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lunes, 25 de noviembre de 2019

Abramos los ojos para ver cuanto bueno podemos encontrarnos en nuestro entorno y nos encontraremos a Dios caminando a nuestro lado


Abramos los ojos para ver cuanto bueno podemos encontrarnos en nuestro entorno y nos encontraremos a Dios caminando a nuestro lado

Daniel 1, 1-6. 8-20; Sal. Dn 3, 52-56; Lucas 21, 1-4
Es cierto que vamos caminando con los ojos abiertos, de lo contrario iríamos tropezando con todo y con todos, pero también hemos de decir, aunque parezca contradicción, que no siempre vamos con los ojos abiertos y suceden cosas delante de nosotros y ni las vemos ni nos enteramos.
Es mirar, prestar atención, detenernos, darnos cuenta del detalle o del gesto; no nos quedemos en una mirada superficial y ligera donde paseamos los ojos por todos lados pero al final no vemos nada. ¿Te diste cuenta de aquel detalle? Nos dice el que va con nosotros que sí ha sabido observar y se fijó en un detalle al que nosotros no prestamos atención. Pasan desapercibidos delante de nuestros ojos y no los vemos.
Ya sé que me vais a decir que hay muchos que se fijan en todo, que todo lo están observando para criticar, para ver lo malo o la segunda intención, pero yo te digo no mires con mirada turbia, porque algunas veces, es cierto, la maldad que llevamos en el corazón se convierte en persiana delante de los ojos para dejarnos ver solo lo que nos interesa desde nuestra maldad. Sin embargo hay tantas cosas hermosas que nos pasan desapercibidas; nuestros ojos se han ido entumeciendo y ya no nos permiten ver esas cosas tenues pero bellas que si nos fijamos en ellas tienen bello resplandor.
Hoy el evangelio nos habla de que Jesús estaba cerca de la entrada del templo y levantando los ojos vio a cuantos iban entrando y como estaba cerca el cepillo de las limosnas no podía menos que observar la ostentación con que algunos echaban sus limosnas, pero esos oropeles no le impidieron ver a una mujer sencilla, una pobre viuda que echó solo dos reales porque era lo que tenia. Aquella mujer hubiera pasado desapercibido, como realmente lo fue para la inmensa mayoría, frente a los sonidos tintineantes de las monedas que echaban los ricos o de los que hacían ostentación, que además querían hacerse notar.
Normalmente siempre destacamos, como lo hace el mismo Jesús, en este evangelio la generosidad y desprendimiento de aquella pobre mujer que echó cuanto tenía para vivir. Diríamos que en principio es el primer mensaje del evangelio de este día, pero como siempre decimos, con una lectura atenta podemos descubrir algo más. Y es en lo que hoy nos fijamos, la mirada de Jesús que nos enseña para nuestras miradas.
Porque hay tanto detalles en la vida que pueden ser Buena Nueva para nosotros, evangelio para nuestra vida, porque nos enseñan a vivir, nos abren los ojos para amar, nos ponen en una disposición distinta cuando nos hacen salir de nosotros, de nuestros anhelos, de nuestras preocupaciones y agobios para ver algo nuevo, para descubrir una nueva actitud, o para hacernos notar una nueva manera de mirar que hemos de tener en la vida.
Abramos los ojos para ver cuanto bueno podemos encontrarnos en nuestro entorno; abramos los ojos para ver más allá de las apariencias y poder descubrir el corazón de las personas; abramos los ojos llenos de luz para ver lo bueno, para llegar a descubrir que siempre en toda persona hay algo bueno, en toda persona puede florecer el amor, aunque si nos quedamos en lo externo solo veamos hojarasca y espinas; abramos los ojos para descubrir también el sufrimiento que muchos llevan calladamente en su corazón y necesitan el bálsamo de un corazón amigo que camine a su lado y podemos ser nosotros. Abramos los ojos y nos encontraremos a Dios en los que caminan a nuestro lado y en cuanto sucede en torno nuestro.

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