Vistas de página en total

sábado, 1 de abril de 2017

Con humildad desde nuestras limitaciones, desde nuestras dudas y confusiones tenemos que acudir a Jesús queriendo llenarnos de su vida y dejarnos inundar por su Espíritu

Con humildad desde nuestras limitaciones, desde nuestras dudas y confusiones tenemos que acudir a Jesús queriendo llenarnos de su vida y dejarnos inundar por su Espíritu

Jeremías 11, 18-20; Sal 7; Juan 7, 40-53
Jesús no deja indiferente a nadie. Ante Jesús, su figura, su vida, sus obras todos nos decantamos de alguna manera. Ya lo había anunciado el anciano Simeón allá en el templo con la presentación del Niño. Será bandera discutida, será signo de contradicción, ‘este niño va a ser motivo de que muchos caigan o se levanten en Israel’.
Hoy lo escuchamos en el evangelio. Gente que dice que nadie ha hablado como El, otros que decía que si no seria el Mesías o un profeta, mientras los fariseos y los sumos sacerdotes están maquinando contra El; quieren apoyarse incluso en las Escrituras y cada uno hace sus interpretaciones; habrá entre ellos alguien que pide serenidad, reflexión, no tomarse las cosas a la ligera ni dejarse llevar por impulsos, porque las acusaciones hay que probarlas, pero todos de alguna manera se decantan a favor o en contra. Un mundo de confusión en torno a Jesús; los sencillos no entienden de esos conflictos, pero esas cosas afectan a todos. 
Pero ¿no sucederá que sigue pasando igual? ¿No nos puede pasar a nosotros mismos en nuestro interior? También en nuestro entorno hay mucha gente confundida. Nos sentimos confundidos nosotros mismos porque muchas veces casi sin saber por qué nos entran dudas en nuestro interior, nos preguntamos muchas cosas y no siempre sabemos dar respuestas.
Mucha gente sabemos bien que se aleja de la fe, de la religión, de la Iglesia cuando le surgen esas dudas que no saben resolver. No es malo que nos surjan dudas, porque eso tendría que aquilatar nuestra fe, purificarla, hacerla profundizar, pero tenemos que saber bien a donde tenemos que acudir, tenemos que saber también dejarnos conducir que el Señor irá poniendo nuestro lado muchas señales que tenemos que saber discernir.
Confusión también se produce cuando vemos tantas opiniones distintas, cuando vemos tantas divisiones incluso en los que tenemos una misma fe, o creemos tener una misma fe, en Jesús. Gentes que llegan a nuestra puerta y nos ofrecen sus ideas y sus interpretaciones, que unas veces quizá cerramos la puerta, pero otras veces nos producen una cierta inquietud en nuestro interior. Corrientes de opinión en torno a la Iglesia, la religión, la fe que circulan en el entorno en que vivimos, gente que habla en contra siempre tratando de desprestigiar, de anular, de destruir. Somos conscientes de ello y cuanto daño se hace a los sencillos.
Es necesario fortalecer nuestra fe, darle hondura, formarnos debidamente, crecer en espiritualidad. Con humildad desde nuestras limitaciones, desde nuestras dudas y confusiones tenemos que acudir a Jesús queriendo conocerle más y más, llenarnos de su vida, dejarnos inundar por su Espíritu. Es el Espíritu del Señor que nos conduce a la verdad plena, es el Espíritu que nos revelará allá en el interior de nuestro corazón todo el misterio de Cristo, es el Espíritu que nos fortalecerá interiormente frente a tantas cosas que nos puedan confundir o nos puedan arrastrar fuera de los caminos de la Verdad.
Tengamos un corazón humilde y sencillo porque será la mejor manera de escuchar a Dios, de sentir a Dios en nuestra vida, de expresarle toda nuestra fe. Pero esa humildad y sencillez no nos quita que nos esforcemos por conocer mejor nuestra fe para que podamos dar verdadera razón de nuestra fe y de nuestra esperanza. Un compromiso que tendría que surgir en nosotros en este camino cuaresmal que estamos viviendo sería el que leyéramos más la Biblia, la estudiáramos más, nos preocupásemos de acudir a aquellos medios que nos ofrece al Iglesia para crecer en nuestra fe. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario