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sábado, 29 de abril de 2023

Necesitamos aprender a confiar, despojándonos de soberbias y autosuficiencias, despertando la verdadera fe nuestra vida porque nos sentimos envueltos por el amor

 


Necesitamos aprender a confiar, despojándonos de soberbias y autosuficiencias, despertando la verdadera fe nuestra vida porque nos sentimos envueltos por el amor

1Juan 1, 5 — 2, 2; Sal 102; Mateo 11, 25-30

Necesitamos en la vida aprender a confiar. Pero ¿en qué confiamos? ¿Qué nos merece esa confianza? Ahí está la sabiduría. El poderoso confía en su poder, el rico confía en sus riquezas, el que se cree sabio su autosuficiencia lo hace sentirse el ombligo del mundo, pero se nos acaba el poder, se nos gastan las riquezas, se diluye esa autosuficiencia de creer sabedores de todos porque pronto nos daremos cuenta de lagunas de nuestra vida, ¿en qué nos quedamos? Vacíos, indefensos, hasta nos sentimos inútiles. Por eso tenemos que saber tener esa sabiduría para encontrar lo que verdaderamente merezca nuestra confianza.

Son los pequeños, los sencillos, los que nada tienen los que entienden mejor lo que es la confianza; aprenden a fiarse y eso les dará más fortaleza espiritual para superar carencias y limitaciones, los hace humildes porque se han despojado de su autosuficiencia; en ese camino nos damos cuenta de la importancia de confiar porque aprenderemos apoyarnos en cosas que tengan verdadera hondura. Nuestro espíritu se eleva por encima de las materialidades dándonos cuenta de que somos más que un trozo de materia. Y aquí entramos en el ámbito de la fe que es dar nuestro voto de confianza, porque experimentamos como nadie lo que es sentirnos amados, aunque nos parezca que de tan pequeños que somos no tenemos ningún merecimiento.

Hoy vemos uno de esos momentos del evangelio en que Jesús llega a expresar incluso el gozo interior que le embarga, que le llena hasta rebosar. Podríamos decir que las palabras que escuchamos hoy a Jesús en el evangelio son como una canción. Da gracias al Padre porque los pequeños y los sencillos lo han escuchado y Dios a ellos se ha revelado. Eran de verdad los más dispuestos a la confianza, entonces, a creer. No estaba la autosuficiencia de los que se creen sabios o poderosos, por eso se fían, por eso confían. Y Jesús da gracias al Padre porque a ellos se revela de manera especial.

Pero nos continua diciendo Jesús que sigamos confiando a pesar de lo duro que nos pueda parecer el camino, a pesar de que notemos nuestros cansancios y nuestras debilidades. El se nos ofrece como nuestro descanso, El nos manifiesta también la mansedumbre y la dulzura de su corazón para que así confiemos totalmente en El. ‘Venid a mí los que estáis cansados y agobiados… aprended de mi que soy manso y humilde de corazón… encontraréis vuestro descanso…el yugo no es tan duro’, es liviano porque está forrado del amor.

¿Cómo no vamos a creer? ¿Cómo no vamos a confiar? En El encontraremos la verdadera sabiduría, El será en verdad nuestra paz. El nos da confianza para que sigamos caminando a pesar de nuestras flaquezas y debilidades, porque es Dios el que confía en nosotros, a nuestro lado está, nos hace sentir su amor, nos regala su perdón y nos envuelve con la fuerza del Espíritu. Quien se siente así amado confía, quien se siente así amado mantendrá firme su fe.

Un camino nuevo emprendemos donde vamos a hacer gala de nuestra confianza. Aprenderemos a confiar en los demás, aprenderemos a caminar juntos, aprenderemos a creer en las personas y darle nuestro voto de confianza aunque tantas veces nos cueste, no defraudaremos a los demás porque hemos aprendido a caminar de manera distinta; el amor que nos ha envuelto ha transformado nuestra vida y nuestra vida estará ya siempre hecha para el amor.

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