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miércoles, 3 de mayo de 2017

Todos celebramos hoy la Cruz sin olvidar que la cruz es el camino del triunfo de una nueva humanidad que Cristo vino a redimir y recrear con su muerte en la cruz

Todos celebramos hoy la Cruz sin olvidar que la cruz es el camino del triunfo de una nueva humanidad que Cristo vino a redimir y recrear con su muerte en la cruz

En cualquier recodo del camino hoy nos encontraremos con una cruz bellamente adornada con flores. Los caminos, los patios de nuestras casas, el borde de una carretera, un abismo sobre un barranco, lo alto de las montañas, los riscos que miran al mar, cualquier sitio es un lugar propicio para encontrar una cruz.
Muchos pueden ser los motivos en la historia de cada pueblo del por que de esa cruz en ese lugar; una muerte accidental, un recuerdo de algo sucedido en aquel lugar y que tuvo trascendencia en aquel momento aunque ahora nadie lo recuerde, la devoción y religiosidad de una buena persona, un lugar de parada y descanso en el largo trayecto hasta los cementerios portando el peso de un difunto, el recuerdo del nacimiento de una población en el lugar y la fundación de una ciudad – de ahí el nombre de algunas de nuestras ciudades o poblaciones -, muchas pueden ser las razones que podrían motivar investigaciones para personas interesadas. Pero siempre esta presente una cruz cargada de hondo significado y que es un signo bien importante en la vida de los cristianos.
En este día 3 de mayo todos celebran la cruz aunque litúrgicamente la Exaltación de la Santa Cruz sea el 14 de setiembre que se ha convertido mas en la fiesta de Cristo Crucificado; este día tuvo su origen en lo que la historia o la tradición nos cuenta del momento en que fueron encontrados en Jerusalén restos de la cruz de Cristo. Por eso en su origen esta fiesta se llamaba de la Invención (encuentro) de la Santa Cruz.
Hoy los vecinos de cada lugar porfían o como adornar mejor su cruz de manera que algunos de nuestros pueblos se ha convertido en tradición el peregrinaje por las distintas cruz del lugar debidamente adornadas, mientras otros trabajan por hacer que las fiestas de la cruz de su pueblo o ciudad sea mejor – y nos quedamos en esa palabra – que la de los pueblos vecinos.
Creo, sin embargo, que la fiesta de la cruz tiene que ser para un cristiano algo más que una bonita tradición que hemos de conservar o el recuerdo de acontecimientos de la vida social de un pueblo que cada año rememoremos. No puede quedarse tampoco en un amuleto que veneremos o utilicemos llenando de magia quizás nuestras fiestas y nuestras costumbres. Para alguien extraño a nuestras tradiciones o a nuestras vivencias religiosas podría resultar incomprensible que hagamos tanta fiesta en torno a lo que en su origen ha sido un instrumento de tormento.
Ya lo decía san Pablo que la cruz podía aparecer ante los ojos de los ajenos a nuestra fe como una necedad o una locura, y nos decía que, sin embargo, para los creyentes es nuestra sabiduría. Si un cristiano venera la Santa Cruz, recordemos con cuanta veneración la contemplamos en el viernes santo, es porque para nosotros se nos ha convertido en el signo del mayor amor, el amor del Hijo de Dios que por nosotros se entrego hasta una muerte de Cruz.
Ahí tendríamos que centrarnos, en el hondo significado de la cruz. Es el signo del amor, de la victoria sobre la muerte y el pecado; es el triunfo de la vida; es el signo que nos tiene que llevar a la entrega y al compromiso. Miramos la cruz y en el sufrimiento de Cristo que en ella contemplamos vemos como en transparencia todo el sufrimiento de toda la humanidad.
Pero ante ese sufrimiento no nos podemos quedar insensibles como si nada pasase; ante ese sufrimiento sentimos en nuestro interior la urgencia del amor; en esa contemplación nos sentimos impulsados a luchar por una vida mejor, por un mundo nuevo, por la justicia y por la libertad, por la paz y por el amor, para que todos seamos mas felices, para que todos nos sintamos mas hermanos, para que todos nos sintamos miembros de una misma humanidad, pero eso, llenos de humanidad.
No es una fiesta cualquiera la que tenemos que celebrar. No son unas simples tradiciones o unas costumbres que no queremos olvidar. Es algo mucho más hondo lo que tenemos que sentir y lo que tenemos que celebrar. Tiene que ser el camino del triunfo de una nueva humanidad, la que Jesús vino a redimir y a recrear, ese Reino nuevo de Dios que en Cristo se comienza a realizar. Y esa es la tarea de los cristianos.

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