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sábado, 8 de febrero de 2025

Ojalá sepamos estar con Jesús, aprenderíamos de verdad a ver las cosas con los ojos de Jesús, aprenderíamos a hacer las cosas como nos enseña Jesús

 


Ojalá sepamos estar con Jesús, aprenderíamos de verdad a ver las cosas con los ojos de Jesús, aprenderíamos a hacer las cosas como nos enseña Jesús

 Hebreos 13,15-17.20-21; Salmo 22; Marcos 6,30-34

Nos gusta volver a encontrarnos con los amigos, con aquellas personas que nos aprecian y nos aman; es la alegría que sentimos cuando volvemos a encontrarnos con el amigo que hace tiempo no veíamos, es el bonito reencuentro de las familias que muchas veces a causa de trabajos y ocupaciones estamos lejos, pero deseamos volver a encontrarnos con ellos; y en nuestro reencuentro recordamos cosas y compartimos lo que ha sido nuestra vida en la ausencia, nos contamos lo que hacemos o lo que son nuestros proyectos, contamos cómo nos va y lo que quizás ansiábamos volver a encontrarnos. Aun cuando estemos cercanos y casi nos veamos todos los días siempre buscamos el momento para estar con el amigo, con la persona que apreciamos, siempre tenemos tiempo para ellos.

Hoy nos dice el evangelio que ‘los discípulos volvieron a encontrarse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado’. Recordamos que en la lectura del evangelio en días anteriores vimos cómo Jesús los había elegido y dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos los había enviado a hacer un anuncio del la Buena Nueva del Reino de Dios. Ahora es la vuelta, el reencuentro después de la tarea. Y Jesús busca la manera de querer llevarlos a un lugar apartado para estar a solas con ellos y que descansaran. ‘Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco… Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer’.

Estar a solas con Jesús. Tenemos que aprender a estar a solas con Jesús, simplemente para eso, para estar con El. Como dos amigos que se sientan juntos y quizás no necesitan decirse muchas cosas, sino simplemente estar con el amigo. Irá surgiendo la conversación de forma espontánea, habrá momentos de silencio en que solo con la mirada o con sentir la respiración del otro nos es suficiente.

Ya me diréis que eso lo hacemos en la oración, cuando vamos a rezar. Pero, con sinceridad preguntémonos, ¿sabemos estar en silencio con Jesús? Seguro que cuando vamos a rezar ya llevamos nuestras oraciones preparadas, seguro que ya llevamos una lista de cosas de las que queremos hablarle a Dios, o mejor, cosas que queremos pedir, y será por nosotros o será por nuestros seres queridos, o será por la situación que vemos en el mundo. Eso está bien, pero hagamos silencio, dejemos a un lado todas esas cosas por las que vamos a pedir y hagamos silencio para escuchar, para sentir su presencia, para disfrutar de estar con el Señor.

Seguro que nos sentiremos mejor, porque nos sentiremos más llenos de Dios. Con nuestros rezos muchas veces lo que queremos es que Dios haga las cosas como nosotros las vemos, pero tenemos que aprender a ver nosotros las cosas como las ve Dios.Y para eso necesitamos silencio, escuchar, estar. Y allí en nuestro corazón comenzaremos a sentir algo nuevo y distinto. Como decían los discípulos de Emaús que recordaban que cuando Jesús les hablaba comenzaron a sentir arder su corazón.

Fijémonos en un detalle más de lo que nos narra hoy el evangelio. Cuando llegaron al lugar, cuando estuvieron con Jesús comenzaron a ver algo distinto, porque se encontraron que allí había mucha gente con sus preocupaciones, con sus ansias de estar con Jesús también, con sus enfermedades y con las cosas que les atormentaba en el corazón. Y nos dice el evangelio que Jesús se puso a escucharles y a hablarles, porque estaban como ovejas sin pastor.

Muchas veces interpretamos que lo que Jesús había planeado con los discípulos se había venido abajo y no pudieron tener ese descanso programado. Creo que aquel estar con Jesús les hizo ver las cosas de manera distinta; en la continuación del evangelio veremos que los discípulos serán los que se preocuparan de que no tienen que comer y que hay que hacer algo. Y es a lo que los impulsa Jesús; buscarán los recursos aunque no los tengan y todos saldrán de aquel momento con algo nuevo en sus vidas.

Ojalá sepamos estar con Jesús. Aprenderíamos de verdad a ver las cosas con los ojos de Jesús, aprenderíamos a hacer las cosas como nos enseña Jesús.

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