Viviremos
nuestra vida en la sencillez de lo cotidiano o tendremos mayores
responsabilidades en una función que se nos confíe, nuestra grandeza está en el
espíritu de servicio
Isaías 53, 10-11; Sal. 32;
Hebreos 4, 14-16; Marcos 10, 35-45
De tal manera aparece ante nuestros ojos continuamente sobre todo en
las grandes figuras, en aquellas personas que nos parece que destacan, unos
aires de grandeza y de poder, que de alguna manera nos contagiamos y esas son
las ansias y deseos que van surgiendo también dentro de nosotros, las
aspiraciones y sueños que van impregnando nuestra vida.
¿A quién no le gustaría ser grande y poderoso? Un poco se nos mete por
dentro casi sin darnos cuenta que todo eso son caminos de riqueza, de dominio,
de posicionamiento en lugares destacados en donde podemos alcanzar todo aquello
que se nos antoje. Es lo que vemos fácilmente en tantas figuras que de la noche
a la mañana se llenan de poder y de riquezas, algo que nos parece tan fácil de
conseguir que de alguna manera lo anhelamos.
Luego nos aparecerá cuánta corrupción hay detrás de todo eso, cuántas
manipulaciones de las personas, cuántos intereses ocultos, cuántos trapos
sucios, podríamos decir, que de alguna manera queremos condenar, pero que por
otra parte eso no nos merma esos deseos de grandeza que permanecen dentro de
nosotros. Se siente uno hastiado de todo eso, pero también sentimos la tentación
de la envidia porque de alguna manera ansiamos el poder.
Son cosas que nos pueden pasar a todos y que pueden suceder en todos
los ámbitos de nuestra sociedad y no excluyo ninguno. ¿De alguna manera no eran
los sueños también de los discípulos que seguían tan de cerca de Jesús? Hoy en
el evangelio se manifestará especialmente en dos, pero ya sabemos cuántas veces
Jesús se los encuentra en sus tontas discusiones de quien iba a ser el
principal entre ellos.
Su concepto del mesianismo llevaba consigo la idea de un Mesías que se
llenaría de poder y claro a su sombra podrían aparecer también esas ambiciones.
Como un paréntesis me pregunto si también en el seno de nuestra Iglesia hoy nos
pueden aparecer esas carreras por los lugares más preeminentes, con las
noticias que algunas veces se corren.
Por allí nos aparecen los dos hijos del Zebedeo con sus aspiraciones.
Por aquello del parentesco quizá se sentían más valientes para expresar lo que
no solo ellos sentían, porque ya hemos visto como andaban discutiendo todos por
los primeros puestos. Ahora le dicen a Jesús: ‘Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir’. Así de seguros y valientes se sienten. ‘Queremos
que hagas…’, parece que no hay vuelta de hoja. Y ¿qué piden? ‘Concédenos
sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda’. Vamos, los
primeros en el poder de ese Reino del que tanto han oído hablar a Jesús.
Parece que como se suele
decir no entienden de la misa ni la mitad. Vamos que no se han enterado. ‘No
sabéis lo que pedís’, les dice Jesús. Y viene el diálogo que aunque parecen
respuestas razonables, está yendo cada uno por su lado. ‘¿Sois capaces de
beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo
me voy a bautizar? Contestaron: Lo somos. Jesús les dijo: El cáliz que yo voy a
beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a
bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí
concederlo; está ya reservado’.
Jesús les habla de cáliz y
de bautismo y ello alegremente responden que sí. Y Jesús les dice que si van a
beber ese cáliz, que si van a ser bautizados en su mismo bautismo, pero que eso
de los primeros puestos va por otro camino.
Entenderemos el sentido de
las palabras de Jesús con lo que les dice a continuación. Porque ya andan por
allá alterados el resto de los discípulos con sus desconfianzas. Por eso Jesús
los reunirá en torno a El para explicarles una vez más, y va por la tercera,
cuanto le va a suceder a El en Jerusalén.
No pueden andar en esas
aspiraciones de poder y de grandezas. Y les recuerda que ellos bien saben que
los poderosos de este mundo tiranizan a los demás, los manipulan y actúan con
prepotencia sobre todos. Ese poder y esa grandeza que se manifiesta tantas
veces en la opresión y en la injusticia.
Ya recordábamos cuanto hay
detrás tantas veces de esos poderes que nos encandilan por la corrupción con
que se manejan los grandes para alcanzar el poder, por las manipulaciones de
todo tipo con las personas y con los pueblos, con la opresión porque siempre
querrán sacar tajada y beneficio con sus impuestos y todo tipo de cobros tantas
veces injustos. Es lo que estamos bien pero vamos tan encandilados que seguimos
con nuestros anhelos y aspiraciones, cueste lo que cueste.
Y Jesús una vez más les
habla y nos habla de donde está la verdadera grandeza del hombre. En el
servicio, en el amor, en el desprendimiento y en la generosidad, en olvidarse
de si mismo para pensar solo en el bien de los demás, en el ser capaz de dar la
vida por los otros. Es lo que hizo Jesús. Es el sentido del Reino de Dios que Jesús
nos anuncia. ‘Vosotros nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro
servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos’. Y Jesús ha
ido por delante enseñándonos el camino. ‘Porque el Hijo del Hombre no ha
venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos’.
¿Llegaremos nosotros a
entenderlo? ¿Llegará a ser ese el sentido que le demos a la vida? allí donde
estemos nuestra principal grandeza está en el servicio. Viviremos nuestra vida
en la sencillez de lo cotidiano, en esas responsabilidades que con la vida
misma todos tenemos, en nuestra familia, en nuestro trabajo, en el ámbito de la
vida social que hagamos en nuestras, llamémoslas, relaciones normales que tenemos
los unos con los otros, o tendremos quizás mayores responsabilidades porque se
nos confía una función, porque tenemos vocación política para trabajar en bien
de la sociedad en unos puestos y lugares de especial responsabilidad, pero allí
donde estemos pensemos que nuestra principal grandeza está en el espíritu de
servicio con que desarrollemos nuestra vida.
No olvidemos nunca el
sentido que Jesús da a nuestra vida y a cuanto hacemos.
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