Un mensaje de vida y que nos llena de vida, que nos arranca
de la oscuridad y de la muerte y hace crecer nuestra fe y nuestra esperanza
Ezequiel 37,12-14; Sal 129; Romanos 8,8-11; Juan
11,3-7.17.20-27.33b-45
De todo lo que nos sucede siempre podemos aprender algo; es la
sabiduría de la vida, lo que vamos aprendiendo en la vida; por eso hemos de
estar atentos a lo que nos sucede, a lo que vivimos, a lo que podemos
contemplar alrededor, lo que podemos escuchar, siempre hay una lección que
aprender. Es una sabiduría el saber tener los ojos bien abiertos, más aun
nuestra mente, para ver y aprender de cuanto nos sucede.
En nuestra actitud de creyentes, siempre abiertos a Dios, ya bien
comprendemos como Dios nos habla a través de los acontecimientos de la vida; un
creyente saber tener una mirada de fe en lo que le sucede y en consecuencia
sabe hacer una lectura creyente de los hechos de la vida.
En este quinto domingo de cuaresma es tradicional, y sobre todo en el
ciclo C, el escuchar el evangelio de la resurrección de Lázaro; domingo de
pasión en la liturgia preconciliar, pero que en ciertos ambientes incluso es
conocido como domingo de Lázaro, por el hecho que nos narra el evangelio.
Es bueno detenerse a leer con calma todo el texto del evangelio desde
el momento en que las hermanas le anuncian a Jesús la enfermedad de Lázaro.
Quiero destacar algunos aspectos porque en la brevedad de esta reflexión no
podemos entrar en todos los detalles del mensaje. En referencia a lo que nos ha
servido de punto de partida destacar como el evangelista en las palabras de
Jesús nos va dando la motivación, por así decirlo, de este pasaje haciéndonos
comprender lo que la catequesis de este evangelio puede y ha de significar para
nuestra vida.
Cuando le anuncian a Jesús la enfermedad de Lázaro y con las palabras
que en principio los discípulos no entienden nos viene finalmente a decir que
aquello que sucede 'servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo del
Hombre sea glorificado por ello'. Luego cuando ya se decida ir a Betania
diciendo claramente que Lázaro ha muerto vuelve a decirnos Jesús: 'Lázaro ha
muerto y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que
creáis'.
Será también la respuesta que dará a Marta cuando de alguna manera se
resista a abrir la tumba, pues lleva cuatro días enterrado y ya huele mal,
'¿no te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?' Finalmente en la
oración de acción de gracias que eleva al Padre antes de hacer que Lázaro salga
vivo de la tumba será lo que exprese también: 'Padre, te doy gracias porque
me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente
que me rodea, para que crean que tú me has enviado'.
Como conclusión final el evangelista comentará que 'muchos judíos
que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en
El'. Todo ha de servirnos para nuestra fe; es nuestro alimento, lo que da
sentido y orienta nuestra vida; lo que nos abre al misterio de Dios y de la
vida; lo que nos hace trascender nuestra existencia para darle un valor
profundo a cuanto vivimos; lo que nos hace buscar la verdadera vida, la que nos
llena de plenitud porque da un valor eterno y sobrenatural a cuanto hacemos; la
que nos llena de luz a pesar de cuantas oscuridades encontremos en la vida; la
que nos hace comprender y superar nuestra propia muerte terrena, la muerte de
nuestro cuerpo porque nos hace pensar en lo que nos llena de vida sin fin.
Es un mensaje de vida el que hoy escuchamos. Hay sufrimiento, dolor,
muerte pero Jesús nos habla de vida y de vida para siempre si creemos en El.
Ahí está la fe de los discípulos que va creciendo más y más; ahí está la fe de
aquellas mujeres con su dolor y con su angustia, pero seguían confiando en
Jesús.
Es la queja del amor y de la fe. 'Si hubieras estado aquí no habría
muerto mi hermano', es como el saludo de ambas mujeres cuando se acercan a
Jesús, o mejor, cuando Jesús llega hasta ellas. Pero aunque ahora todo eran
lágrimas y oscuridades en su corazón atormentado allí estaba la fe que tenían
en Jesús. Primero Marta, la que primero se encuentra con Jesús. Aunque su
corazón está apenado y dolorido, sufre el duelo por la muerte de su hermano,
sigue esperando, sigue confiando, sigue queriendo darle trascendencia a su
vida. 'Sé que resucitará en la resurrección del ultimo día'. Pero Jesús
no solo habla de futuro, sino habla de presente. Ahora hay vida si hay fe. 'El
que cree en mi no morirá... yo lo resucitaré'.
Luego será la otra hermana, la que un día derramara perfume de nardo
puro sobre los pies de Jesús, la que corre al encuentro con Jesús cuando le
anuncian que 'el Maestro está ahí y te llama'. Los que no tienen la fe y
el amor de María seguirán pensando en la muerte y piensan en el sepulcro. Pero
Maria sabía sentarse a los pies de Jesús para escucharle aunque no hiciera otra
cosa y recibiera las quejas de su hermana. Ahora quiere estar con Jesús, con
sus reproches llenos de amor y de esperanza, con el deseo de que en Jesús
encontrará la paz que ahora necesita su corazón.
En la vida caminamos muchas veces rodeados de muerte, en los dolores,
en los sufrimientos, en las enfermedades, en la pobreza, en las injusticias que
sufren nuestros hermanos o nosotros mismos acaso suframos también, pero tenemos
que ir a Jesús. Aunque algunas veces lo hayamos sentido lejos porque no le
hemos visto, pero sabemos que Jesús siempre está ahí, siempre se hace presente
en nuestra vida, nos dará su paz, nos llenará de su vida.
Corramos, sí, al encuentro con Jesús con nuestras penas o con nuestras
oscuridades, en El encontraremos la paz, la luz, la vida. Pongamos esperanza en
nuestra vida incluso cuando nos pueda parecer por las negruras que suframos que
ya no puede haber esperanza. La Palabra de Jesús es fiel. Y nos ha dicho que si
ponemos nuestra fe en El tendremos vida para siempre. Que así crezca nuestra
fe. Que así sintamos que nuestra vida se ilumina.
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