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sábado, 28 de agosto de 2021

Nos sentimos enriquecidos con la confianza que Dios ha puesto en nosotros y con la confianza que somos capaces de poner en los demás daremos valor a toda persona

 


Nos sentimos enriquecidos con la confianza que Dios ha puesto en nosotros y con la confianza que somos capaces de poner en los demás daremos valor a toda persona

1Tesalonicenses 4, 9-11; Sal 97; Mateo 25, 14-30

¿A quién confiamos nuestras cosas? Como ya lo expresamos con la palabra a aquel en quien tengamos depositada nuestra confianza. No somos dados a confiar nuestras cosas, nuestras pertenencias a nadie, mantenemos la reserva. Tenemos que encontrar a alguien con grande responsabilidad y que sepa manejar nuestros asuntos para no tener pérdidas sino mejor beneficios; si sabemos que es un manirroto y un irresponsable no le manifestaremos nuestra confianza.

Grande tenía que ser la confianza del hombre de la parábola que hoy nos propone Jesús. Porque al confiar aquellos talentos – y con esa palabra se está expresando que eran cantidades grandes – a aquellos empleados suyos cuando se fue de viaje, es porque mucha confianza tenía en ellos. Confiar en ellos era valorarlos, hacerles sentir que eran capaces cuando en ellos se había depositado esa confianza. Se harían o no merecedores de aquella confianza con sus responsabilidades o con su dejadez por la manera de llevar los asuntos, pero el primer mensaje que se nos deja va por ese camino, el de la confianza. Una confianza que nos enriquece.

Cuando Jesús nos propone las parábolas está haciéndonos comparaciones para que entendamos lo que es el Reino de Dios y cómo hemos de vivirlo. Y me atrevo a decir que el primer mensaje es cómo Dios confía en nosotros desde el momento que nos ha dado la vida. Es el regalo de Dios, es la muestra del amor que Dios nos tiene.

Y en esa vida nuestra aparecerán unos talentos u otros, porque cada uno tenemos unos valores, hay cualidades y capacidades diversas en nosotros; y no somos iguales sino que cada uno tenemos nuestra propia identidad, nuestros propios valores. Significa además que en el amor de Dios nos sentimos valorados, y eso ha de darnos mayor confianza en nosotros mismos para desarrollar lo que se nos han confiado.

No tenemos que andarnos con comparaciones que siempre nacen de ojos turbios y opacos, sino que cada uno ha de descubrir el valor de su vida y lo que en ella y con ella puede realizar. Es la responsabilidad con que asumimos nuestra vida; es el sentido de respuesta de amor que hemos de saberle dar si en una lectura creyente de nuestra vida hemos descubierto ese regalo del amor de Dios.

Vemos cómo aquel hombre de la parábola felicitará de la misma manera tanto al que había trabajado con cinco como al que había trabajado con dos, como le pedirá cuentas al que recibió solamente uno pero no supo trabajarlo, o más bien, no quiso trabajarlo. Igual de feliz fue el que recibió cinco como el que recibió dos, como igualmente podría haber sido feliz el que recibió uno.

La felicidad en la vida no está en las cantidades sino en la medida en que seamos capaces de ser nosotros mismos con lo que somos o con lo que tenemos. Ya sé que muchos van en la vida siempre ansiando tener más porque dicen que así serán más felices, pero cuando esas ambiciones nos cogen el corazón al final nos volvemos dependientes de las cosas y por mucho que tengamos nunca llegaremos a esa felicidad.

Aquel que descubre su propio ser y asume su vida podrá entrar en camino de plenitud y de felicidad. Descubre lo que eres, descubre tus valores, sean muchos o sean pocos, procura ir creciendo como persona a partir de eso que eres y entonces serás capaz de desarrollar todas tus posibilidades, podrás ir alcanzando metas en tu vida, podrás sentirte satisfecho de ti mismo, podrás sentir la felicidad en tu corazón.

Pero aprende también a contar con los demás; aprende a poner confianza en las personas que te rodean para que ellas también crean en sí mismas; nuestras desconfianzas pueden anular a los que están a nuestro lado, porque nuestra desconfianza crea sombras y negruras, impide que el otro se descubra a sí mismo cuando no es valorado. Con tu confianza estás enriqueciendo la vida del que tienes a tu lado.

Un mensaje enriquecedor el que nos deja hoy el evangelio. Nos sentimos enriquecidos con la confianza que Dios ha puesto en nosotros y con la confianza que somos capaces de poner en los demás estaremos dándole valor a la vida de toda persona.

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