Seamos de fiar también en la administración de los bienes materiales para que aprendamos a descubrir lo que tiene valor de eternidad
Filp. 4, 10-19; Sal. 111; Lc. 16, 0-15
‘El que es de fiar en
lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo
menudo, tampoco en lo importante es honrado’. Esto que nos dice Jesús hoy en el evangelio es algo
que hemos de tener bien en cuenta. Nos da la clave para muchas cosas.
Quien es o quiere ser responsable no se puede tomar las
cosas a la ligera. En cada uno de los aspectos de la vida. Y en esa
responsabilidad hemos de darle a cada cosa su valor. Hoy el evangelio está
haciendo referencia al tema de los dineros o de las riquezas. Sobre todo
después de la parábola que ayer escuchábamos del administrador que actuó, es
cierto astutamente según sus intereses, pero de una forma injusta.
Con esta sentencia que Jesús nos ha dejado hoy nos está
llamando la atención para que no obremos de una forma injusta, sino que seamos
capaces de ser honrados de verdad en la administración de aquellos bienes que
tenemos en nuestras manos, pero de manera también que no los convirtamos en
dioses de nuestra vida.
Necesitamos, es cierto, de bienes materiales para la
obtención de aquellas cosas que necesitamos para vivir de una forma digna, pero
hemos de ser conscientes de que ni la dignidad y grandeza de las personas, ni
la felicidad la podemos poner en la obtención de esos bienes o riquezas. Sería
entonces cuando lo convertiríamos en dioses de nuestra vida, cuando viviríamos
atados y esclavizados a la posesión de esas cosas. Es la avaricia, la codicia
que nos tienta en ese deseo de obtener riquezas o medios materiales como si
fuera lo importante para nuestra vida.
Hay tantos valores del espíritu, de la persona que
tendríamos que saber cultivar y que nos darán más hondas satisfacciones. Cuando
vivimos solo preocupados de la material tenemos el peligro de que al final nos
quedemos totalmente insatisfechos, porque nos damos cuenta de que eso solo no
nos satisface y nos quedamos como vacíos; pero es también que fácilmente las
relaciones entre las personas tienen el peligro de deteriorarse porque aparecen
las ambiciones materiales, la envidias y los egoísmos y terminamos haciéndonos
la guerra los unos a los otros porque en nuestro orgullo siempre queremos
aparecer como mejores aunque solo sea en las apariencias y vanidades de las
riquezas o posesiones materiales. Miremos por donde anda nuestro mundo cuando
nos dejamos llevar por esa codicia del dinero que terminamos maleando toda nuestra
sociedad con la corrupción y la injusticia.
Hoy nos dirá Jesús que ‘ningún siervo puede servir a dos amos: porque o bien aborrecerá a uno
y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis
servir a Dios y al dinero’, termina sentenciando Jesús. Cuando convertimos
lo material en un ídolo de nuestra vida viviremos siempre ansiosos de lo
material porque nos parece que sin ello no llegaríamos a alcanzar la
realización de nuestra vida.
Muchas más reflexiones podríamos hacernos en este
sentido. Jesús es el que ha venido para liberarnos de todo lo que nos oprima y
esclavice porque el quiere darnos la verdadera libertad. Nos hablará del tesoro
que hemos de saber guardar en el cielo, como nos hablará del desprendimiento y
desapego de esas cosas materiales con que hemos de vivir. Por eso llamará
dichosos y poseedores del Reino a los que saben ser pobres y desprendidos de
corazón. Pero Jesús nos está diciendo también a lo largo del evangelio cómo eso
que tenemos no lo podemos mirar de forma egoísta como si fuera una posesión
solo para mí, sino que he de sabes descubrir esa función social que pueden
tener mis bienes, para ayudar también al bien de los demás. Por eso desde ese
amor que es ley y norma de nuestra vida tenemos que aprender a partir y a
compartir.
Hoy cosas y valores, entonces, que son más importantes
y por los que merece la pena luchar y trabajar y que harán felices a todos,
pero como nos dice hoy hemos de saber ser de fiar en esas cosas con menos
importantes, en el vil dinero como dirá a continuación, porque entonces no
sabríamos ser de fiar en las cosas que son verdaderamente importantes.