Allí está Jesús que siente compasión, allí está Jesús que va
caminando con ellos, ahí está Jesús que camina a nuestro lado y nos regala su
amor y su vida
Génesis 3,9-24; Sal 89; Marcos 8,1-10
‘Siento compasión de esta gente porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué
comer, y si los despido a sus casas en ayunas, van a desfallecer por el
camino…’
El camino se hace
largo, han venido de lejos. El camino se nos hace largo tantas veces que lo
emprendemos con mucha ilusión. Pero desfallecemos, nos cansamos, perdemos la
orientación del camino de la vida y nos encontramos sin saber qué hacer, por
donde caminar, buscamos y buscamos y parece que las respuestas se alejan.
Cuántas veces en la vida desfallecemos y hasta tenemos la tentación de tirar la
toalla, de no seguir adelante. En
ocasiones nos parece sentirnos fracasados por los tropiezos que vamos teniendo
en el camino, porque hay cosas que no nos satisfacen, porque nos sentimos
tentados por todas partes, tantos cantos de sirena de cosas que la vida nos ofrece
para que vayamos por otros caminos. Necesitamos algo nuevo, algo que nos
renueve, algo que nos haga entrar de nuevo en ilusión.
Es cierto que aquella
multitud que seguía a Jesús habían salido de sus casas e incluso habían dejado
de lado sus cosas, porque estamos ilusionados y llenos de esperanza con las
palabras de Jesús y con lo que le veían realizar. Muchos habían acudido con sus
enfermos y Jesús los había curado; muchos, por qué no pensarlo, cuando se
acercaban a Jesús iban con sus penas en el corazón y se sentían como nuevos al
lado de Jesús, escuchando a Jesús. Pero a todos nos pueden entrar los
cansancios, nos podemos sentir tentados por la desilusión, se les podían morir
las ganas de vivir mientras iban por el camino.
Pero allí está Jesús
que siente compasión, allí está Jesús que va caminando con ellos, allí está
Jesús el que se pusiera en camino con Jairo para ir a su casa a curar a la niña
que estaba en las últimas cuando les avisan que no hay nada que hacer y Jesús
solo pide fe a Jairo para seguir caminando; allí está Jesús el que llamará al
ciego del camino o el que se acercará hasta la piscina donde hay alguien a
quien nadie ayuda. Y está la compasión de Jesús, y está el amor de Jesús, y
está la vida que Jesús quiere regalarnos.
Hoy le vemos que
siente compasión por aquella gente, porque está sintiendo, es cierto, los
sufrimientos y las angustias de aquellas personas como algo que le afectan a El
también; pero la compasión de Jesús no se queda en lamentos, en bonitos
sentimientos que se pudieran quedar en una lágrima y todo sigue igual; allí
está el Jesús que pregunta por los panes que tienen, el Jesús que se pone mano
a la obra y bendice los panes y los peces y pone en camino a los discípulos
para que se los repartan. Es la compasión de Jesús que está a nuestro lado y
nos tiende la mano, y nos levanta, y pone luz en los ojos, y despierta el amor
en el corazón, y nos hace sentir nueva vida.
En medio de nuestros
desalientos y cansancios, en medio de esos desiertos que nos llevan o nos
tienen lejos, tenemos que darnos cuenta de que con nosotros está Jesús y está
su amor, está su compasión y está la vida nueva que nos regala, está Jesús que
nos pone en camino pero camina a nuestro lado, está Jesús que nos sana desde lo
más profundo para que seamos ya nosotros los que carguemos con nuestras
camillas, está Jesús el que nos regala el perdón y nos regala la vida.
Aquel día se
repartieron los panes y todos comieron hasta saciarse de manera que incluso
sobraron panes. Con Jesús ahora con nosotros también comemos de ese pan que El
nos da que es El mismo, porque es el pan bajado del cielo para que tengamos
vida y vida en abundancia. Con Jesús ahora a nuestro lado no podemos
desfallecer, podremos y tenemos que seguir el camino, y superaremos los
cansancios y con su fuerza, la fuerza de su Espíritu comenzaremos a hacer un
mundo nuevo.
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