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viernes, 7 de abril de 2017

A las puertas de la semana de pasión que nos conduce a la Pascua caminamos en pos de María, Madre de los Dolores, que nos llevará por el amor y la cruz a la gloria de la vida

A las puertas de la semana de pasión que nos conduce a la Pascua caminamos en pos de María, Madre de los Dolores, que nos llevará por el amor y la cruz a la gloria de la vida

Jeremías 20,10-13; Sal 17; Juan 10,31-42
Los textos litúrgicos de este día nos hablan de aquellas diatribas que Jesús mantenía con los judíos sobre su propia identidad por lo que buscaban la manera de prenderle y de quitarle de en medio. Cuando en el evangelio de Juan se hace esa mención a los judíos no es una referencia en general  a todo el pueblo, sino mas bien a los dirigentes de la sociedad del momento, como eran los sumos sacerdotes, el sanedrín, los escribas o maestros de la ley y aquellos grupos de especial influencia como serian los fariseos y los saduceos.
Hoy veremos, incluso, que Jesús se retira a la región de más allá del Jordán donde aun sigue predicando y nos dice el evangelista que muchos creyeron en El. Será en esa estancia mas allá del Jordán donde le llegara la noticia de la enfermedad de Lázaro, que escuchábamos el pasado domingo y su posterior muerte con los acontecimientos que siguieron ya comentados.
Estamos a las puertas ya casi de la semana santa y la liturgia nos va preparando para estos días de pasión que nos lleven a celebrar la pascua. Por eso todo el ambiente que nos ofrecen las lecturas de la Palabra de Dios hacen referencia a como tramaban contra El que desembocara en su prendimiento como iremos viendo en los días sucesivos. Nos daría esto para momentos de reflexión en como nosotros aceptamos de corazón a Jesús y estamos dispuestos a entrar con El en esta semana de pasión, pero ya será tema de reflexión en los próximos días.
Este viernes de la quinta semana de cuaresma – semana que ya comúnmente llamamos también de pasión – es tradicional fijarnos en la figura de María. Llamamos a este viernes precisamente Viernes de Dolores, por esa referencia a la Madre de Jesús. Aunque la festividad litúrgica de la Virgen de los Dolores es el quince de Septiembre ya en  nuestros templos suele estar entronizada la imagen de la Virgen Dolorosa como una preparación fuerte para nuestros corazones para vivir los días que se acercan.
Miramos, si, a María en el camino de la pasión, al pie de la cruz en el Calvario. Madre de los Dolores, la llamamos, Virgen de las Angustias y así tantos nombres que con nuestro amor de hijos queremos darle junto al sufrimiento redentor de su Hijo en la Cruz. Allí Jesús quiso dárnosla como Madre, aunque ella nos llevaba ya en el corazón desde que acepto la Encarnación de Dios en sus entrañas. Conocía ella las Escrituras y lo que los profetas habían anunciado del sufrimiento del Siervo de Yahvé. Ella sabia que allí estaba la redención. También el anciano Simeón se lo había anunciado diciéndole que una espada atravesaría su alma. Jesús seria un signo de contradicción porque su ofrenda de amor le llevaba a la muerte y aquella muerte nos daría la vida.
Pero de signos contradicción íbamos a ser nosotros porque teniendo la salvación que Jesús nos ofrecía a nuestra mano sin embargo en lugar de la vida tantas veces preferimos la muerte. Contradicciones de nuestra vida pecadora. Y María sabia que había de estar a nuestro lado para recordarnos una y otra vez el camino de Jesús, el camino del amor que nosotros habíamos de escoger. En su dolor y sufrimiento están los dolores de Jesús en la cruz, pero esta también nuestro sufrimiento como están nuestras negruras y oscuridades.
Cuando ahora la vamos a contemplar caminando en pos de Jesús en la calle de la Amargura vamos a seguir sus pasos, vamos ponernos a su lado, vamos a sentir el resplandor y el calor de su amor que mueva también nuestros corazones para que nos decidamos a hacer el camino de Jesús. María es un camino certero que nos lleva a la pascua, que nos hace vivir la pascua, que nos ayudará a transformar nuestro corazón y nuestra vida para sentirnos siempre iluminados por la luz de Jesús.
Ella siempre nos dirá haced lo que El os diga, y nos señala del camino de Jesús, el camino de la cruz pero que es el camino del amor y de la vida.

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