Seamos
capaces de cantar el cántico de María reconociendo también cuantas maravillas
Dios realiza en nosotros queriendo hacer también su mismo camino de Asunción
Apocalipsis 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab; Sal
44; 1Corintios 15, 20-27ª; Lucas 1, 39-56
Lo que llevamos en el corazón no lo podemos disimular, no lo podemos callar. Cuando nos encontramos con aquellos, en especial, que tienen cierta sintonía con nosotros, canta de inmediato el corazón y dejar fluir los más hermosos sentimientos, y de inmediato nuestra lengua se desata y seremos capaces de decir las más bellas palabras.
Pueden ser hermosas experiencias que hayamos vivido, encuentros que
han llegado de gozo el alma porque experimentamos lo que es la belleza de la
vida, nos regocijamos en el amor y la amistad que se nos ofrece y se nos
regala, nos sentimos elevados en nuestro espíritu porque descubrimos lo bello y
lo grande que nos engrandece; experiencias cargadas de humanidad, experiencias
que nos elevan a lo divino y sobrenatural, experiencias con las que nos
sentimos transformados.
¿No sería
algo así lo que Maria llevaba en su corazón y le hizo correr por los caminos de
Palestina desde Nazaret hasta las montañas de Judea? Grande había sido la
experiencia de Dios que había vivido en aquel momento que Dios se hizo presente
en su vida con la visita del Ángel. Llena de Dios se había sentido María, poseída
por el Espíritu llevaba en sus entrañas al Hijo del Altísimo que iba a ser
nuestra vida y nuestra salvación.
El camino de
Nazaret a las montañas de Judea se había llenado de los sones del cántico de
María que ella iba entonando en su corazón. Cuando se encuentra con Isabel por
la sintonía que de manera tan especial con ella sostenía las palabras comienzan
a salir a borbotones del corazón por la boca de ambas mujeres, porque las dos
tenían mucho que contar y cantar de las maravillas que Dios había realizado en
ellas. Isabel también tenía mucho que agradecer a Dios que tales maravillas
había realizado en ella cuando a sus años le había concedido el don de la
maternidad; María sentía que el Señor había sido grande con ella y en ella estaba realizando también obras
maravillosas.
Comenzaba así
un cántico que había de terminarse nunca, porque todos aquellos que reconocen
las maravillas de Dios en su vida no pueden menos que tomar prestadas las
palabras de Isabel y de María para cantar también de corazón al Señor. Pero es
que ese cántico se ha convertido también en el cántico de la liberación, con el
que todos los que sienten que el Señor le ha liberado de muchas ataduras cuando
les ha regalado su gracia cantarán casi como un emblema y un signo de lo que ha
de seguir siendo su camino ese mismo cántico de María.
María con su camino de Nazaret a las montañas de Judea a nosotros también nos pone en camino, con ella quiere llevarnos y elevarnos, y está convirtiéndose para nosotros en modelo de ese camino que nosotros también hemos de recorrer. Un camino de Ascensión, como fue el camino de Jesús, y un camino de Asunción como fue el camino de María, como hoy estamos celebrando. Hemos de saber dejarnos conducir como lo hizo María, pero que no es un camino de pasividad sino que tiene que convertirse para nosotros en un camino muy positivo, muy activo.
Dejamos actuar a Dios en nuestra vida, pero ponemos nuestra disponibilidad,
ponemos la ofrenda de nuestro yo, ponemos nuestros esfuerzos de superación,
ponemos toda esa lucha de liberación que a la manera de María hemos de saber ir
realizando en nuestra vida.
Es el tiempo
en que derribados del trono a los poderosos, ensalzaremos y levantaremos a los
humildes porque en verdad queremos hacer un mundo nuevo, queremos hacer vivir
una vida nueva a todos; es el tiempo de un nuevo compartir porque mientras los
ricos se quedan encerrados en su propio vacío, sin embargo los humildes, los sencillos,
los hambrientos se verán saciados porque el Señor en su bondad nos colma de
bienes; es el tiempo de la misericordia y es el tiempo de la nueva ternura que
florece con el perdón, es el tiempo en que hacemos desaparecer los orgullos y
las prepotencias, es el tiempo en el que florece en el jardín de la vida la
comprensión, la armonía y la paz porque todos nos sentimos valorados en lo que
somos más que en lo que tenemos, porque todos nos sentirlos enriquecidos con el
amor y la gracia del Señor, es el tiempo en que descubriremos cómo el Señor se
revela en los pequeños y en los sencillos.
Es el camino que María nos está abriendo con su Asunción al cielo, que nos dice que es posible ese nuevo camino, que es posible esa Asunción en nuestra vida, que es posible que un día nosotros porque queremos mantener limpio el corazón podremos gozar de esa visión de Dios.
Es lo que hoy estamos celebrando al celebrar la
Asunción de María. Es a lo que nos sentimos invitados para caminar de mano de
María que con nosotros, en nuestra tierra canaria, camina con nosotros como un
faro de luz en su advocación de Candelaria. Que seamos capaces de cantar ese
cántico de María reconociendo también cuantas maravillas el Señor realiza en
nosotros.
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