Vistas de página en total

sábado, 9 de diciembre de 2017

Pensemos qué tendríamos que hacer, qué podríamos hacer para que en esta navidad que vamos a vivir esté más cerca de nosotros y de nuestro mundo el Reino de Dios

Pensemos qué tendríamos que hacer, qué podríamos hacer para que en esta navidad que vamos a vivir esté más cerca de nosotros y de nuestro mundo el Reino de Dios

Isaías 30,19-21.23-26; Sal 146; Mateo 9,35–10,1.6-8

‘Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias’. Un resumen, podríamos decir, que nos hace el evangelista de lo que era la acción de Jesús.
Cuando inició su vida pública los evangelistas nos repiten que su anuncio era el Reino de Dios. ‘Convertios, creed la buena nueva del Reino de Dios que llega’, repite una y otra vez. Ahora de nuevo el evangelista nos recuerda su anuncio. Anunciaba el Reino de Dios. ¿Cómo? Enseñaba y como un signo iba curando de toda dolencia y de todo mal.
Una Buena Noticia era lo que enseñaba, porque nos venia a decir que se iba a establecer el reino nuevo de Dios. Una Buena Noticia que sorprende y que llena de alegría los corazones, porque renace la esperanza de algo nuevo. Comienza porque reconozcamos que Dios es el único Señor de nuestra vida. Y eso exige una transformación del corazón. Y El nos iba enseñando en que habría de realizarse esa transformación.
Nuevas actitudes, nuestras posturas, nueva manera de actuar. El Reino de Dios exigía un estilo nuevo de vivir y como finalmente nos dirá dándonos su único mandamiento el amor habría de ser el fundamento de toda esa nueva manera de vivir. No cabrían los egoísmos y las injusticias, no tendría sentido la insolidaridad y todo lo que significara distanciamiento de los demás, el orgullo, las envidias, los resentimientos no tienen lugar en ese nueva modo de vivir, las apariencias, mentiras y vanidades no tendrían que ser lo que resplandeciera en nuestra vida.
Todo ese mal habría que arrancarlo de raíz de nuestra vida. Y El realizaba signos que nos manifestaban como  habría de ser esa transformación. El mal habría de ser vencido, hacerlo desaparecer de nuestro corazón y de nuestro mundo. Como una señal de ello realizaba los milagros en que los enfermos eran curados, pero todos los que tenían un mal en su vida eran sanados. Curaba todas las enfermedades y dolencias. Era una señal de su amor. Era un signo de la vida nueva que en el Reino de Dios habríamos de vivir.
Pero no era solo el anuncio que Jesús tendría que realizar sino que ese mismo anuncio, esa misma misión nos la confiaba a nosotros. ‘Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia…Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca’.
Estamos haciendo ahora el camino del Adviento. Camino que nos conduce a la Navidad que tendrá que ser algo profundo que vivamos en nuestra vida. Navidad es hacer presente a Dios en nuestra vida y en nuestro mundo. Fue el nacimiento del Emmanuel, el Dios con nosotros. Pero eso  no lo vamos a hacer porque pongamos muchas luces y muchos adornos, porque hagamos copiosas comidas o porque nos regalemos muchas cosas, porque entremos en esa órbita de consumismo que se desata en estos días y nos demos por comprar y comprar muchas cosas, porque cantemos muchos villancicos o hagamos muchas fiestas.
Navidad tiene que ser algo mucho más profundo. No nos quedemos en superficialidades. Nos estamos contagiando los cristianos demasiado del espíritu del mundo. Y tenemos el peligro de olvidar el verdadero sentido de la navidad. Cuidemos que no nos pase eso. Recojamos el testigo que hoy pone Jesús en nuestras manos cuando nos envía a proclamar que el Reino de los cielos está cerca.
Pensemos un poquito qué tendríamos que hacer, qué podríamos hacer para que en esta navidad que vamos a vivir esté más cerca de nosotros y de nuestro mundo el Reino de Dios. No podemos dejar pasar una navidad más de cualquiera manera. Ya es hora que nos despertemos de ese sopor en que nos sumerge nuestro mundo cuando nos dejamos contagiar por él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario