Creer en Jesús es pasar de la muerte a la vida porque El nos arranca de nuestro sepulcro de muerte que es nuestro desamor, maldad, injusticia en lo que hemos vivido y nos lleva a la vida
Isaías 49,8-15; Sal.
144; Juan 5, 17-30
Creer en Jesús es pasar de la muerte a la vida. Toda nuestra vida esta
imbuida por el misterio pascual de Cristo. Por la fe nos sentimos envueltos por
el misterio de Cristo de manera que ya no vivimos, y permítanme que lo exprese así,
para la muerte sino para la vida, ya no vivimos envueltos por la muerte sino
por la vida.
Creer en Jesús significa sentir en nosotros su pascua, su paso
salvador; un paso de Cristo en nosotros que nos transforma, un paso de Cristo
en nosotros que nos arranca de la muerte; un paso de Cristo en nosotros que nos
hace vivir una vida nueva, su vida. Yo he venido para que tengan vida y la
tengan en abundancia, nos dirá en otro momento en el evangelio.
La presencia de Cristo en nosotros no es un juicio de condena sino un
juicio de vida, porque siempre nos esta ofreciendo vida, nos esta ofreciendo su
salvación. Claro que cuando nos sentimos en la presencia de Cristo somos
nosotros los primeros que nos juzgamos porque nos damos cuenta que lejos
estamos, nos damos cuenta cuanto de muerte seguimos permitiendo que haya en
nosotros, nos damos cuenta de nuestras sombras, de nuestro pecado; pero no para
la angustia sino para la esperanza porque al mismo tiempo estamos contemplando
ese rostro misericordioso de Dios que Cristo nos manifiesta y nos sentimos
envueltos por su amor.
Indignos, porque somos pecadores, somos levantados por la gracia para
lavarnos de ese pecado, para transformar nuestra vida, para sentirnos otros,
para comenzar a amar con su mismo amor. La presencia de Cristo con su gracia
que es lo mismo que decir con su amor nos transforma, nos hace vivir la pascua,
nos llena de vida. Claro a eso tenemos que dar respuesta en nosotros, en ese
camino nuevo que emprendemos, en esa vida de gracia que vivimos, en esas
actitudes nuevas que van a comenzar a resplandecer en nosotros, en ese nuevo
actuar y nuevo vivir llenos siempre de su amor.
De eso nos esta hablando Jesús hoy en el evangelio. No entienden los judíos
que llame Padre a Dios y se escandalizan y por eso hasta quieren condenarlo.
Pero es el rostro de Dios que Cristo nos esta manifestando, hoy con sus
palabras, pero a lo largo del evangelio con todo su actuar, con su presencia de
amor. Estas palabras de hoy siguen a lo que ayer escuchábamos, como Jesús se
acerca a aquel paralítico de la piscina que allá esta con sus limitaciones y
con sus soledades para llevarle vida, para ponerle a caminar en nuevo encuentro
con Dios y con los demás. No lo entienden los judíos, no entienden lo que Jesús
realiza, y Cristo con sus palabras quiere hacérnoslo comprender.
‘Quien escucha mi palabra y
cree al que me envió posee la vida eterna y no se le llamará a juicio,-,-
porque ha pasado ya de la muerte a la vida. Os aseguro que llega la hora, y ya
está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan
oído vivirán…’ Escuchemos a Jesús
y tendremos vida; escuchemos a Jesús y pongamos toda nuestra fe en El;
escuchemos a Jesús y pongámonos en camino con El y nos llevara a la vida.
‘No os sorprenda, porque
viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan
hecho el bien saldrán a una resurrección de vida…’ Es el sepulcro de nuestro pecado, del mal que
hemos dejado meter en nosotros, de nuestro desamor, de la injusticia y la
maldad en que tantas veces hemos vivido. Todo eso es muerte, pero Cristo viene
a sacarnos del sepulcro, Cristo viene a llevarnos a la vida, Cristo viene a
traernos su salvación. Como decíamos al principio creer en Jesús es pasar de la
muerte a la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario