Vistas de página en total

domingo, 21 de febrero de 2016

Subamos a la montaña con lo que signifique de esfuerzo, de superación, de desprendimiento para contemplar el rostro misericordioso de Dios y ser signos de misericordia

Subamos a la montaña con lo que signifique de esfuerzo, de superación, de desprendimiento para contemplar el rostro misericordioso de Dios y ser signos de misericordia

Génesis 15, 5-12. 17-18; Sal 26; Filipenses 3, 17-4, 1; Lucas 9, 28b-36
‘Jesús se llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a lo alto de una montaña, para orar…’ Así escuchamos hoy al principio del Evangelio. Los había invitado un día a seguirle y ellos lo habían dejado todo. Van haciendo camino con Jesús. No es solo que recorran los pueblos y las aldeas de Galilea o se acerquen a otros lugares, atravesando el lago, yendo más allá de lo que era la tierra de los judíos o marchasen a Jerusalén como pronto les vamos a ver hacer. El camino era algo más eso. Y en ese camino que van haciendo ahora les invita a subir a la montaña alta que allí se yergue en medio de las llanuras y valles de Galilea.
Subir a la montaña es una etapa más del camino de seguir a Jesús. Bíblicamente es una imagen que se repite. Al monte Moria sube Abrahán a sacrificar a su hijo porque Dios se lo pide. En la montaña primero en medio de una zarza ardiendo en el Horeb y más tarde en el Sinaí Dios se le manifiesta a Moisés confiándole una misión de liberar a su pueblo y estableciendo las cláusulas de la Alianza en un segundo momento. Elías igual que Abrahán en la montaña buscará ver el rostro de Dios y sentirá lleno de su fuerza para continuar su misión profética.
Ahora suben con Jesús a la montaña, porque Jesús va allí a orar. Aceptan la invitación con sus dificultades y sus exigencias, aunque aun no saben cuánto en lo alto de la montaña va a suceder. Pero como toda subida a una montaña exige esfuerzo y superación, constancia para llegar a lo alto a pesar de la dificultad y desprendimiento para dejar a un lado lo que sea una rémora que estorbe en la ascensión.
Es todo muy significativo para el camino de cada día de nuestra vida donde tantas veces parece que nos vemos superados por el cansancio o tenemos el peligro de que nos pueda la comodidad. Solo cuando nos esforzamos y luchamos teniendo claras cuales son nuestras metas seremos capaces de vencer las dificultades y lograr aquello que anhelamos y ponemos como objetivos de nuestra vida. Si nos sentimos derrotados a la primera dificultad nunca conseguiremos algo que merezca la pena y nuestra vida se convierte en insulsa y sin valor.
Van con Jesús a subir a la montaña porque va allí Jesús a orar, como tantas veces se retiraba a lugares apartados para vivir la intimidad del encuentro con el Padre. Ellos también van invitados a lo mismo y ya fuera por el cansancio del esfuerzo o por las modorras que se nos meten en la vida, se caían de sueño nos dice el evangelista. Qué curioso cómo nos entra sueño cuando nos ponemos a rezar, pero quizá no estamos viviendo la intensidad del encuentro de amor que tendría que ser siempre nuestra oración. Algunos rezan para dormirse cuando en la noche no les entra sueño.
Pero ya hemos escuchado el relato del evangelio y en lo alto de la montaña suceden cosas extraordinarias porque Jesús se transfiguró en su presencia. Se manifestaba la gloria del Señor en los resplandores del rostro de Jesús y en la blancura tan especial de sus vestiduras. Allá aparecen Moisés y Elías hablando con Jesús de la muerte cercana que iba a sufrir en su subida a Jerusalén – aparece de nuevo la subida que culminará en lo alto del Calvario -.
‘¡Qué bien se está aquí!’ Esto es un éxtasis contemplando la gloria de Dios. Será el que se adelanta con sus proyectos de levantar tres tiendas para quedarse en ese éxtasis para siempre. Pero se ven envueltos en una nube, signo de la presencia misteriosa de Dios, y la voz del Padre va a señalarnos quien es Jesús y lo que tenemos que hacer. ‘Una voz desde la nube decía: –Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle’.
Luego ya estará Jesús solo y aunque no terminaban de comprender bajaron en silencio de la montaña. El camino había de continuar pero ellos habían vislumbrado la gloria del Señor que verían más claramente en Jesús para reconocerle como el Señor después de la resurrección. Habían oído hablar una vez más de muerte, de la muerte que había de pasar Jesús, pero habían escuchado la voz del cielo que les aclaraba suficientemente quien era Jesús. Era un anticipo de la Pascua que habían de vivir.
Como nosotros, en este camino de la vida, en este camino de Cuaresma que vamos haciendo estamos pregustando las mieles de la Pascua. Sabemos que tenemos que seguir haciendo el camino, subiendo a la montaña, superándonos cada día más para ser más fieles, desprendiéndonos de todos esos apegos que nos tientan y nos impiden hacer el verdadero camino; y sabemos que tenemos que subir al monte de la oración, del encuentro vivo con el Señor, porque allí le encontraremos con todo su amor, allí encontraremos esa fuerza y esa gracia para seguir haciendo el camino, allí nos llenaremos de la gracia de la presencia del Señor y podremos entonces vivir la Pascua que nos transforma, que nos llena de luz y de vida, que nos hace gustar el ser y vivir como hijos de Dios.
Vamos pues a buscar ese rostro de Dios misericordioso. Lo tenemos en Jesús. Lo encontramos en Jesús, que ya nos dice que quien le ve a El, ve al Padre. Así además nos lo ha señalado el Padre. Es mi Hijo, es mi amor, es mi amado y es en quien os amo, es la prueba infinita del amor porque nadie ama más que quien da la vida por el amado, es la manifestación de mi amor. Escuchadle, contempladle, abrid vuestros ojos y vuestros oídos, abrid vuestro corazón, abrid vuestra vida a su presencia a su amor; El lleva la misericordia de Dios para con los hombres, por se va a entregar, porque lleva el perdón, porque lleva la paz, porque se manifiesta así la ternura de Dios, el corazón compasivo de Dios.
Pero nos confía una misión como siempre tras toda manifestación de Dios, la de ser en medio del mundo signos de la misericordia de Dios con nuestra vida de amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario