Que sigamos viviendo con la misma intensidad las alegrías de las fiestas de la Pascua
Hechos 1, 15-17. 20-26; Sal 112;
Juan 15, 9-17
Mañana llegamos a clausurar con la solemnidad de Pentecostés las
fiestas de Pascua que hemos venido celebrando. La oración de la liturgia de
este día nos hace pedir que sigamos viviendo con la misma intensidad las
alegrías de las fiestas de la Pascua. La alegría pascual no se puede agotar
nunca en el corazón de un creyente. Clausurar simplemente cerrar un ciclo que
hayamos estado recorriendo y ahora es como comenzar una cuenta nueva. En el
camino de nuestra fe y de nuestra vida cristiana eso no tendría sentido porque
siempre tiene que haber una continuidad en crecimiento. No es comenzar de nuevo
de cero.
Las celebraciones de nuestra fe con las que queremos cantar la gloria
y la alabanza del Señor expresando así la fe y el amor que tenemos en el Señor
recordando sus maravillas y toda la historia de la salvación, son al mismo
tiempo para nosotros un motivo de riqueza y crecimiento interior que nos
impulsa en ese camino de nuestra vida cristiana.
Llegamos es cierto mañana a la culminación de las fiestas de Pascua
con la solemne celebración de Pentecostés – nos hemos venido preparando y
mañana lo reflexionaremos y viviremos hondamente – pero aunque sea el final de
un ciclo litúrgico no es un punto y aparte en nuestra vida cristiana. Toda esta
alegría que hemos vivido en la Pascua y que a tantas cosas buenas nos ha
impulsado la hemos de seguir viviendo con la misma intensidad, ha de seguir haciéndonos
crecer en nuestra vida cristiana en todo ese proceso que ha de ser nuestra vida
de seguimiento de Jesús.
No nos puede faltar nunca esa alegría en nuestra vida. Ya sabemos que
tantas veces los caminos se nos oscurecen pero la luz y la fuerza del Espíritu
siempre están con nosotros. No nos puede faltar la esperanza porque sabemos
bien de quien nos fiamos y que con nosotros está el Señor que prometió que
estaría siempre hasta la consumación de los tiempos. Esa alegría y esa
esperanza que hemos de manifestar a través de tantos gestos hermosos que
podemos tener con los que están a nuestro lado.
Cuantas sonrisas podemos despertar, cuanta luz podemos poner en los
corazones atormentados, cuanta solidaridad puede resurgir en los que quizá
caminan pensando solo en si mismos, pero que si ven un gesto solidario en quien
está a su lado puede que se despierte su conciencia. Así en pequeños detalles
cuantas cosas podemos hacer cada día para hacer un mundo mejor y más feliz,
para que se haga más presente el Reino de Dios.
Finalmente recordar que hoy catorce de mayo celebramos a san Matías,
el que fue elegido en sustitución de Jesús allí en el propio cenáculo en las vísperas
de Pentecostés – coincidencia este año en la fecha vísperas de Pentecostés - . El
Espíritu del Señor elige y llama al servicio del pueblo de Dios a los que
quiere. Que seamos dóciles a esa moción del Espíritu y nos dejemos conducir al
tiempo que sepamos aceptar a los que han sido elegidos del Señor.