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viernes, 7 de marzo de 2025

¿De qué nos estará pidiendo el Señor que nos abstengamos o hagamos ayuno en nuestra vida de cada día para vivir el gozo de la presencia del Señor?

 


¿De qué nos estará pidiendo el Señor que nos abstengamos o hagamos ayuno en nuestra vida de cada día para vivir el gozo de la presencia del Señor?

 Isaías 58, 1-9ª; Salmo 50; Mateo 9, 14-15

Parece normal que si estamos viviendo unos momentos agradables y felices en esos momentos no traigamos al presente situaciones que nos puedan resultar duras. Tratamos oportunamente de disfrutar el momento aunque sepamos que luego tendremos que afrontar situaciones que nos puedan resultar costosas, quizás puedan aparecer carencias que nos pueda imponer la vida o que quizás nosotros mismos nos imponemos en aras de conseguir luego algo mejor.

Cuando queremos alcanzar buenas metas quizás tengamos que pasar por el sacrificio y la renuncia, quizás no tenemos más posibilidades, pero sabemos que es el camino que nos ayudará en nuestro esfuerzo por conseguir lo mejor. El estudiante que quiere obtener los mejores conocimientos y las mejores notas al final, tendrá que renunciar a momentos de esparcimiento y de fiesta para poder estudiar; el que va a emprender una obra que es el sueño de su vida, para poder tener lo necesario para alcanzar renunciará a gastos en otras cosas que aunque buenas no son tan necesarias. Y así podríamos ponernos muchos ejemplos de la vida que pasan por ese sacrificio en aras de la meta que quieren alcanzar.

Hoy le vienen a plantear algunos porque sus discípulos no ayunan como lo hacían los discípulos de Juan el Bautista o los seguidores de los fariseos. Jesús habla de que los amigos del novio cuando están en la fiesta de la boda de su amigo, tienen que participar de la alegría de esa fiesta porque además es la manera de sentirse unidos a El. Y así les pasa a los discípulos de Jesús, los que queremos seguir a Jesús, vivimos siempre en la alegría de su presencia y con ese sentido de fiesta. Qué lástima que algunas veces los cristianos vamos con cara de duelo incluso a nuestras celebraciones más festivas como tiene que ser siempre la liturgia; qué lástima que los cristianos no manifestemos más la alegría con que vivimos nuestra fe.

Jesús les dice, sin embargo, que podrán llegar momentos en que tengan que vivir en ese sacrificio. Así se considera el ayuno, es la renuncia a algo que necesitamos y que además nos gusta y saboreamos. Estamos en la cuaresma y hay algunos días que son especialmente penitenciales; es el momento de ofrecer algo de nosotros mismos, algo que nos cueste pero que ofrecemos con amor, como un signo y una señal de nuestro arrepentimiento pero también de que queremos algo mejor en nuestra vida.

Creo que tenemos que ir descubriendo el verdadero sentido que tiene que tener nuestro ayuno o nuestra abstinencia. Prescindir de algo que es gustoso para nosotros pero como señal de ese camino de superación que tenemos que hacer en nuestra vida. Muchas veces tenemos que decirnos ‘no’ en la vida, porque no todo nos lo podemos permitir, o porque quizás algo se nos presenta tentador como algo bueno pero nosotros sabemos que ese no es el camino de rectitud que hemos de vivir; y eso cuesta, y no siempre tenemos la voluntad firme para hacerlo y no dejarnos arrastrar por la tentación, y para eso tenemos que entrenarnos.

Sí, entrenarnos, aprender a hacerlo. El que realiza un entrenamiento por ejemplo para realizar un deporte tendrá que aprender unas técnicas, tendrá que desarrollar unas cualidades o unas costumbres, tendrá que dejar quizás malos hábitos o malas manera de hacer aquellas cosas, para aprender lo que es mejor, lo que hará de él ese buen deportista que logra metas y triunfos.

Eso en la vida. Siempre nuestro camino ha de ser un camino de superación y crecimiento. Y eso cuesta, y eso nos exige dejar a un lado los malos hábitos o rutinas de cómo hacíamos las cosas, eso nos está pidiendo unas renuncias, un decirnos no. ¿Estaremos entrenados para eso cuando todo nos lo permitimos, cuando no nos negamos de nada, cuando simplemente en la vida nos dejamos llevar?

¿No necesitaremos hacer ayuno de algunas cosas? El ayuno que nos está pidiendo el Señor va más allá de unos determinados alimentos. ¿No habrá en nosotros muchas rutinas de la vida de las que tendríamos que ayunar? ¿No tendríamos que ayunar de nuestro mal humor y de nuestros malos modos, de nuestras violencias y malquerencias, de nuestras envidias y resentimientos, de nuestras miradas despreciativas y de nuestras desconfianzas, de nuestras ganas de murmurar y de criticar y de andar siempre con nuestros juicios severos hacia los demás? ¿No tendríamos que aprender a ayudar de tantas vanidades con las que envolvemos la vida, de nuestros sueños de grandeza y buena consideración, de los aplausos que nos halagan? Miremos con atención muchas cosas concretas de nuestra vida de cada día y de nuestras relaciones con los que nos rodean.

Aprenderemos a decirnos no, absteniéndonos de carne o de golosinas los viernes, pero son de muchas más cosas de las que tenemos que abstenernos, hacer ayuno. Es algo que seriamente tenemos que plantearnos. Leamos con atención lo que hoy nos dice el profeta Isaías. Y todo eso con cara de fiesta porque siempre hemos de sentir la alegría de la presencia del Señor que nos ama y es nuestro salvador.

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