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domingo, 2 de abril de 2017

Un mensaje de vida y que nos llena de vida, que nos arranca de la oscuridad y de la muerte y hace crecer nuestra fe y nuestra esperanza

Un mensaje de vida y que nos llena de vida, que nos arranca de la oscuridad y de la muerte y hace crecer nuestra fe y nuestra esperanza

Ezequiel 37,12-14; Sal 129; Romanos 8,8-11; Juan 11,3-7.17.20-27.33b-45
De todo lo que nos sucede siempre podemos aprender algo; es la sabiduría de la vida, lo que vamos aprendiendo en la vida; por eso hemos de estar atentos a lo que nos sucede, a lo que vivimos, a lo que podemos contemplar alrededor, lo que podemos escuchar, siempre hay una lección que aprender. Es una sabiduría el saber tener los ojos bien abiertos, más aun nuestra mente, para ver y aprender de cuanto nos sucede.
En nuestra actitud de creyentes, siempre abiertos a Dios, ya bien comprendemos como Dios nos habla a través de los acontecimientos de la vida; un creyente saber tener una mirada de fe en lo que le sucede y en consecuencia sabe hacer una lectura creyente de los hechos de la vida.
En este quinto domingo de cuaresma es tradicional, y sobre todo en el ciclo C, el escuchar el evangelio de la resurrección de Lázaro; domingo de pasión en la liturgia preconciliar, pero que en ciertos ambientes incluso es conocido como domingo de Lázaro, por el hecho que nos narra el evangelio.
Es bueno detenerse a leer con calma todo el texto del evangelio desde el momento en que las hermanas le anuncian a Jesús la enfermedad de Lázaro. Quiero destacar algunos aspectos porque en la brevedad de esta reflexión no podemos entrar en todos los detalles del mensaje. En referencia a lo que nos ha servido de punto de partida destacar como el evangelista en las palabras de Jesús nos va dando la motivación, por así decirlo, de este pasaje haciéndonos comprender lo que la catequesis de este evangelio puede y ha de significar para nuestra vida.
Cuando le anuncian a Jesús la enfermedad de Lázaro y con las palabras que en principio los discípulos no entienden nos viene finalmente a decir que aquello que sucede 'servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo del Hombre sea glorificado por ello'. Luego cuando ya se decida ir a Betania diciendo claramente que Lázaro ha muerto vuelve a decirnos Jesús: 'Lázaro ha muerto y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis'.
Será también la respuesta que dará a Marta cuando de alguna manera se resista a abrir la tumba, pues lleva cuatro días enterrado y ya huele mal, '¿no te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?' Finalmente en la oración de acción de gracias que eleva al Padre antes de hacer que Lázaro salga vivo de la tumba será lo que exprese también: 'Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado'.
Como conclusión final el evangelista comentará que 'muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en El'. Todo ha de servirnos para nuestra fe; es nuestro alimento, lo que da sentido y orienta nuestra vida; lo que nos abre al misterio de Dios y de la vida; lo que nos hace trascender nuestra existencia para darle un valor profundo a cuanto vivimos; lo que nos hace buscar la verdadera vida, la que nos llena de plenitud porque da un valor eterno y sobrenatural a cuanto hacemos; la que nos llena de luz a pesar de cuantas oscuridades encontremos en la vida; la que nos hace comprender y superar nuestra propia muerte terrena, la muerte de nuestro cuerpo porque nos hace pensar en lo que nos llena de vida sin fin.
Es un mensaje de vida el que hoy escuchamos. Hay sufrimiento, dolor, muerte pero Jesús nos habla de vida y de vida para siempre si creemos en El. Ahí está la fe de los discípulos que va creciendo más y más; ahí está la fe de aquellas mujeres con su dolor y con su angustia, pero seguían confiando en Jesús.
Es la queja del amor y de la fe. 'Si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano', es como el saludo de ambas mujeres cuando se acercan a Jesús, o mejor, cuando Jesús llega hasta ellas. Pero aunque ahora todo eran lágrimas y oscuridades en su corazón atormentado allí estaba la fe que tenían en Jesús. Primero Marta, la que primero se encuentra con Jesús. Aunque su corazón está apenado y dolorido, sufre el duelo por la muerte de su hermano, sigue esperando, sigue confiando, sigue queriendo darle trascendencia a su vida. 'Sé que resucitará en la resurrección del ultimo día'. Pero Jesús no solo habla de futuro, sino habla de presente. Ahora hay vida si hay fe. 'El que cree en mi no morirá... yo lo resucitaré'.
Luego será la otra hermana, la que un día derramara perfume de nardo puro sobre los pies de Jesús, la que corre al encuentro con Jesús cuando le anuncian que 'el Maestro está ahí y te llama'. Los que no tienen la fe y el amor de María seguirán pensando en la muerte y piensan en el sepulcro. Pero Maria sabía sentarse a los pies de Jesús para escucharle aunque no hiciera otra cosa y recibiera las quejas de su hermana. Ahora quiere estar con Jesús, con sus reproches llenos de amor y de esperanza, con el deseo de que en Jesús encontrará la paz que ahora necesita su corazón.
En la vida caminamos muchas veces rodeados de muerte, en los dolores, en los sufrimientos, en las enfermedades, en la pobreza, en las injusticias que sufren nuestros hermanos o nosotros mismos acaso suframos también, pero tenemos que ir a Jesús. Aunque algunas veces lo hayamos sentido lejos porque no le hemos visto, pero sabemos que Jesús siempre está ahí, siempre se hace presente en nuestra vida, nos dará su paz, nos llenará de su vida.
Corramos, sí, al encuentro con Jesús con nuestras penas o con nuestras oscuridades, en El encontraremos la paz, la luz, la vida. Pongamos esperanza en nuestra vida incluso cuando nos pueda parecer por las negruras que suframos que ya no puede haber esperanza. La Palabra de Jesús es fiel. Y nos ha dicho que si ponemos nuestra fe en El tendremos vida para siempre. Que así crezca nuestra fe. Que así sintamos que nuestra vida se ilumina.

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