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sábado, 19 de agosto de 2023

Tenemos que saber recomenzar, reemprender muchas veces de nuevo para hacer que todo tenga nueva y más fuerte vitalidad, aprendamos a resetear haciéndonos de nuevo niños

 


Tenemos que saber recomenzar, reemprender muchas veces de nuevo para hacer que todo tenga nueva y más fuerte vitalidad, aprendamos a resetear haciéndonos de nuevo niños

Josué 24,14-29; Sal 15; Mateo 19,13-15

No seas un niño, le decimos quizás a alguien, y en cierto modo de manera despectiva, cuando nos parece que se está comportando de una manera muy infantil. ¿Quizás podríamos preguntarnos por que es un niño? ¿Por qué se comporta de una manera inocente y sin malicia? ¿Qué tiene eso de malo? ¿Es que es necesario ir por la vida siempre con una mirada atravesada, llena de desconfianzas, o con los malos instintos , como solemos decir, de estar echando la zancadilla para ver cómo cae el otro?

¿Será acaso niño porque se deja sorprender por la vida y todo le llama la atención? Sentir curiosidad por lo que no se conoce, sentir deseos de saber y aprender más, tener inquietud en nosotros que no nos deja quietos e imperturbables ante lo que sucede alrededor, estar buscando siempre algo nuevo, algo que hacer, algo que nos haga desarrollarnos y crecer, no creo que sea malo para la persona sino más bien necesario.

Nos hace falta despertar esa inquietud en nuestros corazones porque es la manera como creceremos, como avanzaremos en la vida, cómo vamos haciendo que la vida en verdad sea interesante y creativa. Por eso me atrevo a decir que no es tan malo ser como un niño, porque siempre tenemos esa inquietud en nuestro corazón por algo más, por algo distinto, por algo nuevo, por algo mejor. No nos podemos quedar adormilados en la vida, porque camarón que se duerme se lo lleva la marea, que dice el refrán popular, porque quien vive adormilado no sabrá disfrutar de lo mejor de la vida, no sabrá llenar la vida de grandes sueños y de grandes ideales, y su vida perderá vitalidad.

Me hace pensar en todo esto como plan incluso para darle vitalidad a la vida, lo que escuchamos hoy en el evangelio. ‘Le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orase, pero los discípulos los regañaban’. Quiero ponerle incluso un poco de imaginación al tratar de contemplar este episodio. Jesús quizás sentado en la plaza, sentado a la puerta de su casa, como tantas veces quizás nosotros hemos hecho después de nuestras tareas y trabajos, y los niños que revolotean a su ardedor con sus juegos, sus gritos, su alegría; podemos ver tan a unas madres, como nos dice el evangelio que le traen a sus hijos a Jesús para que se los bendijera.

Pero allí están los de siempre, en este caso eran los discípulos tan celosos del descanso de su maestro. Vaya jaleo con los muchachos, sus carreras, sus juegos, sus gritos, sus preguntas y sus curiosidades. Quiten a esos chiquillos que no hacen sino molestar. Una reacción muy celosa. No sé, pero recuerda alguna escena alguna vez contemplada en nuestros templos con los jaleos que forman los chiquillos. Pero es importante la reacción de Jesús. ‘Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos’.

Y ahora nos dice que Jesús que ‘de los que son como ellos es el Reino de los cielos’. ¿Entonces tenemos que hacernos niños revoltosos e inquietos? Creo que nos damos cuenta de la inquietud que hemos de tener muy despierta en nuestro corazón. Esas ganas de más y mejor, esa búsqueda continua tan necesaria en la vida, ese dejarnos sorprender por las maravillas de Dios, esa apertura tan necesaria en nuestro corazón. No nos dejemos avejentar, no permitamos que se endurezca el corazón, no es posible que nos acostumbremos de tal manera a las cosas que las convirtamos en una rutina, arranquemos esas costras de pasividad con que nos vamos envolviendo tantas veces, tengamos la inquietud vital de ese niño que parece que se toma la vida como un juego pero que es así como va creciendo, es necesario tener la juventud que busca siempre la novedad para darle más intensidad a la vida y a lo que estamos haciendo.

Por algo nos dirá Jesús en otro momento que es necesario nacer de nuevo. No podemos seguir viviendo anquilosados en el hombre viejo. Tenemos que saber recomenzar, reemprender muchas veces de nuevo para hacer que todo tenga nueva y más fuerte vitalidad, aprendamos a resetear haciéndonos de nuevo niños que nos dejemos sorprender y sepamos hacer nuevas todas las cosas.

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