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sábado, 23 de abril de 2022

Cristo resucitado de una forma o de otra nos saldrá al encuentro, no perdamos los ánimos ni desistamos de nuestra búsqueda para seguirle con fidelidad

 


Cristo resucitado de una forma o de otra nos saldrá al encuentro, no perdamos los ánimos ni desistamos de nuestra búsqueda para seguirle con fidelidad

Hechos de los apóstoles 4, 13-21; Sal 117; Marcos 16, 9-15

En la vida nos aparecen momentos de desaliento en que perdemos los ánimos y algunas veces terminamos en la huida como defensa frente a ese desaliento; algo que no nos sale como nosotros queremos, un fracaso de algo que teníamos muy soñado y planeado, contratiempos que nos aparecen que nos hacen cambiar de rumbo, y parece que todo se nos viene abajo, no tenemos fuerzas para seguir y una de las formas de huida en encerrarnos quizás en nosotros mismos no queriendo saber nada de lo que pudiera levantarnos el ánimo e incluso huimos del contacto con los demás; todo lo que nos puedan decir de comenzar de nuevo, o de que todo no está acabado no nos lo creemos. Son momentos difíciles.

Fueron los momentos difíciles por los que pasaron los apóstoles con el prendimiento de Jesús y su posterior muerte en la cruz después de la dura y dolorosa pasión que tuvo que sufrir. No nos extraña la desbandada desde un primer momento en el prendimiento en Getsemaní, y aunque alguno intentó acercarse a donde juzgaban a Jesús, salió con el rabo entrepiernas, como se suele salir, cuando incluso las criadas lo reconocieron como discípulo, que tuvo que estar negando. Se encerraron en el Cenáculo; el miedo se les había metido en el cuerpo porque a ellos como seguidores les podía pasar lo mismo. Ya no recordaban los anuncios de Jesús, o no podían ni querían recordarlos porque todo porque menos que les parecía un fracaso.

En la mañana de aquel primer día las mujeres les vienen diciendo que el sepulcro está vacío, algunos incluso lo comprueban, más incertidumbre se ponía sobre ellos; comenzaban a llegar noticias de que alguien lo había visto vivo y resucitado como aquellos que se habían marchado también desalentados a Emaús, pero ya no podían creer a pesar del entusiasmo con que lo contaban; fue necesario que Jesús mismo se manifestara en medio de ellos, que estaban allí encerrados en el Cenáculo sin que se abrieran las puertas para Jesús entrar.

Ahora, con la presencia de Jesús en medio de ellos, comienzan a creer, comienzan a ver las cosas distintas, aunque Jesús les recrimina que no hayan creído ni lo que El había anunciado, ni lo que decían las Escrituras, ni a aquellos que venían con la noticia que lo habían visto resucitado. Pero Jesús sigue confiando en ellos, porque ahora los envía para que ellos hagan el anuncio que no habían creído y lleven la noticia por todas partes, a todo el mundo. Así son las cosas de Dios frente a las indecisiones, reservas y miedos con que andamos los hombres por aquí abajo.

Estamos culminando la octava de Pascua donde hemos venido contemplando esos diversos momentos de los encuentros de Cristo resucitado con los discípulos. Hoy hemos escuchado el breve relato que nos hace el evangelista Marcos de la Resurrección del Señor – es el más escueto – pero donde aparece esa incredulidad de los discípulos. Fue un camino duro que tuvieron que recorrer pero al final se encontraron con la luz, se encontraron con la verdad de su fe en Jesús. Y de ello habían de ser testigos. Hasta los confines del mundo.

Duro se nos hace el camino en la vida muchas veces, como reflexionábamos al principio. Nos sentimos tentados muchas veces al desaliento cuando se nos van metiendo oscuridades en la vida. Pero tiene que ser todo un proceso en el que tenemos que luchar por una meta, en el que tenemos continuar en la búsqueda de eso bueno que pretendemos, en que no nos podemos dejar vencer por el desaliento.

Nos sucede en todas las facetas de la vida; será ese crecimiento personal que hemos de ir realizando día a día buscando superarnos aunque nos cueste; será todo lo que significa relación con los demás que muchas veces se nos puede hacer dificultosa; será en el cumplimiento de nuestras responsabilidades, del desarrollo de nuestras cualidades, el logro de nuestras metas en nuestro trabajo, el alcanzar aquellas facetas más bellas de la vida en las que nos sentimos creadores.

Caminamos, caminamos con esperanza, con ilusión, con determinación. Será el camino de nuestra fe y de nuestro compromiso cristiano, nuestra vivencia eclesial que algunas veces cuando vemos sombras nos puede desalentar, será todo lo que sea nuestra búsqueda de Dios y nuestra relación con El, será el empeño por seguir el camino de Jesús. Cristo resucitado de una forma o de otra nos saldrá al encuentro.

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