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domingo, 14 de enero de 2024

Andrés y Juan no dudaron, ‘se fueron con Jesús’, con valentía y con arrojo, vayamos a estar con Jesús para poder llegar esa Buena Noticia a nuestro mundo

 


Andrés y Juan no dudaron, ‘se fueron con Jesús’, con valentía y con arrojo, vayamos a estar con Jesús para poder llegar esa Buena Noticia a nuestro mundo

1Samuel 3, 3b-10. 19; Sal 39; 1Corintios 6, 13c-15a. 17-20; Juan 1, 35-42

Vamos y tú mismo lo ves, le decimos al amigo o le decimos a alguien cuando queremos mostrar algo que podríamos dudar si nos creyesen o no; mejor compruébalo por ti mismo, tú lo ves y te convencerás. Un suceso o un acontecimiento, un paisaje o un lugar espectacular para el que no tenemos palabras con qué describirlo, la manera de actuar de unas personas, de algún grupo o colectividad, quizás algo que ofrecemos para la venta. Ven, lo ves y tú me dirás si te convence.

Es el proceso que contemplamos hoy en el evangelio. El Bautista había señalado a Jesús que pasaba como ‘el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo’. Algunos de sus discípulos se fueron detrás de Jesús. Si Juan se los había señalado así, algo tendría que ver con el Mesías esperando y que Juan con tanta insistencia anunciaba y podría ser interesante conocerle. Detrás de Jesús caminaban quizás recelosos o desconfiados cuando Jesús se volvió y les preguntó ‘¿Qué buscáis’?

Pienso que se vieron sorprendidos y ahora casi no sabían que responder aunque ellos tenían claro lo que buscaban, porque era escuchar y conocer a Jesús para ver si se manifestaba tal como Juan lo había presentado. A la pregunta que sorpresivamente Jesús les hace, sin saber cómo expresarse, le responden a su vez con una pregunta sobre el lugar en que vive. ‘Maestro, ¿dónde vives?’

Es cierto que cuando conocemos el lugar donde una persona ha elegido vivir se nos está definiendo esa persona. A esa nueva pregunta Jesús simplemente les dirá que vayan con El para que vean. ‘Venid y lo veréis’. No ofrece nada, solamente que vayan con El y lo vean. Mas tarde ya en la orilla del lago les dirá también que se vayan con El, pero ahora será para algo más, porque querrá que cambien aquellas redes que allí están utilizando porque serán pescadores de hombres.

El evangelio de hoy es parco en palabras, pero sí será muy sugerente de lo que allí sucedió. Nos dirá que se fueron con él, nos apuntará incluso la hora en que sucedió aquel encuentro, ‘era como la hora décima’, y finalmente nos los presentará a la mañana siguiente muy cambiados, porque ahora serán ellos los que vayan a buscar a otros para que conozcan también a Jesús, como hará Andrés con su hermano Simón. ‘Hemos encontrado al Mesías’. Importante fue aquel encuentro.

Es muy importante lo que estamos contemplando. Es muy importante esa búsqueda, pero también que nos dejemos encontrar. Algunas veces en esas búsquedas podemos ir con miedos en el alma, con desconfianzas. Cuántas veces estamos a las puertas de algo que buscamos y nos volvemos para atrás. Cuántas veces comenzamos la búsqueda pero nos ponemos a la distancia, dejando margen por medio para recular si es necesario, si nos puede parece que las cosas se complican o nos comprometen. Cuántas veces caminamos en esa búsqueda y damos rodeos, nos distraemos con lo que encontremos por el camino, estamos siempre con la duda del paso final. Andrés y Juan no dudaron, ‘se fueron con Jesús’. Con valentía, con arrojo.

Hemos concluido las celebraciones de Navidad que quizás por muchas circunstancias son propicias para el entusiasmo, pero esos entusiasmos hay el peligro que se queden en momentáneos; ahora estamos iniciando el tiempo ordinario hasta que lleguemos el próximo mes a comenzar la cuaresma que nos conduce a la pascua, y podríamos pensar que entramos en un tiempo que es como un paréntesis, que luego ya vendrán momentos de nuevo de especial fervor.

Pero aquí está el paso de Dios de cada día por nuestra vida, no son ni bajadas de tensión ni paréntesis en nuestro camino, porque la vida sigue y sigue con intensidad en sus luchas, en sus problemas, con nuestras trabajos, con las crisis que pueda vivir la sociedad, con sus momentos de sombras pero también con resplandores de luz que no nos faltarán.

No es momento de bajar la guardia, de perder el entusiasmo, de tomarnos las cosas con calma. El paso de Dios por nuestra vida siempre es intenso y siempre está lleno de vida porque es como nosotros lo hemos de vivir. Todas esas situaciones de la vida tenemos que seguirlas afrontando y tenemos que aprender a vivirlas desde el sentido nuevo que nos da el evangelio. Siempre Jesús será buena noticia de alegría para nuestra vida, siempre Jesús nos quiere poner en camino, por eso tenemos que seguir buscando a Jesús con intensidad, aprender a estar con El para poder salir al día siguiente a nuestro mundo con esa Buena Noticia que es Jesús siempre para todos.

Vayamos, pues, al encuentro con Jesús queriendo saber donde vive, queriendo estar con El y dejándonos inundar de su gracia con la fuerza del Espíritu que El siempre derrama sobre nosotros.

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