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miércoles, 24 de febrero de 2016

Con Jesús necesitamos aprender a no buscar grandezas ni poderes mundanos sino a poner al servicio de los demás nuestros valores y lo que somos

Con Jesús necesitamos aprender a no buscar grandezas ni poderes mundanos sino a poner al servicio de los demás nuestros valores y lo que somos

Jeremías 18, 18-20; Sal. 30; Mateo 20, 17-28
Hay un dicho que dice que al que buen árbol se arrima buena sombra le cobija. Suele emplearse esta expresión en un sentido positivo por ejemplo en el campo educacional para indicar como hemos de ponernos a la sombra de los buenos, de quienes nos pueden dar buenos consejos, de quienes son ejemplares para nosotros por sus valores y lo que nos puedan enseñar de positivo en la vida.
Pero reconocemos también que como todas las cosas algunas veces se puede utilizar un dicho como este de forma interesada cuando somos ambiciones de poder o de glorias en la vida y entonces nos queremos poner a la sombra de los poderosos, de las personas influyentes que nos ayuden a medrar y a conseguir nosotros esos lugares de poder o de honor.
Desgraciadamente vemos demasiadas situaciones así en nuestra sociedad, y en quienes en principio nos parecían que iban con buenos deseos de hacer cambiar las cosas, de mejorar la situación de la sociedad al final los vemos caer en las mismas redes y aprovechándose de su situación vemos a tantos que en nombre de la familiaridad o de la confianza por la amistad van medrando también acogiéndose a esa sombra no por sus valores sino por sus afanes de poder o de grandezas humanas.
Me hace pensar en todo esto lo que nos plantea hoy el evangelio porque algo así podría estar pasando por la cabeza de los discípulos que también andaban en sus disputas por primeros puestos o grandezas humanas en aquel Reino que anunciaba Jesús pero que ellos no acababan de entender.
Ahora mismo vemos situaciones que parecen contradictorias, porque mientras Jesús anuncia que están subiendo a Jerusalén donde va a ser entregado en manos de los gentiles que terminarán crucificándole, aunque el anuncia también el triunfo de la resurrección, sin embargo no parecen entender nada – así lo expresarán incluso los evangelistas en otros momentos paralelos – y allí vemos a la madre de dos de aquellos escogidos como apóstoles por Jesús que está pidiendo para sus hijos lo que quizá ellos llevan en su cabeza y no se atreven a manifestar claramente. ‘Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y otro a tu izquierda’, es la petición de aquella madre ambiciosa que quizá en nombre de la familiaridad que le unía a Jesús por el parentesco viene pidiendo esto para sus dos hijos. Trafico de influencias y nepotismos llamaríamos a esta realidad, hoy tan repetida.
Jesús les hace ver que no entienden nada y mucho es lo que están pidiendo y si son capaces de pasar por la pascua que El ha de pasar. Muy decididos y valientes, pero  no suficientemente conscientes, ellos dirán que están dispuestos a beber del mismo cáliz que Jesús.
Pero veremos inmediatamente la reacción de los demás del grupo que si antes no lo habían manifestado ni atrevido a pedir, ahora se ponen a murmurar entre ellos. Pero allí está Jesús para que terminemos de entender el sentido de su Reino. ¿Lo habremos terminado de aprender bien a pesar de los siglos que han pasado y sin embargo la iglesia se ha manifestado demasiado rodeada de esa aureola de poder y de grandeza a la manera de las grandezas de este mundo? Es una pregunta seria que tenemos que hacernos.
El Reino de Jesús no es un reino de poder, de grandezas humanas, sino que es el reino del servicio y del amor. Esos son los caminos que hemos de recorrer y que serán los que nos harán verdaderamente grandes. Y Jesús nos dice que no es otra cosa la que El ha venido a hacer. ‘Igual que el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan sino para servir y dar su vida en rescate por muchos’.
¿Terminaremos un día de aprender la lección? ¿Será ese de verdad el sentido que le demos a nuestra vida en medio de nuestro mundo al que tenemos que llevar el mensaje de Jesús para hacer que en verdad sea un mundo mejor?

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