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jueves, 9 de febrero de 2023

Jesús quiere hacer resplandecer como en un claroscuro la fe, la humildad y la constancia de la mujer cananea y aprendamos a valorar la fe de los demás venga de donde venga

 


Jesús quiere hacer resplandecer como en un claroscuro la fe, la humildad y la constancia de la mujer cananea y aprendamos a valorar la fe de los demás venga de donde venga

Génesis 2,18-25; Sal 127; Marcos 7,24-30

Jesús quería pasar desapercibido. Es cierto que estaba fuera del territorio propiamente de Palestina, pues andaba en las cercanías de Tiro y de Sidón. Se había alejado de los territorios habituales de los judíos, donde la gente le buscaba y le seguía. No se menciona que Jesús se retirara por aquellos territorios con sus discípulos más cercanos por alguna razón especial; o sí la había.

Ese querer pasar desapercibido sería quizá como un claroscuro que se utiliza en ocasiones para hacer resaltar algo que va a tener especial interés en aquel cuadro. ¿Sería lo importante la reacción de aquella mujer y sus valores que anda ahora suplicándole por su hija que está enferma? ¿Querrá Jesús quedar en un segundo plano, en el lugar oscuro, para hacer resaltar otra luz?

Con lo que nos gusta a nosotros salir en los primeros planos. No le cedemos el puesto a nadie si nosotros podemos relucir en algo. La vanidad siempre nos ataca sutilmente, porque siempre nos podremos buscar alguna excusa con tal de quedar nosotros bonitos en la foto. ¿Seremos nosotros capaces de dejar que brillen los otros mientras permanecemos en el lado oscuro? Puede parecernos una cosa sin importancia, podemos decir que es necesario que se vean las cosas buenas que nosotros hacemos para servir de atracción a que otros hagan también lo bueno, pero puede ser también que la vanidad se coma los mejores brillos y al final lo que queremos hacer resaltar son nuestros orgullos.

Hoy quiere Jesús hacer resplandecer la fe, la humildad y la constancia de aquella mujer. Jesús parece desentenderse de sus lamentos y de sus gritos; siempre nos ha costado entender el por qué Jesús no quería atender a las peticiones de aquella mujer. Era fenicia, no era judía, no es bueno dar el pan de los hijos a los perritos. Palabras duras, pero era realmente el lenguaje que utilizaban los judíos en referencia a los gentiles, aunque nos parecen duras en labios de Jesús.

Algo quiere resaltarnos Jesús. Porque la mujer con humildad insiste y encontrará razones y motivos porque los perritos algunas veces se contentan con las migajas que se les caen a los niños mientras comen. Pero aquella mujer sigue suplicando con fe. Nos recuerda al centurión de Cafarnaún que no se siente digno de que Jesús entre en su casa, pero suplicará con fe para que su criado pueda ser sanado por la palabra de Jesús. Jesús entonces alabará la fe de aquel centurión porque en Israel no ha encontrado nadie con tanta fe. Jesús alabará finalmente la fe de aquella mujer a la que se le va a cumplir todo lo que ha pedido, porque lo ha pedido con fe.

Es la luz que Jesús nos quiere hacer brillar. Para que aprendamos a hacer resplandecer nuestra fe aun en los momentos que nos parecen más oscuros. Tantas veces pedimos y pedimos y no alcanzamos tan pronto como quisiéramos lo que son nuestras suplicas y desistimos y tiramos pronto la toalla. Dios no nos escucha, decimos tantas veces, y nuestra fe se debilita. Es lo que ahora tenemos que aprender de esta mujer. Dios nos escucha más allá de que merezcamos o no merezcamos que nos escuche, más allá de lo que pudiéramos considerar nuestra indignidad por nuestro pecado. Seamos humildes, reconozcamos nuestra pobreza y nuestro pecado, pero reconozcamos por encima de todo lo que es el amor del Señor que no nos abandona.

Aprendamos también a valorar la fe de los demás, venga de donde venga. Cuidado con las discriminaciones que muchas veces nos hacemos.

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