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sábado, 19 de octubre de 2019

Arranquémonos de una vida superficial llenándonos interiormente de la fortaleza del Espíritu que nos guía y acompaña para mantener nuestra fidelidad


Arranquémonos de una vida superficial llenándonos interiormente de la fortaleza del Espíritu que nos guía y acompaña para mantener nuestra fidelidad

Romanos 4,13. 16-18; Sal 104; Lucas 12, 8-12
Por muy seguros que nos sintamos, muy convencidos de nuestros principios y digamos que realmente sabemos lo que tenemos que hacer, hay momentos en que un poco nos sentimos desestabilizados, parece que no estamos tan seguros y nos llenamos de dudas, sin saber qué hacer o como reaccionar.
Será quizá porque nos suceden cosas imprevistas para las que no estábamos suficientemente preparados, será la influencia que recibimos de nuestro entorno, y también, ¿por qué no?, como consecuencia de nuestra propia debilidad que nos llena de incertidumbres. Negamos entonces aquello de lo que nos sentíamos tan seguros, los interrogantes que se nos plantean en nuestro interior nos hacen llenarnos de dudas incluso de cosas que son muy fundamentales, no sabemos como reaccionar, y ya quisiéramos tener a nuestro lado alguien que nos dé fortaleza y seguridad poniendo palabras en nuestros labios para saber qué decir en toda circunstancia.
Creo que tendríamos que saber buscar y encontrar esa fortaleza interior que todos podemos tener para mantenernos firmes en nuestros principios, superar nuestras dudas y también nuestros miedos. Claro que eso significa también que nos hayamos cultivado, que hayamos ido adquiriendo esa fortaleza de espíritu, porque realmente nos hayamos entrenado para ello. ¿Cómo? Siendo verdaderamente reflexivos, masticando una y otra vez aquellas cosas que nos van sucediendo, rumiando pensamientos, ideas, hechos, buscándole sentido, y sobre todo como cristianos que somos buscando esa fortaleza en el Espíritu de Dios que nos anima y acompaña. Será así cómo  nos sentiremos fuertes, encontraremos esa inspiración para lo que hemos de realizar, mantendremos a toda costa nuestra fidelidad.
Desgraciadamente vivimos demasiado en la superficialidad, a lo que salga, sin pensarnos las cosas, sin fortalecernos interiormente, dejándonos llevar por el primer viento que sople y así andamos como veletas de un lado para otro. Es una lástima que teniendo una espiritualidad cristiana tan fuerte, porque no nos faltará la fuerza del Espíritu, andemos a la caza de lo primero que aparezca en el horizonte; ¿Qué ahora están de moda las espiritualidades orientales? Allá nos vamos. ¿Qué aparece no sé quien que se cree muy espiritual y nos da unos consejitos como recetas? Allá vamos corriendo a ver esa novedad. Tenemos que reconocer que somos noveleros.
Por eso hoy Jesús nos habla de dar la cara por él, de que cuando venga la dificultad o incluso la persecución no nos faltará la fuerza de su Espíritu. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles de Dios’.
Claro que tenemos que creer seriamente que el Espíritu de Jesús nos acompaña, porque de lo contrario andaríamos perdidos. Por eso nos dice que es un pecado que no se puede perdonar. El perdón es un don del Espíritu, ¿como vamos a buscar ese perdón si no creemos de verdad en el Espíritu de Dios que nos acompaña y anima nuestra vida, llenándonos de paz, de gracia, de perdón y de vida? El es de verdad nuestra fortaleza y nuestra sabiduría. Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir’.

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