yo tampoco te condeno, vete y no peques mas’. Son las palabras decisorias de Jesús.  Jesús que abre puertas, Jesús que pone en camino, Jesús que quiere que emprendamos una nueva vida. como al paralítico que le dijo que cargara con su camilla y fuera a su casa; como al leproso que quedo limpio y lo mando a casa con los suyos; como a tantos pecadores que los hacia bajar de su higuera, los había levantado de su garita, los ponía en camino de una vida nueva.
‘Vete en paz, no peques mas’. Jesús cree en las personas, en su regeneración, en que pueden comenzar una vida nueva y distinta, que pueden encontrar la paz en su corazón, que pueden de nuevo encontrarse con los demás. ¿Por qué vamos a juzgar y a condenar? ¿Acaso nosotros no hemos tropezado muchas veces en la misma piedra y aun seguimos intentándolo una y otra vez?  ¿Es que se puede seguir cargando para siempre con el peso de su delito si se ha arrepentido y esta intentando una nueva vida?
Cuidado porque en eso seguimos tropezando, porque seguimos juzgando y condenando, porque no damos oportunidades, porque no creemos en las personas. Y nos puede suceder hasta en los que nos consideramos más cristianos y religiosos, nos puede suceder incluso en el seno de la misma Iglesia.
No olvidemos que con la gracia del Señor todo es posible, con la gracia del Señor podemos emprender una vida nueva. El Señor no tiene en cuenta para siempre nuestros delitos porque su misericordia es eterna y es compasivo y misericordioso. Jesús nos dice que seamos compasivos como nuestro Padre es compasivo. 

domingo, 2 de abril de 2017

Un mensaje de vida y que nos llena de vida, que nos arranca de la oscuridad y de la muerte y hace crecer nuestra fe y nuestra esperanza

Un mensaje de vida y que nos llena de vida, que nos arranca de la oscuridad y de la muerte y hace crecer nuestra fe y nuestra esperanza

Ezequiel 37,12-14; Sal 129; Romanos 8,8-11; Juan 11,3-7.17.20-27.33b-45
De todo lo que nos sucede siempre podemos aprender algo; es la sabiduría de la vida, lo que vamos aprendiendo en la vida; por eso hemos de estar atentos a lo que nos sucede, a lo que vivimos, a lo que podemos contemplar alrededor, lo que podemos escuchar, siempre hay una lección que aprender. Es una sabiduría el saber tener los ojos bien abiertos, más aun nuestra mente, para ver y aprender de cuanto nos sucede.
En nuestra actitud de creyentes, siempre abiertos a Dios, ya bien comprendemos como Dios nos habla a través de los acontecimientos de la vida; un creyente saber tener una mirada de fe en lo que le sucede y en consecuencia sabe hacer una lectura creyente de los hechos de la vida.
En este quinto domingo de cuaresma es tradicional, y sobre todo en el ciclo C, el escuchar el evangelio de la resurrección de Lázaro; domingo de pasión en la liturgia preconciliar, pero que en ciertos ambientes incluso es conocido como domingo de Lázaro, por el hecho que nos narra el evangelio.
Es bueno detenerse a leer con calma todo el texto del evangelio desde el momento en que las hermanas le anuncian a Jesús la enfermedad de Lázaro. Quiero destacar algunos aspectos porque en la brevedad de esta reflexión no podemos entrar en todos los detalles del mensaje. En referencia a lo que nos ha servido de punto de partida destacar como el evangelista en las palabras de Jesús nos va dando la motivación, por así decirlo, de este pasaje haciéndonos comprender lo que la catequesis de este evangelio puede y ha de significar para nuestra vida.
Cuando le anuncian a Jesús la enfermedad de Lázaro y con las palabras que en principio los discípulos no entienden nos viene finalmente a decir que aquello que sucede 'servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo del Hombre sea glorificado por ello'. Luego cuando ya se decida ir a Betania diciendo claramente que Lázaro ha muerto vuelve a decirnos Jesús: 'Lázaro ha muerto y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis'.
Será también la respuesta que dará a Marta cuando de alguna manera se resista a abrir la tumba, pues lleva cuatro días enterrado y ya huele mal, '¿no te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?' Finalmente en la oración de acción de gracias que eleva al Padre antes de hacer que Lázaro salga vivo de la tumba será lo que exprese también: 'Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado'.
Como conclusión final el evangelista comentará que 'muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en El'. Todo ha de servirnos para nuestra fe; es nuestro alimento, lo que da sentido y orienta nuestra vida; lo que nos abre al misterio de Dios y de la vida; lo que nos hace trascender nuestra existencia para darle un valor profundo a cuanto vivimos; lo que nos hace buscar la verdadera vida, la que nos llena de plenitud porque da un valor eterno y sobrenatural a cuanto hacemos; la que nos llena de luz a pesar de cuantas oscuridades encontremos en la vida; la que nos hace comprender y superar nuestra propia muerte terrena, la muerte de nuestro cuerpo porque nos hace pensar en lo que nos llena de vida sin fin.
Es un mensaje de vida el que hoy escuchamos. Hay sufrimiento, dolor, muerte pero Jesús nos habla de vida y de vida para siempre si creemos en El. Ahí está la fe de los discípulos que va creciendo más y más; ahí está la fe de aquellas mujeres con su dolor y con su angustia, pero seguían confiando en Jesús.
Es la queja del amor y de la fe. 'Si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano', es como el saludo de ambas mujeres cuando se acercan a Jesús, o mejor, cuando Jesús llega hasta ellas. Pero aunque ahora todo eran lágrimas y oscuridades en su corazón atormentado allí estaba la fe que tenían en Jesús. Primero Marta, la que primero se encuentra con Jesús. Aunque su corazón está apenado y dolorido, sufre el duelo por la muerte de su hermano, sigue esperando, sigue confiando, sigue queriendo darle trascendencia a su vida. 'Sé que resucitará en la resurrección del ultimo día'. Pero Jesús no solo habla de futuro, sino habla de presente. Ahora hay vida si hay fe. 'El que cree en mi no morirá... yo lo resucitaré'.
Luego será la otra hermana, la que un día derramara perfume de nardo puro sobre los pies de Jesús, la que corre al encuentro con Jesús cuando le anuncian que 'el Maestro está ahí y te llama'. Los que no tienen la fe y el amor de María seguirán pensando en la muerte y piensan en el sepulcro. Pero Maria sabía sentarse a los pies de Jesús para escucharle aunque no hiciera otra cosa y recibiera las quejas de su hermana. Ahora quiere estar con Jesús, con sus reproches llenos de amor y de esperanza, con el deseo de que en Jesús encontrará la paz que ahora necesita su corazón.
En la vida caminamos muchas veces rodeados de muerte, en los dolores, en los sufrimientos, en las enfermedades, en la pobreza, en las injusticias que sufren nuestros hermanos o nosotros mismos acaso suframos también, pero tenemos que ir a Jesús. Aunque algunas veces lo hayamos sentido lejos porque no le hemos visto, pero sabemos que Jesús siempre está ahí, siempre se hace presente en nuestra vida, nos dará su paz, nos llenará de su vida.
Corramos, sí, al encuentro con Jesús con nuestras penas o con nuestras oscuridades, en El encontraremos la paz, la luz, la vida. Pongamos esperanza en nuestra vida incluso cuando nos pueda parecer por las negruras que suframos que ya no puede haber esperanza. La Palabra de Jesús es fiel. Y nos ha dicho que si ponemos nuestra fe en El tendremos vida para siempre. Que así crezca nuestra fe. Que así sintamos que nuestra vida se ilumina.