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viernes, 9 de noviembre de 2018

La imagen de la Iglesia ha de ser siempre la de la unidad y la comunión porque nuestro distintivo es el amor




La imagen de la Iglesia ha de ser siempre la de la unidad y la comunión porque nuestro distintivo es el amor

Ezequiel 47,1-2.8-9.12; Sal 45; 1Corintios 3,9-11.16-17; Juan 2,13-22

‘Sois edificio de Dios… mire cada uno como construye… Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo…’ Así nos lo recordaba el apóstol san Pablo en la carta a los Corintios. Y nos propone la liturgia este texto  en el día en que estamos celebrando la Dedicación de la Basílica de san Juan de Letrán que es la Catedral de Roma.
Es importante la celebración de esta fiesta litúrgica. San Juan de Letrán es, como decíamos, la Catedral de Roma, la Sede del Obispo de Roma, es decir, del Papa. Aclarar para quien tenga confusión que aunque veamos al Papa en el Vaticano y las grandes celebraciones tengan lugar en la Basílica de san Pedro o en su plaza de todos tan conocida, la catedral, la sede del Papa, del Obispo de Roma esa san Juan de Letrán. También durante siglos el Papa vivió en los palacios lateranenses que están junto a esta basílica-catedral, aunque por razones históricas en las que ahora no vamos a entrar fue el Vaticano la residencia del papa y de toda la organización de la Iglesia Católica.
Un momento esta celebración para vivir en toda profundidad, por la comunión con el Papa, todo el sentido eclesial de nuestra fe. Somos la Iglesia de Cristo y en comunión eclesial hemos de vivir todos los que creemos en Jesús porque así lo quiso Jesús, así nos constituyó en familia y comunidad, y es algo que dimana desde lo más profundo de nuestra fe y del sentido y espíritu del Evangelio.
Pero muchas mas reflexiones podríamos y tendríamos que hacernos hoy al albur de los textos del Evangelio y de toda la Palabra de Dios que nos ofrece la liturgia de este día. Sírvanos de referencia el texto mencionado al comienzo de esta reflexión. ‘Sois edificio de Dios…’ Demasiadas veces cuando hacemos referencia a la Iglesia nos quedamos en los edificios de nuestros templos. Por analogía nos referimos a ellos llamándolos iglesias, por cuanto que en ellos se reúne la Iglesia, la asamblea de los hijos de Dios para las celebraciones de los sacramentos y la escucha de la Palabra.
Pero el verdadero edificio somos nosotros. A ello es lo que se refiere el apóstol. Por eso nos advierte de cómo lo edificamos, igual que cuidaríamos la construcción de un edificio material. No lo hacemos de cualquier manera, no empleamos cualquier elemento para su construcción, no ponemos cualquier cimiento, pues es fundamental para la sustentación del edificio. Y nos recuerda el apóstol que nuestro cimiento es Cristo; no podemos poner otro, porque estaríamos desvirtuando nuestra vida misma. ‘¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?’, nos dice a continuación.
Hablamos, pues, pues de ese templo de Dios que somos nosotros, hablamos de ese edificio de Dios que constituimos todos los que formamos la Iglesia. Es importante considerar bien esto. Es muy importante tenerlo en cuenta para la manera de vivir nuestra fe. El edificio es uno aunque esta formado por muchos elementos. Ese edificio del pueblo de Dios es uno, aunque seamos muchos los que lo constituyamos. Pero ha de estar bien conjuntado ese edificio; tenemos que estar en verdadera comunión todos los que formamos el edificio que es la Iglesia.
Qué importante la unidad y qué importante la comunión que tiene que haber entre todos nosotros. Es la comunión del amor, ya que éste es el único mandamiento de Jesús y que tiene que convertirse en nuestro distintivo. ¿Será en verdad el distintivo de la Iglesia, de nuestras comunidades, de nuestras parroquias, de nuestros grupos cristianos la comunión en el amor?
Mucho tendríamos que concluir de esta pregunta y de este planteamiento. Es algo que personalmente tenemos que revisar si nos sentimos en verdadera comunión los unos con los otros los que formamos la misma comunidad que es la Iglesia. Es algo que la Iglesia como comunidad se tiene que estar revisando siempre para que demos en verdad esa imagen, distintivo de nuestro ser, y principal y gran motivo para que el mundo crea en el mensaje que tratamos de trasmitir.
En muchas cosas muy concretas y muy prácticas tendríamos que revisarnos. Cuántas cosas tendríamos que purificar en nuestra vida y en la vida de la Iglesia, siguiendo la imagen que nos ofrece hoy Jesús en el evangelio cuando trata de purificar aquel templo de Jerusalén que lo habían convertido de una casa de oración en una cueva de ladrones.

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