Vistas de página en total

sábado, 14 de junio de 2025

Tenemos que ser creíbles, no por los juramentos que hagamos, o las muchas palabras vacías que digamos, sino por la autenticidad y sinceridad de nuestra palabra en consonancia con nuestra vida

 


Tenemos que ser creíbles, no por los juramentos que hagamos, o las muchas palabras vacías que digamos, sino por la autenticidad y sinceridad de nuestra palabra en consonancia con nuestra vida

2Corintios 5, 14-21; Salmo 102; Mateo 5, 33-37

Algunas veces nos encontramos con personas que parece que no saben pronunciar dos palabras sin que por medio esté un juramento. ¿Será porque sus palabras habitualmente son vacías y sin contenido y ahora para hacerse creíbles lo que hacen es utilizar el juramento como para darle valor o importancia a lo que dicen? Cuando de forma habitual no vamos con la verdad por delante, como se suele decir, o cuando andamos ocultando cosas, no siendo del todo sinceros en lo que hablamos o decimos, ya estamos pensando que la gente desconfía de nosotros y parece que entonces nos vemos obligados al juramento. Qué bonito sería ir con sencillez en nuestra vida, con palabras sinceras y verdaderamente llenas de contenido.

Es lo que el evangelio está queriendo decirnos. Por supuesto recuerda Jesús de entrada lo que estaba en los mandamientos desde siempre, que de ninguna manera podemos jurar en falso, jurar con mentira, pero también nos dice que no hay que hacerlo sin necesidad. Y sin necesidad de juramento estaríamos si nos acostumbráramos a ir siempre con sinceridad en la vida. Nuestra sinceridad es la que nos hace creíbles, y cuando sabemos que estamos tratando con una persona que es sincera, nunca le pediremos más garantías para aceptar aquello que nos dice.

Démosle pues verdadero contenido a nuestras palabras, autenticidad y verdad porque todo vaya acompañado por la forma en que nosotros vivimos. La sencillez y la humildad deben acompañarnos siempre y no necesitamos muchas palabras para comunicar la verdad que llevamos dentro a los demás. Por eso tenemos que saber ser reflexivos, madurando en nuestro interior aquello que vamos a expresar; así no saldrán palabras vacías, estamos cansados de tanta palabrería y de tantas promesas que se presentan seguramente como una pantalla para ocultar el vacío que llevamos dentro. Y eso, tenemos que reconocerlo, sucede en todos los ámbitos de nuestra sociedad. Por eso al final terminamos hastiados de tanta mentira y ya no creemos en nada ni en nadie.

Seguramente tienes la experiencia que aquellos momentos que han dado hondura a tu vida, porque quizás te hicieron ver las cosas de otra manera, porque encontraste el sentido de muchas cosas, se originó en un buen consejo, breve en palabras, que te dio alguien lleno de sabiduría; es lo que te hizo pensar, rumiar en tu interior, darle vueltas a las cosas y encontrar una luz para tu vida.

Que sepamos tener también nosotros esa palabra sabia que trasmitamos a los que están a nuestro lado; esa palabra que ofrecemos con humildad y sencillez; esa palabra que no hace alardes de nada, sino que en si misma es sabia porque antes nosotros la hemos rumiado y saboreado en nuestro interior; no será nunca una palabras vacía y hueca, una palabra sin sentido, siempre va a ser como un faro que nos ilumina, nos hemos dejado nosotros iluminar por ella, y con esa luz queremos hacerla llegar a los demás; será una palabra que nos sale de lo más hondo de nosotros mismos, porque de alguna manera con ella estamos dando parte de nosotros para enriquecer a los demás.

Es la autenticidad y la veracidad que nos pide Jesús. Nos pide que no andemos con juramentos sino que nos baste decir un si, o decir un no, en el momento oportuno. Es la sabiduría que vamos aprendiendo del evangelio, que da hondura a nuestra vida cristiana y nos hará más creíble el anuncio que nosotros hemos de hacer a los demás. La mejor garantía de credibilidad es la congruencia que mostremos entre nuestras palabras y nuestra vida; lo que no se vea realmente reflejado en nuestra vida nunca será aceptado por mucha palabrería que digamos o por muchos juramentos que hagamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario