Démosle
gracias a Dios por los dones recibidos, que nos fortalece en la debilidad, nos
estimula en nuestro crecimiento y siempre todo para la gloria de Dios
Efesios 3,2-12; Sal.: Is
12,2-3.4bcd.5-6; Lucas 12,39-48
‘Al que mucho se le dio,
mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá…’
Así termina hoy Jesús las
recomendaciones que nos está haciendo a la vigilancia y a la responsabilidad en
la vida. Pero con esta sentencia final de Jesús creo que nos está planteando
algo importante. ¿Somos conscientes de cuanto recibimos del Señor? ¿Somos
conscientes del regalo de la vida, para comenzar, pero de cuantos dones y
cualidades está llena esa misma vida?
Algunas veces, en una
especie de humildad que no es realmente humildad, nos decimos qué poco somos y
qué poco valemos. Nos achicamos y empequeñecemos no queriendo o no sabiendo
reconocer de cuántos dones estamos dotados. Muchas veces pudiera ser que fuera
una excusa para no comprometernos, para no implicarnos más en las cosas de la
vida, para asumir responsabilidades, para dejar que sean otros los que hagan o
se impliquen para no complicarnos nosotros.
Decimos fácilmente que no
sabemos o que no podemos. Una excusa, un escurrir el bulto. Como se suele decir
nadie nace aprendido, sino que descubriendo cuales son nuestras cualidades,
nuestros valores – que todos tenemos – tratar de desarrollarlos, de ponerlos en
juego, quitando miedos y temores y viendo al final que somos capaces de muchas
cosas y de cosas importantes también.
Es necesario conocerse de
verdad, ahondar en nuestras posibilidades, descubrir cuales son verdaderamente
nuestros gustos, porque por ahí quizá podemos descubrir capacidades que hay en
nosotros y que hemos de desarrollar. Dejarnos ayudar para descubrir la riqueza
de nuestro yo y esas capacidades que tenemos. Cuantas veces porque nos vemos
obligados a implicarnos en algo que nos parecía que no seriamos capaces de
sacar adelante, luego descubrir que con nuestra paciencia y nuestra constancia
fuimos capaces de afrontar aquellas responsabilidades quizás y desarrollar unas
cualidades que estaban ocultas en nosotros.
El empequeñecernos y
anularlos sería una falta seria de responsabilidad en la vida cuando lo hacemos
por comodidad, o por no querer complicarnos la vida. Ahí está lo que nos ha
dicho hoy Jesús que citábamos al principio de nuestra reflexión y que nos viene
bien recordar para despertarnos de ese sopor en que tantas veces nos metemos en
la vida y lo llegamos a hacer nada. ‘Al que mucho se le dio, mucho se le
exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá…’ reconozcamos los
dones recibidos del Señor, no enterremos el talento, demos fruto que nos lo
debemos a nosotros mismos, lo debemos a los demás en ese bien que les podemos
hacer y se le debemos a Dios que es el que ha enriquecido nuestra vida con esos
dones.
Démosle gracias a Dios por
esos dones recibidos, y esa presencia continua en nuestra vida para
fortalecernos en nuestras debilidades, para estimularnos en nuestro
crecimiento, para dar gloria al Señor con todo lo que es nuestra vida y cuanto
de bueno podemos hacer.
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