Con
la fiesta de los abuelos de Jesús, Joaquín y Ana, aprendamos a descubrir y
valorar lo bello y hermoso que de nuestros mayores hemos recibido, cimiento de
nuestra vida
Quien olvida
o trata de borrar su historia pasada puede estar olvidando o destruyendo unos
pilares sobre los que se ha construido su vida, nos guste o no nos guste, y que
pueden seguir siendo fundamentales para su futuro. Un edificio no lo podemos
conservar ni seguir su construcción sobre él, si eliminamos cimientos y pilares
sobre los que está realizada dicha construcción, se nos vendría abajo;
necesitaremos hacer correcciones y buscar fortalecimientos para continuar la construcción,
pero no podemos anular todo así porque sí.
Son cosas que
olvida muchas veces la sociedad, ahí andamos con el tema de la memoria
histórica donde parece que solo queremos recordar lo que no apetece o nos
agrada, olvidando lo que ha sido un camino recorrido, que tendrá sus luces y
sus sombras, pero que es el camino del que nosotros hoy provenimos y a partir
del cual tenemos que seguir caminando. Estamos destruyendo cosas que son
nuestra historia, que en su conjunto siempre tendremos que ver gloriosa, porque
a pesar de sus sombras queremos hoy llenar de luz los pasos que seguimos dando.
No sé realmente qué está pasando en nuestra sociedad en este sentido que uno no
acaba de comprender.
Y esto sucede
en lo familiar de igual manera. hay quien quiere hacer ruptura de su pasado,
porque quizás haya habido cosas que miradas desde el punto de vista de hoy no
nos gusta o no acabamos de comprender, pero tendríamos que saber comprender lo
que vivieron nuestros mayores, a las luchas que tuvieron que enfrentarse, las
carencias que muchas veces pudieron llenar de vacíos y pobreza mucho momentos
de la vida, pero es de donde provenimos, y gracias a la lucha que mantuvieron
estamos nosotros hoy aquí, e incluso hasta podemos pensar distinto de ellos.
Pero es el camino de la vida que ha llegado hasta aquí y del que ahora partimos
para seguir adelante y dejar paso también al camino de nuestros hijos.
Hoy estamos
celebrando una festividad que históricamente un poco vaya más allá del relato
de los evangelios que no los mencionan de una forma concreta, y aunque nacida
en cierta manera de tradiciones que van más allá de los evangelios canónicos y
tienen mucho fundamente en los apócrifos sin embargo puede tener un hermoso
significado. Hoy es la fiesta de los abuelos de Jesús, los padres de María, san
Joaquín y Santa Ana.
Pero es buena
esa mirada que nos invita a hacer la liturgia con esa celebración a los que
fueron, repito, los abuelos de Jesús. Probablemente de origen galilea – en
Séforis en Galilea hay un santuario que recuerda lo que pudo ser la casa de Joaquín
y Ana – pronto sin embargo se sitúan en Jerusalén, precisamente en las cercanías
del templo y también muy cerca de la piscina probática, o de las ovejas, por
donde se entraban precisamente los animales para los sacrificios en el templo.
Allí se levanta un antiguo templo que nos recuerda a santa Ana, la madre de
María, y el probable entonces lugar del nacimiento de María. Allí bebería esa
fe y esa fortaleza de espíritu que brilló tanto en su vida. Lo que fue María,
tan disponible para Dios como siempre ella estaba, fue de Joaquín y de Ana de
quien lo aprendió, los que la enseñaron cómo había de llenarse de Dios.
Pero
precisamente en este día en que celebramos a los abuelos de Jesús, se quiere
convertir también en el día de los abuelos, en el día de nuestros mayores. Algo
muy conveniente y que no podemos olvidar. Son nuestra historia pasada sobre la
que está edificada nuestra vida. Pensemos, por ejemplo, cuánto de lo que hay en
nuestra vida es precisamente herencia que recibimos de nuestros abuelos; ellos
trataron de trasmitir a sus hijos, nuestros padres, unos valores sobre los que
cimentar su vida, y que ha sido también lo que hasta nosotros ha llegado, a
nosotros también se nos ha transmitido.
Es cierto que
hoy hacemos nuestra vida; en el modernismo en el que queremos vivir, porque la
vida siempre va avanzando, algunas veces podemos tener la tentación de querer
arrancar de nosotros eso que hemos recibido de nuestros mayores, y nos
olvidamos que son el fundamento de lo que ahora somos. Aprendamos a descubrir y
valorar eso bello y hermoso que hemos recibido, que ahora lo plasmamos en nuestra
vida, dándole, si queremos decirlo así, nuestro toque personal con las características
de lo que somos y del mundo en que vivimos, pero no lo olvidemos que lo que
somos es lo que hemos recibido, ha sido el cimiento y el pilar sobre los que
seguimos construyendo nuestra vida.
Nos hace
echar una mirada agradecida hacia atrás, hacia nuestros mayores, hacia nuestros
abuelos; nos hace valorar la vida de verdad como nos compromete a seguirla
construyendo y ofreciendo lo mejor de nosotros a las generaciones que nos
siguen. Será así como construiremos ese mundo mejor que todos deseamos.
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