Está
ya cercana la Pascua, busquemos de verdad al que va a ser levantado en lo alto
donde encontramos la Salvación
Números 21, 4-9; Sal 101; Juan 8, 21-30
Hay ocasiones
en que parece que no terminamos de ponernos de acuerdo entre lo que buscamos y
aquello que realmente se nos puede ofrecer; equivocamos el camino, equivocamos
la búsqueda, entramos en confusiones desde nuestros particulares intereses, o
desde la influencias que recibimos de nuestro entorno, entre lo que son
nuestras expectativas desde nuestros particulares intereses o manera de ver las
cosas y lo que realmente nos vamos a encontrar.
Así andaban
los judíos con Jesús; tenían su particular visión de lo que había de ser el
Mesías que tanto ansiaban y esperaban, y lo que realmente estaba anunciado por
la Escritura. Lo vemos incluso entre los discípulos más cercanos a Jesús que
andan con sus intereses, que se pelean en sus discusiones por quien había de
ser el más importante en ese reino nuevo instaurado por el Mesías, que en sus
ambiciones se valen de sus propios familiares a ver si pueden conseguir un
lugar importante en ese Reino que veían como tan inminente desde las propias
palabras de Jesús, que aun andaban cuantificando cuanto habían puesto de su
parte y cuál iba a ser la recompensa en ese Reino nuevo. No terminaban de
entender lo que era el Reino de Dios anunciado por Jesús, y desde sus
expectativas y la imagen que se habían creado en sus cabezas, así andaban ahora
con sus ambiciones.
Si así les
pasaba a los discípulos más cercanos que escuchaban directamente las enseñanzas
de Jesús y sus especiales explicaciones para ellos, qué no iba a suceder en la
gran masa de los judíos que además se veía manipulada por sus dirigentes. De
ahí, esas discusiones que escuchamos de Jesús con los judíos ahora que ha
subido a Jerusalén para la ya cercana pascua.
Jesús les
dice claramente que andan en una confusión, que no acaban de entender, ellos se
preguntan y le preguntan ‘entonces ¿Quién eres tú?’ Y Jesús ahora, sin
que casi se lo pidan aunque ya habría otros momentos en que con insistencia
pedían una señal para creer en El, les
ofrece una señal, aunque no terminan de entender. ‘Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo
soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha
enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago
siempre lo que le agrada’.
Una
referencia a lo sucedido en el camino del desierto cuando fueron mordidos por
las serpientes y muchos morían. Entonces también las mentes habían estado muy
cerradas para no ser capaces de ver la mano de Dios que les iba conduciendo por
el desierto. Como una prueba aquella invasión de serpientes en medio del
campamento les hizo recapacitar para volverse de nuevo a Dios. Y Moisés les
ofrece la señal de la serpiente de bronce levantada en medio del campamento,
Les recordaba su pecado pero les había mirar lo que era la misericordia de Dios
que les liberaba de tantos males mientras los conducía hacia la tierra
prometida aunque la travesía del desierto fuera demasiado dura.
Ahora
Jesús les habla del que va a ser levantado en lo alto, como aquella serpiente
de bronce un día se levantara en medio del campamento; entonces le
reconocerían, entonces podrían comenzar a pensar en Jesús de otra manera. Aunque
no todos lo vieran y reconocieran, pero así fue levantado en alto el Hijo del
Hombre, que sería la gran señal, la más hermosa prueba de lo que era el amor de
Dios por nosotros que no paró hasta entregarnos a su propio Hijo.
Nosotros
en estos días que se acercan vamos a levantar muchas veces nuestros ojos al
Crucificado; muchas imágenes de Cristo en la cruz van a pasar delante de
nuestros ojos y vamos a contemplar. Pero ¿qué es lo que vamos a contemplar? No
es una pregunta baladí la que me estoy haciendo. Contemplaremos imágenes que
nos moverán a nuestro fervor; contemplaremos imágenes ante las que nos
quedaremos impresionados por su realismo o por su belleza; contemplaremos
imágenes y nos podemos quedar en bellos crucificados, imágenes artísticas que
nos hacen quedarnos en su arte o quizá en sus adornos… ¿Qué es lo que vamos a
contemplar? ¿A quien vamos a contemplar?
Necesitamos
una seria reflexión en este camino cuaresmal de preparación. Tenemos que aunar
de verdad lo que buscamos y queremos contemplar con lo que Dios nos ofrece en
el Jesús del evangelio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario