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miércoles, 5 de febrero de 2025

El evangelio nos llega también escrito en la vida de muchos a nuestro lado, aprendamos de una vez por todas a dejarnos sorprender por la sabiduría del evangelio

 


El evangelio nos llega también escrito en la vida de muchos a nuestro lado, aprendamos de una vez por todas a dejarnos sorprender por la sabiduría del evangelio

Hebreos 12,4-7.11-15; Salmo 102;  Marcos 6,1-6

Si es el hijo del carpintero… fue la reacción, tenemos que decir que totalmente ordinaria y normal, de la gente de su pueblo. Hasta ellos había llegado la fama de lo que Jesús venía haciendo en Cafarnaún y los distintos pueblos y aldeas por toda Galilea; la fama de sus milagros, la gente que se entusiasmaba y se iba detrás de Jesús, sus enseñanzas que entusiasmaban a la gente porque les parecía escuchar algo nuevo, o algo dicho de una manera distinta a como estaban acostumbrados. Y la fama había llegado hasta Nazaret y ahora lo tenían en medio de ellos. ‘¿De donde saca esa sabiduría?’

¿Dónde habrá aprendido este muchacho tanto?, decimos también en nuestros pueblos y en nuestros ambientes cuando alguien destaca. Como nos conocemos de siempre ahora nos sentimos quizás asombrados, pero sabemos que siempre surge algo más. Hay un orgullo de pueblo cuando destaca alguien de los nuestros y podemos tender a ponerlo como el que no va más; nadie ha salido de nuestro pueblo como este; aunque también aparecen por debajo, disimuladamente quizás al principio, ciertas desconfianzas, buscamos segundas intenciones, tratamos de recordar cosas reales o imaginarias muchas veces, socavamos el prestigio cuando nos pueden hacer sombra, y ya sabemos cuando somos cuando nos dejamos arrastrar por esas malicias y desconfianzas.

Conociéndonos no nos extraña la actitud desconfiada de la gente de Nazaret. Nos sucede con mucha facilidad entre nosotros, vamos de la euforia y el entusiasmo a la descalificación y a las envidias con una velocidad de vértigo. Siempre tenemos nuestros peros y nuestras pegas. Es lo que le estaba pasando a la gente de Nazaret con Jesús. Lo conocemos de siempre, sabemos quien es su familia, es el hijo del carpintero. Y ya Jesús dirá que un profeta nunca será bien mirado en su pueblo.

Y siente pena Jesús por la falta de fe su gente. Allí ha venido a anunciar con toda claridad, con palabras del profeta como nos narrará san Lucas este mismo episodio, lo que era su misión, la tarea evangelizadora que quería realizar. Su Palabra y su presencia querían ser siempre buena noticia para todos, porque eso como se nos dirá en otra parte anuncia la amnistía del Señor, el año de gracia del Señor. Pero no lo aceptaban porque simplemente era el hijo del carpintero.

Nos tiene que hacer pensar en nuestra aceptación personal de esa Buena Noticia, esa aceptación del Evangelio que nos anuncia Jesús. ¿Qué filtros ponemos por medio cuando escuchamos las palabras del Evangelio? El peor filtro es ya no ser capaces de escuchar el evangelio como una buena noticia; nos lo damos por sabido, no nos significa nada nuevo, vamos llevando por delante nuestros prejuicios, sí, nuestras previas interpretaciones, porque recordamos esto y lo de más allá, nos acordamos lo que en otro momento escuchamos o nos explicaron, y ha perdido la frescura de la novedad con que tenemos que escucharlo.

Pero además hemos de decir y reconocer que el Evangelio, es cierto, nos llega a través del texto escrito, pero el evangelio nos llega también escrito en la vida de muchos a nuestro lado. Es el evangelio hecho testimonio en la vida de tantos testigos. Y es el evangelio que tanto nos cuesta aceptar, recibir, escuchar. La gente de Nazaret no escuchaban entonces el mensaje porque era el hijo del carpintero a quien tenían delante; también nosotros vemos a tantos como el ‘hijo del carpintero’ que ya nada nos dice porque decimos que lo conocemos de siempre.

Cuánto nos cuesta aceptar el testimonio de los demás, cuánto nos cuesta ver las cosas en las que se manifiestan esos testigos delante de nosotros. Son filtros que vamos poniendo a la Palabra de salvación que Jesús nos ofrece. Hay muy bonitos testimonios a nuestro lado que tenemos que saber descubrir, porque a través de ellos el Señor nos habla. ¿Aprenderemos de una vez por todas a dejarnos sorprender por el evangelio?

 

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