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martes, 26 de noviembre de 2019

En ese mundo revuelto y confuso, desconcertados y desorientados en ocasiones, tenemos que saber estar siempre en la búsqueda comprometida de la verdad y la justicia


En ese mundo revuelto y confuso, desconcertados y desorientados en ocasiones, tenemos que saber estar siempre en la búsqueda comprometida de la verdad y la justicia

Daniel 2,31-45; Salm. Dn 3,57-61; Lucas 21,5-11
Ojalá en la vida todo fuera plácido y tranquilo, que los proyectos con los que soñamos pudiéramos sacarlos adelante sin contratiempos, que no tuviéramos problemas ni encontronazos con los demás sino que fuéramos capaces de ponernos de acuerdo para sacar adelante nuestra sociedad superando retos, buscando siempre metas mal altas, aunando esfuerzos.
Parece algo idílico pero es en cierto modo lo que soñamos, lo que deseamos, lo que nos anima cuando ponemos nuestro esfuerzo y nuestro trabajo, pero bien sabemos que muchas veces se nos vienen abajo esos proyectos cuando quizá nos parecía que los teníamos encaminados, que nos vamos a encontrar enfrente y en contra nuestro aquellos que antes quizá caminábamos en el mismo surco, que surgen las crisis de entendimiento entre unos y otros y en los carriles por los que quisiéramos que caminara nuestra sociedad.
¿Qué hacer? ¿Tirar la toalla y marcharnos a otro lugar? ¿A dónde vamos a ir? ¿Refugiarnos en nosotros mismos o solo en nuestras cosas personales batallando cada uno su batallita particular? ¿Desentendernos y dejar que otros hagan a su antojo dispuestos a soportar lo que sea con tal de no meternos en líos?
Muchas de esas tentaciones tenemos en muchas ocasiones. Nos sucede en la vida social, nos sucede muchas veces hasta en la misma vida familiar, nos sucede con aquellos que están o han estado más cercanos a nosotros y considerábamos amigos, lo estamos viendo en la misma vida política que tendría que aunarse para buscar soluciones. No sabemos que hacer y nos encerramos en nuestro cascarón, nos desentendemos. Nos situamos en ocasiones como la expectativa, mirando como meros espectadores, para criticar quizá lo que otros hacen sin poner nada de mi parte. Qué fácil es hablar y cuanto cuesta comprometerse. ¿Pero me puedo quedar tranquilo con posturas pasivas y negativas?
Creo que el evangelio de hoy puede ser un rayo de luz que nos ayude a encontrar caminos. Jesús les anuncia a los discípulos las fuertes crisis por las que habrán de pasar, tanto el pueblo judío en si mismo con muchas cosas que les afectarán hasta en lo más hondo de su identidad, como a los propios seguidores de Jesús con el paso de los años.
Parte de las consideraciones que se hacían por la hermosura del templo de Jerusalén y Jesús les anuncia de todo aquello no quedará piedra sobre piedra porque todo seria destruido. Posiblemente cuando el evangelista nos narra estas palabras proféticas de Jesús ya se había realizado la destrucción de Jerusalén y su templo. Supuso una grave crisis en la identidad del pueblo judío que les llevaría a la dispersión y la diáspora a través de los siglos por todas las naciones.
Pero las palabras de Jesús no se quedan en ese anuncio sino que les dirá que sus discípulos tendrán que afrontar momentos difíciles y es cuando nos invita a ser fuertes, a mantener la esperanza, a tener paciencia porque nunca el discípulo de Jesús se ha de sentir solo y abandonado. No es la huida el camino que han de tomar, sino afrontar con paciencia todas esas dificultades en que muchas veces les parecerá – nos parecerá porque a través de los tiempos esas mismas situaciones seguimos viviendo - que el mundo se viene abajo.
Paciencia, no significa una actitud pasiva, sino una actitud de esperanza y de confianza. Es lo que necesitamos en la vida, que parece que esos valores se han evaporado. Y aquí podemos hacer referencia a lo que vivimos en el mismo seno de la Iglesia, de nuestras comunidades cristianas, pero también a todo el ámbito de la vida social que vemos tan revuelto y sin saber muchas veces qué partido o qué camino tomar.
Pero ahí tenemos que estar sin cruzarnos de brazos, sin huidas ni búsquedas de refugios sino dando el callo, poniendo nuestro esfuerzo y nuestro saber aunque quizá muchas veces podamos equivocarnos, pero siempre en la búsqueda de la verdad, de lo bueno, de lo justo, porque siempre tenemos que sentirnos comprometidos en hacer un mundo mejor.

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