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miércoles, 26 de septiembre de 2018

Descarguemos las mochilas de nuestra vida de tantas vanidades y orgullos, autosuficiencia y amor propio, para que podamos encontrar el amor de los demás y llenarnos de Dios


Descarguemos las mochilas de nuestra vida de tantas vanidades y orgullos, autosuficiencia y amor propio, para que podamos encontrar el amor de los demás y llenarnos de Dios

Proverbios 30,5-9; Sal 118; Lucas 9,1-6

Se encuentra uno en la vida caminantes que con su mochila al hombre van recorriendo pueblos y ciudades, se meten en los más variados caminos y senderos o los vemos intentando subir ya sea altas montañas por aquello de conquistar las alturas o ya sea para atravesando esos lugares ir en búsqueda de sitios nuevos que conocer, lugares que visitar o gente con la que relacionarse en un hermoso intercambio de culturas. Es hermoso ponerse en camino; es un riesgo y una aventura, pero también es una riqueza para la vida si sabemos ir con los ojos bien abiertos para empaparnos no solo de la belleza de las ciudades o de los paisajes sino de la riqueza que nos ofrece cada uno desde su cultura y desde la sabiduría que todos llevamos dentro.
Pero cuando observamos a esos caminantes o senderistas de la vida vemos también el bagaje que llevan consigo; los vemos con mochilas grandes y sobrecargadas porque parece que quieren llevar consigo todas las comodidades de su casa, y los veremos cansinos y agotados que parece que ya no pueden caminar ni avanzar por el peso que llevan tras de si en sus espaldas; pero lo vemos también ligeros de equipaje que llevan solo lo justo y lo necesario para hacer el camino, los que les hace caminar ligeros en su paso sin el agobio de pesadas mochilas y están dispuestos no solo al sacrificio de comodidades que han sabido dejar atrás, sino abiertos y dispuestos a recibir lo que se les ofrezca a lo largo del camino en el que van enriqueciéndose mucho más en un sencillo intercambio con quienes se encuentran o en quienes le reciben. ¿Qué será mejor? Juzgues ustedes, y vean donde encontrarán mayor riqueza para sus vidas.
En el pasaje que hoy nos ofrece el evangelio se nos habla del envío que Jesús hace de sus discípulos como apóstoles para hacen el anuncio del Reino. ‘Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos…’  Nos dice que les dio autoridad y los envió a predicar, a proclamar el Reino. Les dio la autoridad que está siempre al servicio del bien. ‘Sobre toda clase de demonios y a curar enfermedades’. Es la señal de la liberación del mal, es la señal del servicio del bien, son las señales en que se manifiesta el Reino de Dios. Autoridad aquí no significa poder como muchas veces lo entendemos, no olvidemos que nos dirá que el primero y principal ha de ser el último y el servidor de todos. Es el sentido del servicio. Es el estilo del anuncio del Reino, lo que han de predicar y lo que han de anunciar.
Pero hay otras señales en las recomendaciones que les hace. No han de llevar la mochila demasiado cargada, en el símil de lo que veníamos antes hablando. Cuando Jesús les dice ‘no llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto, quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio…’ así, con el símil del caminante del que veníamos hablando, lo podemos entender mejor.
La fuerza del anuncio del Reino está en la propia Palabra que anuncian, pero una palabra que va acompañada de señales, no solo de lo que han de hacer por los demás, sino desde su propio estilo de vida. Es el signo de la humildad y de la pobreza; no es el poder de lo que nosotros podamos aparentar cargados con inmensas mochilas de poder sino que es la sencillez de nuestros gestos, el desprendimiento de nuestra vida, la generosidad de nuestro corazón, nuestra apertura a los demás. Es ahí donde ofrecemos el mensaje, es ahí donde vemos la presencia del Espíritu del Señor, es así como se manifiesta la presencia amorosa de Dios.
Descarguemos las mochilas de nuestra vida de tantas vanidades y orgullos, de tanta autosuficiencia y amor propio, para que también sepamos encontrar el amor de los demás al que tantas veces nos cerramos en nuestra autocomplacencia y así  nos llenaremos de Dios.

1 comentario:

  1. Definitivamente que las mochilas si importan y mucho más la forma en la que las llevamos, ya que en viajes largos vamos a caminar mucho y no queremos lesionarnos la espalda, muy buenos consejos del blog, por otro lado me gustaría compartirles Kanken Mini.

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