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martes, 26 de julio de 2022

Con la fiesta de los abuelos de Jesús, Joaquín y Ana, aprendamos a descubrir y valorar lo bello y hermoso que de nuestros mayores hemos recibido, cimiento de nuestra vida

 


Con la fiesta de los abuelos de Jesús, Joaquín y Ana, aprendamos a descubrir y valorar lo bello y hermoso que de nuestros mayores hemos recibido, cimiento de nuestra vida

 

Quien olvida o trata de borrar su historia pasada puede estar olvidando o destruyendo unos pilares sobre los que se ha construido su vida, nos guste o no nos guste, y que pueden seguir siendo fundamentales para su futuro. Un edificio no lo podemos conservar ni seguir su construcción sobre él, si eliminamos cimientos y pilares sobre los que está realizada dicha construcción, se nos vendría abajo; necesitaremos hacer correcciones y buscar fortalecimientos para continuar la construcción, pero no podemos anular todo así porque sí.

Son cosas que olvida muchas veces la sociedad, ahí andamos con el tema de la memoria histórica donde parece que solo queremos recordar lo que no apetece o nos agrada, olvidando lo que ha sido un camino recorrido, que tendrá sus luces y sus sombras, pero que es el camino del que nosotros hoy provenimos y a partir del cual tenemos que seguir caminando. Estamos destruyendo cosas que son nuestra historia, que en su conjunto siempre tendremos que ver gloriosa, porque a pesar de sus sombras queremos hoy llenar de luz los pasos que seguimos dando. No sé realmente qué está pasando en nuestra sociedad en este sentido que uno no acaba de comprender.

Y esto sucede en lo familiar de igual manera. hay quien quiere hacer ruptura de su pasado, porque quizás haya habido cosas que miradas desde el punto de vista de hoy no nos gusta o no acabamos de comprender, pero tendríamos que saber comprender lo que vivieron nuestros mayores, a las luchas que tuvieron que enfrentarse, las carencias que muchas veces pudieron llenar de vacíos y pobreza mucho momentos de la vida, pero es de donde provenimos, y gracias a la lucha que mantuvieron estamos nosotros hoy aquí, e incluso hasta podemos pensar distinto de ellos. Pero es el camino de la vida que ha llegado hasta aquí y del que ahora partimos para seguir adelante y dejar paso también al camino de nuestros hijos.

Hoy estamos celebrando una festividad que históricamente un poco vaya más allá del relato de los evangelios que no los mencionan de una forma concreta, y aunque nacida en cierta manera de tradiciones que van más allá de los evangelios canónicos y tienen mucho fundamente en los apócrifos sin embargo puede tener un hermoso significado. Hoy es la fiesta de los abuelos de Jesús, los padres de María, san Joaquín y Santa Ana.

Pero es buena esa mirada que nos invita a hacer la liturgia con esa celebración a los que fueron, repito, los abuelos de Jesús. Probablemente de origen galilea – en Séforis en Galilea hay un santuario que recuerda lo que pudo ser la casa de Joaquín y Ana – pronto sin embargo se sitúan en Jerusalén, precisamente en las cercanías del templo y también muy cerca de la piscina probática, o de las ovejas, por donde se entraban precisamente los animales para los sacrificios en el templo. Allí se levanta un antiguo templo que nos recuerda a santa Ana, la madre de María, y el probable entonces lugar del nacimiento de María. Allí bebería esa fe y esa fortaleza de espíritu que brilló tanto en su vida. Lo que fue María, tan disponible para Dios como siempre ella estaba, fue de Joaquín y de Ana de quien lo aprendió, los que la enseñaron cómo había de llenarse de Dios.

Pero precisamente en este día en que celebramos a los abuelos de Jesús, se quiere convertir también en el día de los abuelos, en el día de nuestros mayores. Algo muy conveniente y que no podemos olvidar. Son nuestra historia pasada sobre la que está edificada nuestra vida. Pensemos, por ejemplo, cuánto de lo que hay en nuestra vida es precisamente herencia que recibimos de nuestros abuelos; ellos trataron de trasmitir a sus hijos, nuestros padres, unos valores sobre los que cimentar su vida, y que ha sido también lo que hasta nosotros ha llegado, a nosotros también se nos ha transmitido.

Es cierto que hoy hacemos nuestra vida; en el modernismo en el que queremos vivir, porque la vida siempre va avanzando, algunas veces podemos tener la tentación de querer arrancar de nosotros eso que hemos recibido de nuestros mayores, y nos olvidamos que son el fundamento de lo que ahora somos. Aprendamos a descubrir y valorar eso bello y hermoso que hemos recibido, que ahora lo plasmamos en nuestra vida, dándole, si queremos decirlo así, nuestro toque personal con las características de lo que somos y del mundo en que vivimos, pero no lo olvidemos que lo que somos es lo que hemos recibido, ha sido el cimiento y el pilar sobre los que seguimos construyendo nuestra vida.

Nos hace echar una mirada agradecida hacia atrás, hacia nuestros mayores, hacia nuestros abuelos; nos hace valorar la vida de verdad como nos compromete a seguirla construyendo y ofreciendo lo mejor de nosotros a las generaciones que nos siguen. Será así como construiremos ese mundo mejor que todos deseamos.

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