Dejémonos
sentir así mirados por Dios con su mirada de amor abriendo nuestro corazón a
sus designios de amor cuando celebramos la fiesta de los Santos Arcángeles
Daniel 7,9-10.13-14; Sal 137; Juan 1,47-51
Una mirada puede ser en ocasiones algo decisivo en la vida. Alguna vez
casi sin darnos cuenta presentimos que alguien nos está mirando, quizás nos
sorprende, quizás sentimos como un reparo a que nos miren y quisiéramos
ocultarnos, quizás nos agrade la sensación de paz que percibimos y que nos
agrada porque parece que a nosotros nos llena de paz, otras veces nos interroga
y parece como si se nos metiera en lo más hondo de nosotros descubriendo lo más
intimo o lo más secreto que guardamos dentro de nosotros mismos.
Hay, es cierto, personas que hablan contigo y no te miran, otras veces
somos nosotros los que rehuimos la mirada como queriendo ocultar algo, pero en
el fondo nos agrada sentirnos mirados, o que cuando nos hablen nos miren a la
cara, nos miren a los ojos. Sensaciones diversas pueden producirse en nosotros,
pero también sentimos con agradecimiento esa mirada de estímulo que parece que
nos está diciendo adelante, o una mirada puede ser que nos haga cambiar hasta
la intención de lo que estamos haciendo y de alguna manera nos hace recomponer
nuestras posturas o nuestra manera de ser o de hacer. Es más importante de lo
que parece o de lo que queramos aceptar la mirada que recibimos de los demás,
como importante puede ser los otros nuestra mirada.
¿Y las miradas de Jesús? sería una buena reflexión recorrer las
páginas del evangelio fijándonos al detalle en la mirada de Jesús. Es un tema
que me agrada y que muchas veces he reflexionado también. Hoy se nos habla de
una mirada de Jesús en el evangelio que fue muy importante.
Felipe le había anunciado a Natanael que habían encontrado al
anunciado por los profetas y esperado con tantas esperanzas hasta ahora nunca
cumplidas por el pueblo de Israel. Y le señala en concreto a Jesús de Nazaret.
No sin ciertas reticencias se acerca a Jesús, porque de Nazaret no puede salir
nada bueno – rencillas y envidias de pueblos vecinos – y cuando se acerca Jesús
se le queda mirándole. Y esa mirada de Jesús va acompañada de una alabanza. ‘Ahí tenéis a un israelita de verdad, en
quien no hay engaño’.
Saludo recibido con ciertas reservas por parte de Natanael. ‘¿De qué me conoces?’
Y Jesús le habla de una mirada. ‘Antes de que Felipe te llamara, cuando
estabas debajo de la higuera, te vi’.
Fueron suficientes esas
palabras, pero también la sensación que había sentido porque en aquel momento,
que no sabemos qué es lo que había sucedido, sin embargo se había sentido
mirado. Una mirada de la que quizá entonces no se había enterado, pero saber
que le habían mirado en aquellas circunstancias, le hizo cambiar totalmente su
actitud. Le había hecho dar un vuelco total a su vida, a sus predisposiciones,
a sus actitudes, y del rechazo del principio había nacido ahora una profesión
de fe. ‘Rabí – le dice ya reconociéndolo como maestro -, tú eres el
Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel’
concluyendo con una hermosa confesión de fe’.
Qué importante había sido
aquella mirada. Lo que expresábamos al principio, miradas que interrogan,
miradas que penetran hasta lo mas hondo, miradas que nos transforman, miradas
que nos hacen tener una nueva visión y nos abren un nuevo camino. Algunas veces
somos conscientes, otras veces nos pasan desapercibidas, miradas que tenemos
que aprender a recibir y apreciar, miradas de las que en ocasiones nos
tendríamos que dejar llevar en lo que suscitan en nuestro corazón. Mucho podríamos
seguir reflexionando.
Hoy queremos sentir la
mirada de Dios sobre nosotros en esta fiesta que celebramos de los santos
Arcángeles, san Miguel, san Rafael, san Gabriel. Podríamos atrevernos a decir
siguiendo con nuestra reflexión precedente que de alguna manera son la mirada
de Dios sobre nosotros. Misión de los Ángeles y de los arcángeles es hacernos
sentir la presencia de Dios con la misión que nos confía y con las señales de
su presencia que nos acompañan.
Mirada de Gabriel a María
para trasmitirle la misión y el encargo que Dios le confiaba para hacerla su
madre; mirada de Rafael a Tobías para ayudarle a encontrar los caminos de Dios,
caminos que conducen siempre a la salvación; mirada de Miguel el arcángel que
nos habla del poder y de la gloria del Señor que nunca podemos mancillar con
nuestro pecado porque su presencia nos hace sentir la fuerza y el poder del
Señor en nuestra lucha contra el mal y contra el pecado. Dejémonos sentir así
mirados por Dios abriendo nuestro corazón a sus designios de amor.
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